Renuencia
«Soledad. Luto. Traición. Descendía a la Estalactita de Hérmida, bajo el Ácora, en la quinta Cripta, donde recluían a las aimas y éstas eran purgadas a la reclusión eterna. Ahora sólo quedábamos siete y una estaba en mis manos para salvarla. La amaba. Amaba a mi hermana. Formábamos el peor binomio nunca antes visto, la devastación y el mal, nuestras personalidades en el Drakie. Y no estaba descendiendo las escaleras de caracol, introduciéndome más en las húmedas paredes de la quinta Cripta, parcialmente nublándose el oxígeno, por seguir mis instintos o por estar cegada debido a mi perversa amante. Veía injusto lo que hicieron. No quería participar en sus juegos. Nunca debimos inmiscuirnos en los principios de los mortales, nunca debimos haberlos introducido en el juego de las personalidades. Ellas me empezaban a llamar la Bestia cuando supuestamente perdía los estribos y me dejaba seducir por el mal. Y simplemente, era mi trabajo, resolvía las injusticias y ponía letra a las torturas y a las sentencias.»
Anarcos, Cuentos de Hadas; Dama del Mal, 600 D.O.
El oxígeno escalaba mis pulmones y cuando aspiré, explotó en ellos. Miles de partículas los acribillaban, cosquilleándoles, electrizantes. Se integró en mí repentinamente, el hedor a sal, a mar, a libertad. La familiarizada playa me dio la bienvenida y me paré a interpretar qué estaba sucediendo.
No corría esta vez. Andaba por la mullida superficie, hundiéndome, enterrándome en las pequeñas dunas, admirando el escenario más virgen y privilegiado que nunca antes me había sido regalado.
El entorno era gris y contradictoriamente caluroso. El terreno era abrasador y alimentaba el resquemor punzante en las llagas de mis pies, en las pequeñas pompas que se habían formado.
No me atreví a pisar el manto del océano aunque estuviera pisando las más abrumadoras de las brasas y hubiera momentos donde me sintiese parte de las hijas despreciadas del fuego, las cenizas.
Mis pies trastabillaban. Para ellos, para los pies, las dunas de arena eran abismales muros que se interponían al paso de mi carne. Mis piernas flaqueaban como si fueran de goma, como si pudieran derretirse en la plasticidad de la que el resto de mi cuerpo estaba formado. Mis labios mendigaban agua.
Mi piel se despellejaba y por momentos las alucinaciones me hacían creer que estaba mudando de piel, como las ociosas serpientes, y que alcanzaba a ver la sangre y los músculos de mi sistema. Pero todo se quedaba en alucinaciones, en apreciar el siseo de las olas y en seguir reptando por lo que podían ser mis últimos alientos.
Y seguía sin atreverme a nadar en aquel océano imperante que residía a mi izquierda. Había algo que no iba bien. Algo muy profundo en mi ser le temía ahora, temía que fuera cierto que buceara en él y las almas me royeran, hambrientas, desesperadas por haber sido olvidadas, hasta los huesos.
Miré hacia atrás en un acto para asegurarme y eliminar mis temores. Un extraño suspiro de alivio salió de mi boca agrietada y sedienta, un suspiro de placer por no sentirme desafiada por ningún ser con origen desconocido. Una fuerza era la que me empujaba, no podía dejar de estar inquieta.
Sopesé en este momento. ¿Habían sido alucinaciones de mi cabeza? ¿Qué era yo? ¿Quién era yo? ¿Era mi cuerpo? ¿O era mis delirios?
Comencé a cojear donde ya no tenía planta del pie que no estuviera calcinada al calor o a la espesa calima. Estaba a la deriva de una fuerza que me hacía seguir andando, para sobrevivir. ¿Estaba sobreviviendo? ¿Desde aquí estaba luchando por mi vida?
Mi cuerpo estaba deshidratado. Se pudría conforme las ráfagas de brisa ardiente me golpeaban y las ampollas surgían por mi cuerpo vestido con unos ropajes tan endebles como mi carne, tan desintegrados como mi optimismo, tan deshilachados como los hilos de mi cordura.
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Re-Cordar, el renacimiento de Mnemosine
Ficção Geral«La vida es la secuencia de un ser en el tiempo, y así lo es un recuerdo». Pasó mucho tiempo hasta que pude volver a nadar en el mar, en ese momento recuperé lo que siempre había sido mío. Ahora escribo desde el océano, a la deriva de la marea fraud...