Latidos en la otra línea
« Una división perfecta que clasifique a nuestra gente, eso son las Sociedades. No queremos problemas ni demandas mendigantes. Cada uno se ajusta en la adecuada, hay igualdad en el interior de cada una. Es simple, equitativo, y obviamos que nunca se conseguirá un mundo sin ricos, sin pobres. El mundo sigue su ritmo y las Sociedades le aportan un poco de sentido humano y vitalicio. Es justo, es natural estar divididos pero a la vez estar unidos por una nación. Por lo tanto, presentamos nuestra oferta en este certificado oficial del Estado de Unión y Desarrollo.
– S. de Élite
– SS. Altas
– S. Espiritual
– SS. Estatus Medio
– SS. Bajas
– SS. Marginadas
– SS. de Traidores
[Véanse las anexiones a cada Sociedad en las siguientes páginas]»
Declaraciones de la secretaría del SEC, Acta Constitucional sobre la Labor Ciudadana, es decir, Sociedades, elaborada en 3808.
Me balanceaba de un lado a otro en la hamaca. Estaba tumbada en ella, colgada de un pequeño cenador de madera oscura en el jardín trasero de la casa. Los árboles no demasiado altos me rodeaban, cubriendo así el resto de casas en las otras avenidas de La Vega.
Balanceándome de un lado a otro podía tranquilizarme en su perfecta medida, respirando hondamente y disfrutando del ambiente que se recreaba en mis oídos con el agudo cantar de los pájaros, allí, cerca, como un baile prestigioso al que no podría pertenecer porque era demasiado sofisticado para mí.
Miraba a través de las rejas que formaban el techo permitiéndome así ver el cielo completamente azul sin rastro de un sol brillante que imperara aquel océano en la parte alta, como una cúpula. Sin rastro de ninguna reproducción sobre noticias de actualidad o imágenes agobiantes, sin rastro de ningún anuncio de publicidad invasivo. Me encontraba en un punto demasiado lejos del centro, demasiado cerca de la frontera, demasiado tranquilo para existir en medio de tanta sumisión y protección.
Aquí me sentía ligeramente expuesta, como si alguien estuviera a punto de venir a por mí al fin, para mi juicio, para acusarme de todo lo que hice, para apuntarme con el dedo índice y no arrepentirme, para caer de rodillas si hacía falta y entregarme porque lo merecía, porque no entendía qué hacía aquí, disfrutando de un resquicio de libertad.
Estaba tumbada, extendida con los brazos abiertos, preparada, dispuesta por si aquel ser desfigurado venía a por mí para llevarme lejos y desaparecer. Y no me importaba, me lo merecía. Y lo sabía, y lo aceptaba. Y sólo deseaba reunirme con él sin más lágrimas de por medio.
ESTÁS LEYENDO
Re-Cordar, el renacimiento de Mnemosine
General Fiction«La vida es la secuencia de un ser en el tiempo, y así lo es un recuerdo». Pasó mucho tiempo hasta que pude volver a nadar en el mar, en ese momento recuperé lo que siempre había sido mío. Ahora escribo desde el océano, a la deriva de la marea fraud...