Rebeldía; 3

Capítulo 30

—Deja de ser tan molesto sólo por un par de minutos y ven ayúdame con esta mierda. —digo con molestia, no estaba yendo nada bien esto.

—Eres muy gruña, Jade. —dice burlón.

—¡Cállate! Y haz lo que te digo. —reclamo, con dureza.

El ríe frente a mi, tomando un par de hojas que han caído al suelo. Ahí iba nuestro proyecto final, hecho mierda en cuestión de segundos. Si alguien se lo preguntaba, él había sido el culpable de que todos los papeles del trabajo final resultarán en el suelo, esparcidos por todo este.

—¡Parece como si hubiera pasado un tornado por aquí! —exclama mi madre, incluso más ida que yo.

—Sí, mamá. Lo sabemos.

—Espero que recojan eso pronto, tu padre tiene una pequeña reunión en su despacho con una persona dentro de unos minutos. No queremos que se lleve una mala impresión. —ruedo los ojos.

—Es nuestro trabajo final. Hemos chocado y tirado por completo, así que no vayas a pisar nada mamá. —murmura James con la misma sonrisa de hace segundos.

—Mamá, cualquier persona que llega a la casa de los Horan, termina llevándose una buena impresión, y solo suceden dos cosas; o no regresan más o lo hacen para pasar buenos ratos en esta casa. —hablo, recordando cada vez que venía alguien.

—¡Mierda! —mustia mamá cuando ya ha pisado dos hojas— Lo siento amores, fue sin querer, hijos.

Hace que mis ojos se vuelquen y quiera arrugar las hojas que hay en mis manos, pero ante todo, siempre hay que guardar la calma, como estaba tratando exactamente yo, ahora mismo.

—Llevaré estas al comedor, trae esas y ya las arreglamos —dice James antes de caminar, dejándome aún recogiendo un par de hojas del suelo.

Las tomo todas, haciéndole mala cara a mi madre, se pudo haber ofrecido para ayudarme pero, no lo hizo. Solo me miraba y tal vez hasta burlaba de mi torpeza en ese mismo instante. Vaya madre la que me cargaba desde hace años.

—Bien, ese montón de ahí son tuyas... —dice en cuanto me ve, señalando la pequeñísima pila de hojas.

Intenté no molestarme más con todo este alboroto, estaba hecho una mierda mi trabajo, me había esmerado varios días para hacerlo y ahora para que James viniera corriendo con el suyo... ¿Qué jodidos pasaba por su cabeza? Ahora estábamos hasta la mierda.

—Este pequeño son parte de las tuyas y estas también —canturreo con el ceño fruncido.

Y así era como empezaba esta mierda de arreglar nuestro trabajo para los finales. La estupidez era la única cosa que jamás se separaba del cuerpo de mi hermano, era como un pequeño don que llevaba el pobre imbécil.

Y vaya que era demasiado bueno con ello, no había duda.

(...)

Después de pistones, gruñidos y un sinfín de malas palabras por parte mía en el momento en el que mi trabajo cayó al suelo, ahora estaba obteniendo un diez como calificación final en la materia. Había sido algo bueno, incluso mejor de lo que esperaba, sin esperar tanto, la logré.

Sentí el delicioso olor a chocolate inundar mis fosas nasales de una manera tan extravagante y acogedora, podía jurar que mi sistema se había relajado y ahora estaba más concentrada.

Eso había sido hasta que James se sentó frente a mi en la cafetería, pero ese no era el único problema del lugar, sobre sus piernas estaba sentada la zorra de Dinah. 

La chica se meneaba de un lado a otro sobre el regazo de mi hermano pensando que nadie en la mesa se daría cuenta de lo que estaba haciendo, incluso Darcy había dejado de lado su comida y empezado a revisar sin importancia su celular. Me molestó por completo que hiciera aquello y sobre todo que lo permitiera a esa chica. ¿Desde hace cuánto había cambiado? Aunque bien, le daba igual en lo absoluto lo que las demás pensarán al respecto de él y su maldita vida; pero no era lugar para estar haciendo tal cosa. La chica le susurraba cosas al oído mientras esté sonreía y cerraba sus ojos, su mano permanecía en la cadera de ella, ajustando su agarre con más fuerza contra su cadera. Se podría decir que en cualquier momento ambos se comenzarían a desnudar y tener sexo frente a nosotros, que asco. Ambos parecían disfrutar del tremendo calentón que se estaban propinando en ese momento, ella seguía y él no la detenía.