Golpe Inesperado [N.H.]© Parte #2

28. Verdades.

Abby

Camino con prisa hacia el ascensor, presionando urgentemente el botón para subir.
No quiero pensar, pero todo lo que acaba de pasar desde la noche anterior es de sentarse a pensar, y mucho.

¿Como rayos pasó todo aquello?

El ascensor llega abriendo sus puertas y entro en el, presionando el botón del piso de arriba. Una boba sonrisa inunda mi rostro al recordar el momento en que besé a Niall. Solo salimos a pasear y jugar con el elevador para luego regresar a su habitación y culminar con lo que desde hacía mucho tiempo se quedaba inconcluso. Y fue de lo más placentero que he pasado en la vida. O eso creo.

Los extraños sueños que tuve hoy vienen a mi mente como ráfagas y destellos, haciéndome creer que estaba dentro de algún deja vù. Una voz interna me dice que son mis recuerdos, de nuevo, lo que me hace sentir un poco confundida y perdida.

El ascensor se detiene en mi piso sonando su campanita y abriendo las puertas. Esto tengo que pensarlo luego con más calma.

Saco la llave de mi bolsillo y la pongo sobre el sensor, haciendo que la puerta se abra automáticamente y empujo con cuidado de no hacer aún más ruido. Nat me acribillará si se da cuenta que no dormí aquí anoche.

Para mi suerte no se escucha mucho movimiento o voces y entro de puntillas cerrando la puerta tras de mi. Camino atravesando la estancia rumbo a mi habitación.

– ¿Abby? –Mierda. Bueno, al menos es solo Ted. – ¿Que...?
– Ni una palabra. –él sonríe con diversión y levanta sus manos en rendición. Solo le dedico una mirada más antes de reanudar mi camino.
– Pedí el desayuno. Llegará en unos quince minutos.
– Gracias. –respondo finalmente, cerrando la puerta de mi habitación tras de mi. Necesito una ducha.

Me meto directo al baño y me deshago de mi ropa, sintiendo la ausencia de mi ropa interior. No puedo creer que Niall la haya roto, ¿era tan difícil quitármela? Sonrío al recordarlo. Al parecer tenía mucha urgencia por tenerme a su entera disposición.

Abro la llave del agua caliente y me meto bajo la lluvia artificial que hace despertar a mis aletargados músculos y me ayuda a calmar un poco mi mente.

En mis sueños hubo muchas imágenes que me parecían muy familiares, y aunque poco a poco parecen desvanecerse, hay unas en especial que se mantienen. Recuerdo despertar y ver muchos ramos de flores con unas rosas muy bonitas y peculiares. Eran blancas con las puntas rosadas, se veían preciosas y estaban por todos lados. Y lo que me pareció de lo más bonito y a la vez real fue un anillo. Al momento de querer tomar una de esas flores, pude ver mi mano, en ella traía un precioso anillo plateado con forma de corona, y lo que me parece singular ahora que lo pienso, es que creo que he visto ese anillo. Está guardado en mi habitación, en el apartamento en Londres. Podría jurar que es ese mismo.

Esto es una locura, estoy creyéndome todo lo que mi mente imagina. Terminaré volviéndome loca.
Lavo mi cuerpo y mi cabello y salgo de la ducha, proponiéndome no pensar más en eso por el momento. Debo disfrutar este último día con los chicos.

– ¡Buenos días! –saludo al salir de mi habitación. Ted se encuentra recibiendo el servicio de desayuno, mientras Nat busca algo que ver en la televisión.
– Buenos días, Abbs. Amaneciste de muy buen humor. –observa Nat y puedo sentir la mirada que me dirige Ted.
– Descansé muy bien luego del recorrido de ayer.
– Y que lo digas. Caí muerta, pero me siento mucho mejor.
– Creí que habías tenido una noche muy caliente, enana. –me dice Ted con tono burlón y solo puedo atinar a mirarlo asesinamente.
– ¿Como? –cuestiona Nat con una gran interrogante en su cara.
– Si, me desperté por la noche porque tenía mucho calor. Pensé en bajar la temperatura del termostato, pero solo lo dejé pasar.
– ¿Así que simplemente te quitaste la ropa?
– ¡Ted! Que sucio, ¿tu como sabes eso? –lo regaña Nat.
– Solo estoy suponiendo. –responde fingiendo inocencia. Idiota, creí que estaría de mi lado.
– ¿Podemos desayunar? Tengo un hambre atroz. –digo tratando de poner fin a este incómodo momento. Si no paramos esto, se pondrá tan tenso hasta que Ted me haga decirle la verdad a Nat.