6. Casi amigos.

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Abby.

Bien, creo que me siento bastante mejor después de haber hablado con Daniel y mis padres acerca del asunto de regresar a Nueva York. Además de que me siento mucho mejor que el día que desperté. Los dolores de cabeza han disminuido notoriamente, y el dolor en mis costillas solo es momentáneo en ratos. La pierna no la siento mucho, dado a que no se ha movido para nada desde hace dos días, pero por lo que me han dicho los médicos, todo va en un increíble avance.

Por supuesto que me han tratado de convencer en no regresar a Nueva York, pero no le veo mucho sentido quedarme aquí si no sé que rayos hacer. ¿Qué caso tiene quedarme? Además, Daniel ya me ha dado permiso de regresar a mi ciudad.

Ya me han explicado lo que he hecho y lo que puedo hacer en lo que vuelvo a tomar el rumbo de lo que yo hacía en la empresa de mamá, pero la verdad siguen sin convencerme.

Me atrae mucho más volver a mi hogar, regresar a la universidad con Ted y Nat, y seguir con mis fantásticos fines de semana. ¿Por que diría que no a eso?

El ligero sonido de la puerta abriéndose, me trae de regreso al planeta Tierra.

– Buenos días, enana. –saluda Ted, asomando su cabeza con una brillante sonrisa en sus labios. Una sonrisa inunda mi rostro cuando lo veo entrar con Nat detrás de él, pero ella no luce tan feliz como Ted.

– Hola, Abbs.

– Hola, chicos. No saben lo bien que me hace sentir verlos aquí.

– Bueno, no nos dan la opción de dejarte a la deriva, así que... –bromea Nat, y eso le trae una sonrisa a su rostro.

– Oh, cállate. –le digo con tono divertido, entrecerrando mis ojos. –Mejor díganme que traen algo bueno de comer.

– ¿Tienes hambre?

– Ted, pasan de las nueve de la mañana, claro que tengo hambre, más aún cuando solo me dan de cenar dos tristes y flacuchos panqueques sin miel ni mantequilla.

– Eso sí que es triste para ti. –se burla Nat de mí. Espero que de verdad esté disfrutando de esto, porque ya veré como cobrármelas.

– Te traeré algo delicioso para desayunar. –me dice muy animado Ted. – ¿Algo en especial?

– Huevos revueltos con jamón y tocino sería fantástico, un poco de fruta, pan tostado, y jugo de naranja, si es natural es más que perfecto. Aquí ya me han hecho odiar el jugo de naranja de botella.

– Ve tranquila, Abbs, no queremos que ahora te quedes más tiempo en el hospital por problemas de digestión. –se sigue burlando Nat. Sin duda trae algo contra mí el día de hoy.

– Ignórala, enana. No despertó de muy buen humor.

– ¿Por qué? ¿Dónde durmieron? –pregunto con curiosidad.

– Nos estamos quedando en tu apartamento. Fue un poco difícil estar pagando un hotel por tanto tiempo, espero no te molestes, enana.

– Para nada, me alegra que hayan pensado en eso. –imagino que no fue tan lindo estar pagando casi cien libras diarias. –Entonces, ¿qué sucede, Nat?

– No te preocupes, no es nada. Ted está exagerando.

– ¿Yo?

– Olvídalo. Es mejor que consigamos algo de desayunar para Abby, que parece que morirá de hambre.

– No juegues con mi hambre, Natalie. Juro que a veces siento como mi estómago se come a mis intestinos. –digo con exagerado drama, haciendo reír a mis amigos.

Golpe Inesperado [N.H.]© Parte #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora