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Puedo ser un idiota pero Seyeon me pidió que nos viéramos justo ahora, es mi mejor amiga y no debo desaprovechar la oportunidad.

Entro al restaurante buscando a la chica que dejé de ver hace años, pero no la encuentro, tal vez no haya llegado. A lo lejos veo a una chica que levanta su mano hacia mí; extrañado me acerco recibiendo un fuerte abrazo. Nos separamos y me es inevitable no admirar su cuerpo: con investido celeste, alta, cabello negro largo, definitivamente ya es una mujer.

—Pero como has cambiado— decimos al unísono.

—Ya no eres la misma chica bajita, gordita y de cabello corto.

—Y tú, ya no usas lentes, hasta te pintas el cabello— no es necesario saber que no he cambiado nada.

—Cualquier hombre podría enamorarse de ti— que envidia.

—Ya no tengo que sufrir por rechazos— recordando viejos tiempos.

—Pero bueno, ¿Para qué soy bueno?

—No quiero abusar de ti JiMin, pero vengo de Florida y no tengo donde quedarme.

—Tranquila Seyeon, sabes que estaré para ti, puedes quedarte conmigo.

—¿Me hablas enserio?

—Por supuesto.

Pasamos las horas comiendo y charlando poniéndonos al tanto de todo lo ocurrido a lo largo de nuestras vidas desde que salimos del colegio.
Cuando miro la hora casi me da algo en el corazón, me he olvidado por completo de Minju. Pago la comida y salgo con mi amiga en mi auto hacia allá.

Llegamos encontrándonos con el lugar cerrado, me preocupo y paso mis manos por la cabeza preocupado. No tengo ni idea dónde pudo irse, Yoona me matará si no doy con ella.

Doy media vuelta mirando a dos personas acercarse; cuando la veo mis nervios se calman, la tomo entre mis brazos pidiéndole disculpas por dejarla sola. Aunque cuando voy a darle gracias a quien cuidó de ella me paralizó, es él. MinJu suelta su mano y se despide con un beso en la mejilla.

Se despide de ella, mira a Seyeon y a mí no me da ni un segundo de su atención, apreto mis manos.

Mi sobrina se acerca a preguntarme quién es mi acompañante.

...

Así que prefirió irse con esa chica linda y dejar a MinJu sola.

Recuerdo la desesperación en su rostro cuando todos empezaban a irse, necesitaba irme pero no la dejé ahí. Con cautela me acerqué a ella y le hablé, ni bastaron muchos esfuerzos para convencerle de llevarla a comer algo y conversar.
Me contó muchas cosas, de ella y de JiMin, así me enteré de su nombre. Me pareció una niña muy tierna, amable y nada antipática. Me pidió que la llevara a mirar si su JiMin había llegado; duramos varios minutos esperando hasta que lo vimos llegar.

Ahora que estoy en mi casa pienso en lo que daría por tener una hermana como MinJu, mientras me como unos cuantos bocadillos. No tengo idea de porqué pienso esto pero debo admitir que me causa mucha curiosidad.

El chico del Esgrima (Kookmin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora