Extra 8

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Había rastros de besos en sus labios, sus mejillas, en todo su rostro en realidad, por su cuello, pecho y abdomen. Se encontraba extasiada por todo lo que estaba sucediendo, mordía y lamía sus labios cada cierto tiempo con una desesperación enorme y con la clara intención de no ocasionar un ruido tremendo.

Cerró mis ojos y arqueó mi espalda ante la repentina succión que hizo en su piel.

—James —Soltó en un gemido— Detente —Pidió con mis ojos cerrados y un cosquilleo recorrerla por todo su cuerpo.

Tumbada en el sofá, con James entre sus delgadas piernas, besando cada parte de su cuerpo de manera necesitada y sin importar las marcas que podría hacer por toda su piel.

Hace minutos que terminó debajo de su hermano, quién aprovechó la oportunidad de que ella se levantará a tomar agua por la madrugada. No pudo hacer nada antes ya que en la habitación de la rubia dormía su pequeña hija, sería realmente estúpido hacer algo mientras la pequeña dormía.

Fue lo suficientemente astuto como para capturar a su presa en el momento adecuado. Terminó acorralando su pequeño cuerpo contra la pared, beso sus labios antes de ella terminará de decir una palabra, sujetaba su cintura con firmeza mientras hacia que su cuerpo se pegará al de él.

Sus labios se unían con tanta necesidad, haciendo ruidos al separarse, dejando entre ellos un hilo de saliva que indicaba que el beso, había estado mejor de lo esperado.

Él la guió hacia el sofá —donde yacían recientemente— él sobre su cuerpo, rozándose entre sí. Sus pelvis se rozaban, por igual el abdomen de ambos y por igual, los senos de la rubia contra el pecho del castaño. Él la tenia justamente como quería, esta vez no estaría dispuesto a dejarla ir tan rápido y mucho menos a dejar las cosas como habían quedado en la casa de sus padres hace largas horas.

Por ningún motivo él la quería a ella solamente para follarla como ella decía, había más entre ellos, había más que sólo deseo por parte de los dos, había amor.

—James... —Gimió ella contra el hombro del chico, su ropa interior se sentía tan mojada que, sabía que no podría aguantar más— Apresúrate. —Ordenó a mitad de un jadeo.

Jade tenía la camiseta enorme alzada, dejando casi por completo al descubierto sus senos, su abdomen plano se asomaba. Ella acariciaba los brazos y espalda del chico, estando demasiado jadeante ante cada beso fogoso que dejaba él en el cuello de la rubia. Permanecían así, dándose caricias mutuas y rozándose entre sí, encendiéndose entre ellos de manera que, los provocaba por querer más a cada pequeño segundo que transcurría.

—Debes de deshacerte de ellos... —Dijo de manera desesperada.

Alzó sus caderas, tocando su feminidad con la dura erección que se encontraba debajo de aquella tela.

Él se apartó de ella, siendo ella que aprovechó para sentarse en el sofá y dejar que el se tumbará en este. Era momento para que le diera un poco de acción al momento.

—¿Qué...?

Ella no lo dejó terminar cuando respondió.

—Voy a montarte, idiota. —Se posicionó sobre su regazo.

Se sentó dejando su húmeda feminidad chocar contra la erección de el castaño. Gimió ante el exquisito placer que sintió desde ese momento. Sus caderas se movían en círculos, movimientos lentos eran los que tenían a ambos sumidos en placer puro. James la tomó de la cintura, siguiendo casi sus movimientos, ella mantenía sus manos en el pecho del castaño, acariciaba mientras sus ojos estaban cerrados y lograba sentir con mayor excitación todo lo que estaba sucediendo y preparándose para lo que estaba por suceder entre ambas personas.

Rebeldía; 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora