"Vaya par de idiotas"

296 22 0
                                    

Me repaso el poco maquillaje que me he puesto: el rímel, la raya de ojos y finalmente el pintalabios. Pocas veces me pongo demasiado, ya que creo que las chicas naturales acaban siendo las que ganan, ya que muestran más como son ellas mismas, ya que el maquillaje no lo esconde.

Me levanto de la silla, y me paso las manos por los pantalones negros, para plancharlos un poco, aunque no tiene mucho sentido ya que son tejanos y eso no va a hacer que se queden sin arrugas. Pequeño repaso y última mirada al espejo: el pelo me cae suelto sobre los hombros, dibujando tirabuzones dorados sobre mi camisa blanca, ancha y con un doblez en el escote. Está metida dentro de los pantalones ceñidos negros, y unas botas rockeras le dan un toque arriesgado y guay. Unas pulseras sobre mis muñecas descubiertas y un pequeño bolso negro sobre mi hombro izquierdo acaban perfilando una indumentaria coloquial, pero a la vez elegante.

Con una sonrisa salgo de la puerta, y tras unos pocos pasos ya estoy justo delante de la puerta de los chicos de Huntington Beach.

*NARRA DREW*

¿Debería vestirme bien o tan solo un poco arreglado?

Estoy nervioso. La verdad es que no sé por qué, pero me encuentro dando vueltas y más vueltas al piso, cuando Wes, que acababa de volver de estar con Rachel, se pone justo delante de mí.

-Tío, tranquilízate – me dice, con los brazos cruzados sobre el pecho – me estás poniendo nervioso a mí también…

-Oh, lo siento. No me había dado cuenta… oye, ¿cómo irás vestido? A la cena, quiero decir.

-¿A la cena? Pues normal. Es una cena. No un evento al que vayan a asistir millones de personas… - dice con aire irónico.

-Ya lo sé.

-Pero para ti es más importante que eso… ¿no? – sonríe y sus ojos se achinan.

Noto como un cosquilleo me sube de la barriga y me invade todas las partes de mi cuerpo. Aún no me puedo creer que una persona pueda provocar esto en mí; esta emoción, esta incertidumbre constante… porque, ella es muy guapa. Y eso es un problema… ¿Me querrá ella tanto como yo la quiero?

-No sé en qué narices estás pensando, pero te has quedado muy empanado, Drew – dice Wes todavía riendo más – ves a tu habitación y vístete, anda. Y vístete normal, que no creo que ella venga con vestido y tacones…

-¿Por qué?

-Es fácil, siempre va vestida con vestidos y tacones para trabajar, querrá cambiar un poco cuando sale fuera, ¿no crees? – después de decir esto, se acerca y me da unas palmaditas en el hombro; luego se dirige a su habitación, a cambiarse también.

Así que yo también voy a mi cuarto. Donde tan solo hace un cuarto de hora estaba Chloe. Todavía noto su olor al entrar, impregnando con su  delicado aroma cada sitio por el que ha pasado… Es increíble como su aroma la define completamente bien: es dulce, sin embargo, atrevido y sexy a la vez. Como las cerezas: dulces pero de color pasión, dejándote siempre con ganas de más.

Me quito la ropa poco a poco y la voy tirando por donde paso. Voy a ducharme.

Cuando salgo de la rápida pero relajante ducha, me visto con un tejano negro con una cadena en la parte media, una camiseta blanca que definiría como simple, pero lo simple siempre es mejor. Mejor ir simple, que sobrecargado.

Me estoy atando los zapatos cuando suena el timbre.

-¡ABRO YO! – grito mientras acabo con el lazo. ¿Me habrá escuchado ella?

Respiro por última vez el poco aroma suyo que queda en mi habitación y voy corriendo hasta la puerta, sin poder aguantar un minuto más. No hay nadie en el salón, y eso me alegra mucho.

-Hola – digo, justo cuando abro la puerta. No puedo evitar sonreír al verla. Ha pasado tan solo una hora desde que se ha ido, pero es que la necesito. Es mi droga, la persona que puede hacerme muy feliz, o por contrario, puede hacerme el hombre más triste del mundo.

