Capítulo 8

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La semana comenzó de lo peor y no estoy exagerando. Tener a Will junto a mi todo el jodido tiempo a cada segundo, sin poder respirar aire limpio y que este invadiendo mi espacio personal hace que todo mi organismo comience a tener un colapso. Lo estoy odiando tanto, más que antes.

Se la ha pasado detrás de mí como perrito faldero, llenándome de preguntas tontas y absurdas, cosas que ni siquiera le puedo responder, 1. Porque es relacionado con Gina, y 2. Apenas y hace un par de días que la veo y no sé con exactitud cuales son sus gustos.

Me esta matando el simple hecho de querer cortarle la respiración a él antes de que logre salir con mi prima. Tal vez podría hacerlo pasar como una muerte por causa natural, yo que sé. Haría cualquier cosa con tal de que me deje en paz de una vez por todas.

—¿Sabes cuales son sus flores favoritas? —de nuevo comenzaba con sus estúpidas preguntas.

Cerré de un fuerte golpe la taquilla donde permanecían los libros que acababa de dejar en el. Me gire con brusquedad y le aleje de mi por el pecho. Me mira con confusión y abre sus labios para volver a mencionar palabra alguna, pero de inmediato lo interrumpo.

—¡No! —grito con fuerza—. ¡Deja ya de estarme jodiendo con tus malditas preguntas! —lo hago de nuevo, ignorando por completo las miradas que se posan sobre nosotros—. ¿Cuántas veces más quieres que te lo diga? No sé cuál es su color, comida, flores, lugar favoritos. Tampoco sé si ha tenido antes novio, no sé si es vegetariana o no, o si le encanta andar en bicicleta o en automóvil, mucho menos si sigue siendo virgen... —termino de decir lo ultimo en voz baja.

Paso mis manos por mi cabello y golpeo mi frente en cuanto lo miro cabizbajo.

—Pero algo si sé —levanta si vista a mi— Si es virgen y sólo la quieres para llevarla a la cama, sé que te irá muy mal, ¿Escuchaste? —asiente y suspira.

Por sobre su hombro mire a mi hermano acercarse a nosotros, junto a Darcy por un lado de él, con la gran y hermosa sonrisa adornada de un par de hoyuelos que lograba caracterizarla de todos los demás.

Me era tan tentado poder hundir mis dedos en sus llamativos hoyuelos. Nada me haría más feliz.

Aparte de todo eso, ambos llegaron a mi lado, mirando con detenimiento a Will. Era extraño que yo le permitiera estar tan cerca de mi, justo como lo estaba ahora.

—¡Chicos! —casi chilló al verlos— ¿Ustedes saben cuales son...? —lo interrumpí.

—¡Ellos tampoco lo saben, Will! Tanto ellos como yo no sabemos nada con exactitud acerca de ella o de los demás... Entiende, no lo sabemos. —el tono de voz que había usado sonaba demasiado molesto, incluso irritado.

Y lo estaba. Él había causado que me pusiera de tal manera... Y apenas era lunes, son contar que quedaban un par de horas más de clases y que el chico frente a mi tenía mi número de celular.

—Oye, Will. —mi hermano llamó su atención—. Al llegar a casa, le daremos tú número de celular para que ella misma logre localizarte. —murmura sonriendo al final.

—Gracias.

Responde con una media sonrisa y gira sobre sus talones, yendo en dirección contraria a la nuestra. En ese instante, un gran alivio se apodera de mi interior.

—¡Yo quiero una pieza de pastel de chocolate con fresas! —grita de forma infantil Darcy, cuando llegamos a la cafetería.

En mi vida jamás habrá ni una sola persona normal, nunca.

(...)

Desde el almuerzo en la cafetería estaba en completo desacuerdo con Darcy. Era fácil de enojarme después de que Will estuvo molestándome casi toda la mañana completa, estaba tan irritada que no medí ni un poco el hecho de enojarme con ella.

Rebeldía; 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora