Capítulo 2.

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En el momento en el que puse un pie en mi departamento, corrí al baño y comencé a lavar mi boca desesperadamente con una gran cantidad de pasta dental y frotando el cepillo en mis dientes bruscamente -casi, de una manera exagerada-, como lo hacía siempre que pasaba la noche con el decrépito sucio y asqueroso de nombre Robert. Abrí el agua caliente, me deshice del diminuto vestido negro con lentejuelas y me introduje en la tina de baño.

De nuevo las malditas lágrimas caían y no podía cesarlas.

Me sentía sucia y miserable. Un juguete sexual. Mi cuerpo era intercambiado por dinero, era parte de negocios sucios y denigrantes que me hacían realizar cosas en contra de mi voluntad. Me sentía utilizada.

Una vez más, me encontraba recostada en la bañera, dejando que el agua arrugara mi piel cual anciana.

Me quede ahí cerca de una hora. Inmóvil. Observando la pared blanca que se encontraba frente a mí. Tratando de deshacer las asquerosas cosas que me hizo hacer el maldito de Robert. Cada vez era peor. Me hacía hacerle cosas que... mierda ¡Jamás había hecho!

Sí, llevaba muchísimos años en ésto y vaya que me han hecho hacer cosas repugnantes, pero ése imbécil había llegado a los extremos. Estaba loco. Sólo una persona enferma hacía las cosas que él me hacía a mí.

Decidí salir de la tina. Me envolví en una bata blanca y caminé directo a mi habitación. Eran cerca de las 7:30 a.m. y los tenues rayos del sol comenzaban a alumbrar mi cuarto. Recorrí la cortina para oscurecer la habitación, quería dormir. Dormir y alejar toda cosa que me recordara la miserable noche que pasé.

Puse unas mantas sobre mi cuerpo y a pesar de que la bata de baño me hacía sentir un tanto incómoda, caí en un profundo sueño.


*


Unos ojos verdes y hermosos, aparecieron en mi campo de visión. Inmediatamente supe que le pertenecían a aquel chico fino y elegante que me había topado la noche . Era tan bello. Como un ángel. Su mirada se posaba fija sobre la mía. Su rostro se encontraba neutro. No sonrisas, no seriedad, no enojo. Sólo se encontraba ahí, viéndome.


Abrí mis ojos lentamente y pude notar que aún estaba en mi cuarto. Estaba soñando con el joven amable de la noche anterior.

Exactamente no sé lo que me pasaba con él. No lo conocía, ni siquiera su nombre me sabía. Tal vez era por lo jodidamente atractivo que era; y claro, me sorprendió el hecho de que me tratara con tanta amabilidad.

Nunca nadie me había tratado de ese modo. Generalmente todos eran unos verdaderos patanes conmigo. Siempre diciéndome obscenidades y tratándome cual juguete. El que ese apuesto chico me tratara de ese modo me deslumbró. Pero sin duda lo atractivo e imponente que era me dejó helada. Era como haber visto un hermoso ángel. Con esos enormes ojos verdes.

Miré el pequeño reloj de la mesita que se encontraba a un lado de mi cama. Marcaba las 4:30 p.m. Me levanté de la cama, no sé en que momento me desprendí de la bata de baño. Aproveché para ponerme ropa. Opté por unos Jeans negros rasgados, una camisa a cuadros y un par de tenis.

Mi estómago gruño, tenía hambre. Recordé que mi alacena estaba por completo vacía, así que decidí ir a "Krispy Krunchy Chicken." un conocido restaurante -o al menos conocido por mí- de baja categoría que se encontraba en la gasolinera de la Lawrence Avenue. Regresé a mi cuarto por una chaqueta y salí de mi casa.




Llegué y me senté en el lugar se siempre, no tenía la necesidad de ordenar nada, el dueño me conocía y me daba los platillos que más me gustaban. Comencé a juguetear con mis dedos. Estaba sumida en mis pensamientos hasta que la campanilla que indicaba la entrada de alguien al lugar, llamó mi atención.


Era él.


Mi corazón dio un pequeño brinco al ver al chico.

Lo observé. Traía unos Jeans negros, una camisa blanca y una chaqueta negra. Tan diferente a como lucía la noche anterior. Ahora se veía más casual. Su mirada encontró la mía. Mierda. Estoy segura que pegué un brinquito en mi asiento cuando nuestros ojos se conectaron. Entonces, me apresuré a perder mi vista en otro punto del lugar.

Con el rabillo del ojo, noté que me estaba observando. Y...


¿Qué estaba haciendo? ¿Se estaba acercando?

¡No!

¿O sí?

¡No, no, no!

¿O sí?

Mierda.

Si.

¡Venía en mi dirección! ¡MIERDA!

Volteé para encararlo. Su rostro era adornado por una hermosa sonrisa. Alzo su brazo derecho y comenzó a agitar su palma de izquierda a derecha en forma de saludo ¿Me estaba saludando a mí? Cada vez se acercaba más y yo estaba inmóvil en mi asiento.

Estaba a cuatro pasos de mí.

A tres.

A dos.

A uno...

Estaba a tan sólo unos centímetros de mí.

Comencé a temblar y casi puedo jurar que el color se me fue de las mejillas.

Al llegar a donde yo estaba siguió caminando.

Giré la cabeza para observar a dónde iba.

Saludó con un beso en el pómulo a una chica. Era rubia y bonita.

Reí por lo bajo mientras volvía mi cuerpo a su lugar ¿Cómo pensé siquiera que se acordaba de mí? Que estúpida.

-Aquí tienes Bella. -El señor George, dueño del restaurante, puso frente a mí un plato con pollo frito y ensalada de lechuga. Muy lógico.

-Muchas gracias George. -Él era un viejecillo muy dulce y bondadoso, una parte de las ganancias que resultaban del restaurante eran donadas a los más necesitados.

El probar alimento me daba náuseas. Aún tenía en mi boca el sabor de... de lo que pasó anoche. Intenté borrar de mi mente las escenas de la noche anterior y comencé a comer.


-¿Cómo va tu rodilla? -Casi me atraganto al escuchar la pregunta anterior ¿Estaría soñando? O ¿Sería él?

Inmarcesible. | Harry Styles. TERMINADA -corrigiendo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora