Drew

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*NARRA CHLOE*

Al día siguiente me despierto como una rosa, y durante toda la mañana todo va sobre ruedas.

La primera visión que tengo al despertarme es la de Drew, mirándome con ojos curiosos. Al ver que yo abro los míos rápidamente aparta la mirada de mí y se incorpora, mirando al techo, demasiado tarde para que yo no pueda ver sus sonrojadas mejillas.

-Buenos días – le digo, después de soltar una carcajada.

-Hola – dice él, girándose hacia mí otra vez.

Simplemente con su mirada, todo lo de alrededor se anula, es como una niebla,  y luego, se borra de mi mente. Él es mi centro de atención, y todo lo demás me es igual. Bueno quizás no todo, ya que mi barriga justo en ese momento suelta un rugido desesperado. Miro a Drew, y esta vez soy yo quien se sonroja. Drew suelta una risilla y se incorpora, dándome un beso en la mejilla antes.

***

Desayunamos en una mañana perfecta: sin ruido de los vecinos, sin interrupciones ni cosas que hacer. Simplemente desayunamos, los dos solos, y hablamos de la fiesta de anoche, de cómo de bien había ido y de que ya era hora, porque siempre nos habían traído mala suerte a los dos aquellas fiestas.

A media mañana, mientras estoy ordenando un poco el piso con Drew, recibo un mensaje de Anna en el que me invitan a salir a pasear por la maravillosa ciudad de Roma. ¡¡Claro!! Estamos en Roma… Desde bien pequeña me había llamado la atención aquel lugar. La gente, los paisajes, la historia… Y no me equivocaba.

Roma es una ciudad antigua, y muchas de las casas rústicas están pintadas de colores llamativos, con balcones llenos de flores y gente alegre inundando las enormes calles, llenas de turistas como nosotras.

Es una salida de chicas: Anna, Rachel y yo. Eleanor y Perrie preferían salir con Louis y Zayn, ya que querían estar un tiempo a solas con los chicos.

Primero vamos a una heladería (según Rachel, no podemos ir a Italia sin probar el helado ni la pasta).

-Esta noche tendremos que ir a cenar fuera – dice Rachel – para probar la pasta.

-Yo por mi encantada – dice Anna, mientras saborea su helado de trufa.

Comemos en una pizzería y la tarde va pasando rápidamente. Paseamos por las callejuelas, entramos a tiendas y compramos todo lo que podemos y más, y no paramos de explicarnos cosas y decir alguna que otra bobada.

-Ayer – narra Rachel – cuando entré en mi camerino, Niall se puso a cantar nuestra canción, la de “A Thousand Years”. Fue precioso, de veras. Además, en una relación tan larga y extraña como la nuestra, estas cosas hacen que la relación se profundice y no sé cómo, pero Niall hace que me enamore todavía más de él…

-No me extraña, es un encanto de chico – digo. La relación de Rachel y Niall es una relación preciosa, ya que cada vez que los veo juntos se comen con la mirada, es como si se vieran por primera vez, con tanta intensidad y amor que parece imposible que lleven más de un año juntos. Yo quiero ésa relación… con Drew. No obstante, no puedo evitar preguntarme, ¿qué relación tengo yo con Drew? Está claro que nos queremos (él, aunque es bastante vergonzoso en este tema no trata de ocultarlo y eso de cierta manera es bueno) pero… me da miedo. Que pase algo como la otra vez, que diga “no somos nada”. Sé que ésta vez es diferente, pero igualmente es algo por lo que me preocupo bastante… confío en él pero no sé si se le volverán a cruzar los cables.

-¿Qué pasa, Chloe? – pregunta Anna, que me aparta todos mis pensamientos de sopetón. No sé cuánto tiempo he estado absorta en ellos, pero poco no.

Dos idiotas a bordo {Emblem 3, One Direction, Cody Simpson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora