Capítulo 12.

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El golpeteo de la puerta sonó repetidas veces. Estaba sentada en el sofá de mi departamento adentrada en mis pensamientos, tanto así, que la madera siendo golpeada se escuchaba tan lejana. Mis pensamientos resonaban fuerte en mi mente.

¡MIERDA!

¿Había hecho lo correcto? Llamar a Alonzo... ¿Estuvo bien? No sabía que tan probable era lo que Harry me había "advertido" y ahora estaba pagando las consecuencias de mis impulsos.

Sabía de sobra que quien se encontraba detrás de la puerta era él. Alonzo.
Casi por impulso, me puse de pie y caminé directo a la puerta. Me detuve un microsegundo antes de tocar la perilla y girarla, sin embargo, la abrí decidida.

Él estaba parado ahí, justo detrás de la puerta. Se notaba nervioso. Nos comunicábamos con la mirada, ninguno podía articular palabra. Sus manos estaban dentro de los bolsillos de su pantalón, los hombros los tenía encogidos. Era tan alto, pero en ese momento casi podía jurar que se veía tan pequeño.

—¿Y bien? —Los voz me temblaba, pero aún así quería sonar firme.— ¿Ahora, qué?

—Vámonos. —Firme, sin tartamudeos. La inseguridad que lo acompañaba antes, se esfumó y de nuevo lucía imponente; ahora era él. Comenzó a caminar escaleras abajo, yo lo seguí después de cerrar la puerta del que 1 minuto antes era mi departamento.

Abrió la puerta del copiloto de su lujoso auto. Me adentré en el vehículo, mismo que Alonzo rodeó para subir del otro lado. Y sin mencionar palabra, lo comenzó a conducir.

Los rayos y truenos que avisaban que una tormenta se aproximaba, hicieron que prestara mi atención en el cielo, estaba oscuro y aún así no había rastro de estrellas pues las nubes las habían escondido. Sabía que en ése momento comenzaba una nueva etapa en mi vida y que probablemente iba a mejorar, mi madre y Robert no me volverían a ver -si es que tenía suerte-. Se suponía que en ese momento tenía que estar más tranquila pero no.  Me sentía más ansiosa de lo común.

—Te noto seria ¿Todo bien? 

—Estoy... —Lo pensé por un momento. Pensé en decirle a Alonzo que el trato se cancelaba, que ya no quería.—. Bien. —Sonreí para convencerlo aún sabiendo que él no me veía. Mantenía su mirada fija en la calle y  no dijo más.

El auto se detuvo,  señal que indicaba que habíamos llegado. La torre de edificios era bastante alta, la primera vez que vine aquí no presté atención en lo alta y lujosa que era. Por la pequeña puerta entraba gente con trajes costosos; no quería salir del vehículo. Ver la ropa de los demás, me cohibía. Era un vagabundo en ése lugar. Mi visión fue obstruida por una silueta posándose a un lado de la puerta. Era Alonzo quien abría la puerta del coche para después ayudarme a salir.

—Es muy lindo. —Seguía sorprendida por el edificio.

—El mejor de Chicago. —De pronto, sentí como su mano enganchó la mía. Me tensé al sentir su tacto; volteé para verlo y él sólo observaba el edificio, imitando mi acto anterior haciendo como si ignorase que me estaba sujetando la mano. Creo que me estaba sonrojando un poco— ¿Vamos? —Dijo, y comenzó a caminar obligándome a hacerlo. Un hombre alto con uniforme abrió la puerta. Podría decir que era un guardia, su vestimenta era graciosa pero costosa a simple vista. Nos encaminamos al elevador que quedaba justo frente a la puerta principal. Alonzo pulsó el número ocho. Traté de retener el número en mi mente "ocho, ocho, ocho" aunque sólo era un número probablemente lo olvidaría saliendo del elevador. Centré mi vista en la calle aún repitiendo el número hasta que las puertas del ascensor comenzaron a cerrarse. Una mano impidió que se cerraran, seguramente esa persona iba a subir también.

Sin querer, divisé a un chico que estacionaba su carro justo frente al gran lugar; bajó. Él. Era tan... familiar. Lo había visto antes, estaba segura.

Entonces, se giró.

Me quedé con la boca abierta. No podía ser posible..., ¿O sí? Muchas coincidencias. Definitivamente no podía ser él.

Volteé de nuevo a donde él se encontraba, pero el ascensor ya se estaba cerrando. Antes de que se cerrara completamente, miré al chico, él me miró y casi puedo jurar que se quedó igual de sorprendido cuando me vio. Y no dudé más de su identidad.

Era Harry.

Se quedó inmóvil cuándo me vio. Y entonces, las puertas se cerraron... ¿Qué número había presionado Alonzo?


Harry. ¿Vivía aquí? Claro que no. No era posible... Probablemente sólo iba a visitar un amigo.

¿No?

Alonzo abrió la puerta del que era su apartamento. "8 B". Ya había estado aquí antes. Seguía igual de impecable que la vez anterior. Él, me indicó que me sentara en el sofá, y después de unos cinco minutos llegó y se sentó justo frente a mí.

—¿Te gusta? — ¿De qué hablaba? De la sala, el departamento o el agua de sabor que puso en un fino vaso después de sentarse.

—Exactamente, ¿A que te refieres? —Sonreí. Nerviosa y el río.

—Al departamento, claro.

—Por supuesto, es muy lindo. Es amplio y moderno. —Soltó una risita. Apuesto que esperaba más, otra reacción, que estuviera sorprendida. Y lo estaba, pero mi mente no estaba del todo presente.

—Bien, sígueme. —Se levantó, subió las escaleras y abrió una de las puertas.— Éste es tu cuarto. —Miré dentro de él. Era enorme. Era casi del mismo tamaño de mi -ahora- antiguo departamento.— Sé que no es la gran cosa o que no está tan... amueblado pero no me dio tiempo de hacerlo, además quiero que tú lo arregles, lo decores a tu gusto.

—Estás bromeando ¿Cierto?, ¡Es enorme! es muy lindo. —Sonreí.

—No sabes lo que bien que se siente escuchar eso. Te daré tiempo para que te instales, te espero en diez abajo, tenemos que platicar... tú sabes, del trato. —Dicho ésto, salió.


Me costaba un poco asimilar que esa iba a ser mi nueva vida. Recorrí un poco la habitación. Había una cama grande con sábanas color gris y rosa, había un mueble a cada lado de la cama con una lámpara sobre cada uno, también sobre la pared estaba una televisión plasma enorme; además de que una pequeña puerta conectaba con un armario muy grande también, estoy segura que con la ropa que tenía sólo llenaría el 10%; por último, vi el baño, igual de lujoso que la casa. No sabía si me podría acostumbrar a todo eso, no era mi estilo.


Pasados diez minutos bajé a la sala, ahí ya estaba Alonzo, sentado en la mesa del comedor. Ahora sí era hora de negociar.

Ahí comenzaba el trato.

Inmarcesible. | Harry Styles. TERMINADA -corrigiendo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora