Sonrisas bobas

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*NARRA CHLOE*

Los días pasan, poco a poco y todo sigue igual.

Organizo los papeles que tengo encima de la mesa, aburrida. Hace tiempo que nadie llama para pedir algo, ni que nadie sale de sus habitaciones para preguntar algo. Parezco un adorno en medio de una sala vacía.

De repente, escucho pasos. Alzo la vista para ver mejor quien viene. Aparece por la puerta aquel chico… Drew. Mi corazón se acelera en poco tiempo. Parecía mentira que sintiera aquello por aquel chico tan desagradable, aunque aún me sentía mala persona. ¿Por qué era así conmigo?

-Hola – dice, secamente. Lleva puesto lo que parece un pijama y lleva en las manos el mando de la televisión.

-Hola – intento sonar dulce - ¿qué sucede?

-Que esta mierda no funciona – dice, apretando con fuerza los botones.

-Por muy fuerte que le des no va a funcionar mejor – sonrio, me levanto y me coloco a su lado. Es más alto que yo, me siento pequeña a su lado. Cojo el mando de la televisión y quito la tapa de donde se colocan las pilas. Suelto una carcajada al ver que no hay ninguna. El chico cambia su expresión, es un tanto más dulce. Un segundo después, sonríe.

Sintiéndome victoriosa, voy a mi mesa y abro un cajón que contiene pilas. Las pongo dentro de las ranuras y vuelvo a cerrar la tapa.

-Seguro que ahora funciona… - le tiendo el mando, alzando las cejas y esbozando una sonrisa.

-Más le vale… - sonríe y coge el aparato – gracias – me mira a los ojos, agacha la cabeza y se va.

¡Qué mono!

Poco a poco vamos interactuando más.

Cada vez que nos vemos nos saludamos, ha habido incluso alguna vez que nos hemos parado a hablar, aunque siempre estaban Wes y Keaton.

Me despierta el sonido del despertador y le doy un fuerte golpe. Me asusto al pensar que lo he roto, pero es casi indestructible. Desayuno algo y voy a mi salita.

Una vez allí, me encuentro varios papeles anunciando un baile. Leo un poco más, lo suponía. Es el baile de entrada. En el barco se celebran muchas fiestas y todo el mundo está invitado. La de entrada era una de las más espectaculares y caras de toda la estancia. Los trabajadores también estamos invitados, menos los camareros y cocineros, ya que ese es su momento de trabajo.

Hay una nota al lado de los folletos que pone “cuélgalos por toda nuestra zona, ¡a trabajar! – Ted”. Sonrío y me levanto dispuesta a colgar los panfletos por toda mi zona. Sé que también debo avisar a todo el mundo que se me cruce. 

Cuelgo los panfletos en las puertas de cada habitación, y por el pasillo. La cuelgo en la puerta de mi habitación, y cuando estoy en la 303, abren de repente. De la habitación sale Rachel Stocks y mi corazón empieza a ir rápido, ¡es ella! 

-Buenos días – me dice.

-Buenos días – respondo.

-¿Qué haces? – me pregunta con una sonrisa. 

-Cuelgo unos papeles que avisan de que hay un baile esta noche – le enseño uno.

-¡Oh! Me han dicho que las fiestas de este barco son  muy especiales.

-Sí, la verdad es que sí. A mí me toca ir cada año, y nunca me canso – ella me sonríe y tras una pausa pregunto - ¿cómo os va la estancia?

-¡Muy bien! Lo estamos pasando genial. Ahora mismo iba a ir a comprar algo de espuma porque no me queda. ¿Sabes dónde está el supermercado?

-Claro – dejo los panfletos – ahora te acompaño.

-No te molestes…

-No tengo mucha faena ahora mismo – sonrío y dejo los papeles encima de la mesa – así me doy un paseo.

Mientras nos dirigimos al otro lado del barco, hablamos de algunas cosas. Estoy muy nerviosa, noto como las piernas me tiemblan un poco y se me entrecorta la respiración.

-Oye… lo siento mucho pero te lo tengo que decir. Nos dicen que no hablemos de estos temas y espero no molestarte, pero es que simplemente te quiero decir que me encanta toda tu música… te vi en The X Factor y a partir de ahí supe que serías alguien grande, como ahora – agacho la cabeza y sigo caminando.

-¡Muchas gracias! No me molesta en absoluto, me alegra saberlo – me sonríe y yo también.

***

Más tarde, vuelvo a enganchar los papeles. Paso por delante de la habitación 307 y me imagino lo que estarían haciendo ahí dentro los tres chicos y sonrío involuntariamente. ¿Pero qué hago? Sigo colgándolos y después vuelvo a mi sitio.

Después de una hora sin hacer casi nada, aparece por el pasillo una de las chicas que vive en mi zona. Le explico lo del baile y me dice que asistirá. Muy poca gente dice que no a aquel evento. Pienso que vestido ponerme; ¿el rojo? ¿el azul marino? ¿el morado? No, es demasiado corto. No, es demasiado largo. No, da mucha calor. Pienso en el negro de palabra de honor, que me llega hasta las rodillas y en los tacones que me regaló un chico el año pasado, para el mismo evento. Se llamaba Steve. ¿Dónde estaría? Estuvo pululando durante todas las vacaciones a mi alrededor y no lo pude mandar a freír espárragos ya que era un cliente, y estaba allí porque había ganado un estúpido concurso en la barbería. 

Sí, lo tengo decidido, me pondré aquello. Le paso un mensaje a Ted, siempre vamos juntos. Al poco rato me contesta, con un “claro que si princesa”, que me hace sonreír. Que suerte que tenía al tenerlo a mi lado. 

***

Poco a poco el tiempo va pasando y ya es la hora en la que acaba mi turno. Aquel día Ted no me reemplazaba, era una chica que se llamaba Sara. Intercambiamos algunas palabras de cortesía y me dirijo a mi camarote, dispuesta a arreglarme como nunca. Nadie se iba a olvidar de mí en unas horas. Y con nadie me refiero a Drew. Sacudo la cabeza frente al espejo y no puedo evitar sonreír. Al segundo, reacciono estirándome los mofletes. La fiesta empezaba a las 8, ¡y había cena gratis, un gran bufet libre! Pensaba hartarme hasta reventar. 

Dos idiotas a bordo {Emblem 3, One Direction, Cody Simpson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora