Golpe Inesperado [N.H.]© Parte #2

21. Introducing me.

Abby.

Furiosa. Impotente. Y con muchas ganas de gritar.

Si pudiera, y si no estuviera mi vida en riesgo, golpearía la cabeza de Harry contra el volante. Pero soy civilizada, y encontraré una buena manera para desquitarme.

– Al menos ya sonríes un poco. –murmura a mi lado, mientras sigue conduciendo a no sé dónde. Podría jurar que solo está dando vueltas en la ciudad.

– Sonrío al imaginar lo que te haré cuando por fin baje del auto. –respondo entre dientes.

– Vamos, ya no estés molesta. La sorpresa te gustará.

– Ah, o sea que hay más. ¿Qué sigue? ¿Me atarás y robarás mis pertenencias? Porque déjame decirte que gracias a ti dejé mi bolso en la oficina. –él ríe como si le hubiera contado el chiste de la semana. Que Emily me perdone, pero juro que voy a golpearlo, siento que no deja de burlarse de mí.

– Algo mejor. –dice deteniendo el auto y apagando el motor. Observo a mi nada atractivo alrededor.

– Claro, ¿por qué no dejarme a la deriva en un peligroso y sucio callejón? –dios mío, hubiera preferido que me dejara atada. Y para colmo, él vuelve a reírse. Estoy harta.

– Deja la paranoia, Brooks. Jamás haría algo que te dañara. Además, seguro Niall me arrancaría las pelotas si siquiera estornudo cerca de ti.

– Al menos no soy la única que piensa hacerlo.

– Suficiente, tienes que verlo. Bajemos. –Harry baja y rodea el auto. Se acerca a mi puerta y la abre. Ahora no quiero soltarme del maldito cinturón. –Vamos, Abby. –su sonrisa me conmueve un poco, pero solo porque el desgraciado me cae demasiado bien. – ¿Confías en mí?

– Por desgracia, aún lo hago.

Me tiende su mano para ayudarme a salir, y la acepto. Al salir del auto noto el reducido espacio de donde estamos, lo que me permite hacer una maniobra de defensa. Sin vérselo venir, tomo sus antebrazos y levanto mi rodilla con fuerza, moliendo con gusto sus testículos. Sea una buena o mala sorpresa, se lo merece por su maldita broma de secuestro.

– ¡Ahhhg!

Con un alarido se dobla sobre su vientre, sujetando con ambas manos su entrepierna. Se toma unos largos segundos para respirar, y varias opciones pasan por mi cabeza. Podría salir corriendo de este apestoso callejón, o tal vez subir a mi auto, conducir de vuelta a la oficina y dejarlo aquí solo mientras yo llamo a la policía.

Pero también pienso que tal vez sería un tanto exagerado, así que mientras se lamenta y lloriquea en silencio, trato de calmarme y frenar mis ganas de cometer un homicidio.

– Bien, tal vez lo merecía. –murmura sin aire, y casi creo que tratando de no llorar. –Santos cielos, creí que te gustaban las sorpresas.

– Debemos hablar sobre tu definición de "sorpresa". –respondo con ironía, cruzando los brazos sobre mi pecho. –Escucha, Harry, no sé qué demonios planeas, pero...

– Por favor, solo confía. –me suplica, ya sin nada de diversión en su voz o su mirada.

Suspiro, derrotada porque si es que soportó un rodillazo en su parte más sensible, tal vez si sea importante.

– Está bien, si es tan crucial para ti...

– Lo es. Pero, necesito hacer otra cosa, y por favor no me golpees más, no fue mi idea. –ruedo los ojos a la espera de lo que sigue de este tormento. Asiento, resignada. Saca del bolsillo interior de su abrigo un pañuelo, lo extiende y lo enrolla. Oh, dios...