Capítulo 7

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Es domingo. Todos han llegado a casa y mientras los mayores hablan acerca de nuestra pequeña excursión donde todos tenemos que estar presentes, nosotros los menores, permanecíamos en el cuarto de juegos. La mayoría hablaba y hablaba sin prestar atención a nosotros, que nos encontrábamos en un pequeño grupito: Darcy, James, Sarah, Christian, Gina y obviamente yo; tratando de hacer entrar en razón a Gina de que un chico imbécil quería una cita con ella.

Si, el imbécil de Will.

—¿Quién es ese chico que quiere salir con nuestra prima? —la confusión en el rostro de Christian era de muerte, estaba seguro de que él tampoco entendía nada.

Al igual que yo, que seguía sin entender un poco por que él imbécil ese quería salir con Gina, ¿Qué pasaba por su cabeza?, ¿Acaso el tenía en mente algún plan macabro? No tenía que ser uno demasiado inteligente pasa saber con exactitud cada una de las mañas que este chico tenía. Conocerlo por ya un gran tiempo, era suficiente para saber todo lo que pasaba por su mente cada vez que sonreír o cada que pensaba en plena seriedad.

En pocas y simples palabras, él es el peor chico con el que una chica podría salir.

Bufé con mayor molestia a causa de tener que estar explicando todo, aunque bueno, después de la tremenda borrachera que todos todos se pusieron el viernes por la noche, era más que obvio que no recordarían quien había sido el gran imbécil que nos llevó en suave auto a su gran departamento. Ninguno sabía de él, a excepción de nosotros tres que lo conocíamos desde hace tiempo y que solo lo encontramos en nuestro camino para que no estuviera habiendo la vida casi imposible.

—Ella no saldrá con Will, es un gran imbécil. El más grande. —cerciora mi hermano con voz demandante, su rostro luce lleno de molestia, no lo culpo.

—Si dicen que es así, tampoco estoy de acuerdo con que ella salga con él.

—Lo mismo digo.

—Igual.

Todos están de acuerdo con que nuestro pequeño retoño, Gina, no saldrá con él, no siquiera siendo el último chico que quedo sobre la faz de la tierra. Ni yo saldría con el aunque mi vida dependiera de ello, no soy mala, sólo soy honesta. Es un niño de papi y así, no logrará nada.

Mientras tanto, la morena que permanece a un lado mío, mirando con plena atención cada una de las palabras y señas que los chicos hacen, frunciendo un sinfín de veces su entrecejo.

—¡Oigan! —grita en un susurro, haciendo que volteen— ¿Porqué están haciendo esto? Me refiero a la manera en la que estan decidiendo por mi en esto, ni siquiera me han preguntado como me parece la idea o si me gustaría o algo, no, nada de eso. —suspira, humedeciendo sus labios—. ¿Pueden si quiera dejarme decir algo algo al respecto?

Asentimos los cinco, esperando algún comentario coherente de parte de nuestra parte.

Y ya puedo imaginarme la absurda oración que dirá.

Nos miró con desagrado puro, reflejando su desaprobación por lo que hacíamos a ella antes de haber preguntado algo: —¿Y qué si yo le ofrezco a él la oportunidad de salir conmigo? —cuestiono con tono serio, cruzando sus brazos por debajo de sus pechos.

Ninguno de nosotros mencionó algo al respecto, sólo la mirábamos, parecía demasiado segura de lo que decía.

Esto es una jodida broma.

—Estoy hablando en serio. No es ninguna broma si es lo que están pensando. —abrí la boca, pero no tenía nada bueno que decir—. Puedo tomar mis propias decisiones. Solo piensenlo. Acabo de llegar a esta ciudad hace unos días y ya hay un chico que quiere salir conmigo... —se encogió de hombros.

Rebeldía; 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora