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—¿Quieres algo de comer?—pregunto haciéndolo sentir como en casa.

—No.

—¿De beber?

—Tampoco.

—¿Dormir?

—Que no JiMin, no quiero nada— sólo quise ser amable.

Me levanto del sillón para ir hacia la cocina, si JungKook no va a comer algo, yo si lo haré porque tengo mucha hambre.
Salgo de la cocina y veo a JungKook perdido en sus pensamientos; decido irme a mi habitación.
Me siento frustrado, sé que sus padres están mal, pero debería hacer un poco de esfuerzo para hablarme; todo lo que tenía en miente se va a la basura.

...

Jamás me he sentido así, saber que mis padres están mal y rechazar a JiMin: alguien que no tiene la culpa y sólo intenta ayudarme, todo mientras que soy odioso y cortante.

No quiero que esté encerrado en su habitación por mí, yo soy el que debería estar incómodo. Quiero ir a su habitación pero la puerta suena.

No incómodo a JiMin y abro la puerta encontrándome con una esbelta silueta y una preciosa cara.

—¡Qué haces tú aquí!— trae un pastel en sus manos.

—¿Qué te parece si te cuento mientras comemos ese delicioso postre?

—Grandiosa idea.

Ahora todo será más divertido y mejor.

JungKook se puso feliz con alguien que no le ayudó. Ninguno se acordó de Jimin, se encerraron en ellos dos, ni les importó lo que los rodeaban...

El chico del Esgrima (Kookmin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora