Inmarcesible. | Harry Styles. TERMINADA -corrigiendo-

Capítulo 21.

"But there's nothing to be afraid of even when the night changes. It would never change me and you" —Night Changes.

No podía dormir. Daba vueltas en la cama, acomodaba de distintas formas la almohada y nada. Trataba de contenerme, pero la tentación era grande. Algo dentro de mí se quemaba y me pedía a gritos un poco de ese polvo blanco. Harry se había comportado como nadie lo había hecho antes conmigo, yo no quería fallarle así. Ya estaba comenzando a sudar, todo era desesperación en mí por más que intentara dejar de pensar en ello no podía. Me senté a un costado de la cama y salí de la habitación. Eran cerca de la 1:00 a.m. se suponía que ya todo estaría oscuro, pero una luz tenue se asomaba al final del pasillo. Parecía ser una de las lámparas de noche de la sala. A pasos acortados caminé hasta allá tratando de hacer el menor ruido posible. Ahí estaba Harry, recostado en el sofá mirando al techo.

—Bella, ¿Todo bien? —Se percató de mi presencia, entonces se sentó en el sofá.

—Sí, venía por un vaso de agua, ¿Todo bien contigo? —Me senté a su lado.

—Sólo no podía dormir. —Encogió lo hombros e hizo un gesto que no logré ver a causa de la poca luz del lugar.

—Admito que yo tampoco.

—Pues creo que el insomnio es un poco mejor cuando estás acompañado. —Pude ver algo como una enorme y gran sonrisa, la que me hizo sonreír también.

—¿Cuál es la razón de tu insomnio?

—No lo sé, tengo tantas cosas en mi mente que ni siquiera me dejan descansar.

No quería sentirme el centro del universo, pero me gustaría saber si yo era una de esas cosas que rondaban en su cabeza.

—¿Tiene algo que ver conmigo? —Sentí su mirada, no podía verlo totalmente pero sentía sus ojos en mí.

—Te mentiría si dijera que no —Soltó una risa tímida.— De hecho eres un 70% de esas "cosas" que no me dejan dormir.

—¿Qué o quién es el otro 30%?

—Tú. —Rió.— Pero creo que no deberías de saber que te apropiaste de mis pensamientos.

Afortunadamente la luz era bastante tenue, de otra manera mi tono rosado se hubiese notado a kilómetros de distancia.

—Ahora lo sé. Y, ¿Qué es lo que piensas de mí? —Cuestioné con cierto grado de duda y timidez.

—Bastantes cosas. —Adimitió.— Como por ejemplo, ¿Cómo ha sido tu vida? Si siempre fue como era antes o era buena, ¿Por qué nunca escapaste de eso?; también en ¿Por qué aceptaste a Alonzo? ¿Cómo es que aceptaste que te comprara? Y otra de las cosas que por más que intente no puedo sacarme de la cabeza es... —Suspira.— ¿Qué es lo que realmente sientes por mí? ¿En verdad me quieres o sólo estás agradecida conmigo? —Sin Habla. Así me quedé. Muda. Sabía que tenía que decir algo pero no podía. Me miraba -lo sentía- y esperaba a que articulara una palabra, un sonido... algo. Y aunque nuestras miradas no conectaban sentía esa suplica en sus ojos, podía percibir esa ansiedad que su cuerpo emanaba, por un momento creí que si no hablaba un paro cardiaco lo iba a matar, me sentía bajo presión.— Pero no importa, no tienes que responder, todo a su tiempo.  —Se rindió después de una larga pausa silenciosa. Entonces, se levantó del sofá decidido a irse.