Está preciosa, elegante, y por supuesto, destaca. ¿Es ésta mi novia?

-Hola – dice ella en una sonrisa, mostrando sus perfectos dientes. Me aparto de la puerta para que pueda pasar y la cierro en cuanto ella pasa. Cuando me giro hacia ella, me encuentro con sus preciosos ojos mirándome. Sonríe al cruzar su mirada con la mía, y la nariz se le arruga levemente, haciéndola adorable.

No puedo evitar acercarme a ella y besarla, dejándole claro lo mucho que la he echado en falta.

*NARRA CHLOE*

No puedo creerlo, estoy alucinando. No me lo puedo creer.

Voy por la calle, con nada más y nada menos que las personas más famosas del momento. Y tan tranquilos que van, fingiendo tener una vida normal, entre risas, anécdotas e historias. Estamos ya en la puerta del restaurante donde tenemos mesa reservada, (Anna y Cody tienen el control) y pasamos adentro, donde el calor de fuera nos abandona. Entramos a una sala especial, donde hay arañas de cristal colgando del techo y mesas muy adornadas ocupando la pequeña sala.

Nos sentamos justamente en la mesa central.

-Hoy estarán solos – dice la camarera en una sonrisa. Aparenta tener entre 30 y 35 años y parece ser servicial y alegre. La trenza que lleva se le ajusta perfectamente a sus facciones, haciéndola muy mona.

Mientras comemos, todos cuentan historias increíbles sobre locas experiencias, sus aventuras y viajes a los países más remotos y exóticos de la Tierra. Yo estoy muy feliz con tan solo estar sentada al lado de Drew y todos mis buenos amigos.

-Chloe, tengo que preguntarte algo… puede sonar un tanto embarazoso pero realmente lo quería saber – dice Rachel, hablándome discretamente – quería… quería preguntarte dónde compras tu ropa interior. – Esto me sorprende, ya que no recuerdo que ella haya visto mi ropa íntima alguna vez -. Es que te la vi hace tiempo… cuando nos servías unos pastelitos y no me he podido quitar la idea de la cabeza.

Empiezo a reír más alto de lo que hubiera querido y muchos de nuestros acompañantes se giran y nos miran.

-Por internet – digo, aflojando el tono – ya te diré dónde.

-Vale, gracias – dice Rachel con una gran sonrisa también.

Después de tomar el postre, decidimos dar una vuelta por la hermosa playa de Roma. Es de noche, y la playa es totalmente diferente que por la mañana, ahora parece que esconda algún secreto. Las olas son tranquilas y una fina brisa nos recorre el cuerpo. Me acerco al agua y cojo mis zapatos. Dejo que el agua me acaricie suavemente los pies, refrescándolos y relajándolos.

Justo en ese momento, alguien me echa agua por encima.

-¡¡Wes!! - grito al contacto con el agua, que parece más fría que la que todavía noto en los pies.  Rápidamente cojo un poco de agua en las manos, y corro hacia Wes, que huye de mí. Cuando me acerco lo suficiente como para tirársela, ya no me queda agua en las manos. Wes se ríe, pero justo por detrás se le acerca Drew, que le tira un chorro de agua encima de la cabeza, mojándolo entero. El rubio empieza a reír y se desata la locura: todos empiezan a tirar agua contra todos, Drew siempre me ayuda tirando agua a mis “atacantes” y formamos una especie de alianza. Llega un momento en el que mucha gente nos está tirando agua, así que Drew me coge a caballito y nos adentramos al mar, cada vez más hondo, hasta que Keaton hace resbalar a Drew y los dos caemos al agua.

El regusto de sal se me queda incrustado en la boca, pero no puedo parar de reír. No puedo moverme, me he quedado sin fuerzas de tanto esfuerzo y movimiento en poco rato. Oigo como algunos se acercan y Rachel me tiende una mano, diciendo:

-Vaya par de idiotas… - dice en una carcajada.

Drew y yo nos miramos, y volvemos a tener un ataque de risa. 

Dos idiotas a bordo {Emblem 3, One Direction, Cody Simpson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora