19- Fiebre

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El déjà vu que sentí cuando mis ojos comenzaron a abrirse lentamente fue indescriptible. Allí estaban esas paredes adornadas de arriba a abajo con bombillas, fotografías y rayos de luz que atinaban a colarse por las persianas mal enrolladas de la sala. Lo único diferente al día de la "fiesta" fue que mi temperatura corporal estaba por las nubes, lo que me hacía sentir un frío inapagable por mucho que me cubriese con mantas y mantas. Sudores fríos se resbalaban por todo mi cuerpo de arriba a abajo. El hecho de hacerlo era buena señal, estaba reaccionando al fin a los estímulos externos que suponía el entrar en calor poco a poco.

Non tenía fuerzas para agarrar el teléfono de la mesilla y mirar la hora. Estaba claro que ese día no iba a ir a clases pero tampoco podía quedarme todo el día en una cama ajena, incluso sentía como una especie de peso que me acorralaba la cintura que no me dejaba moverme por más que lo intentase pues solo me permitía girar sobre mí mismo para darme la vuelta en la cama y poder cambiar de posición. Había pasado demasiadas horas durmiendo de un lado y mi brazo comenzaba a doler. Maldije la gravedad por hacerme de las suyas en unos momentos tan difíciles para alguien que estaba enfermo.

Y, en efecto, todo estaba igual. El propietario de las sábanas bajo las que me encontraba estaba rodeándome la cintura con un brazo y estaba muy cerca de mí. Podía sentir su respiración y mis movimientos hicieron que casi nuestras narices se tocasen. Su indescriptible perfume me hizo darme cuenta de que no era a lo que me había acostumbrado antes de echarme a dormir la noche anterior. Era dulce y suave como él, y de alguna manera me traía recuerdos lejanos, muy lejanos. No tardó en abrir los ojos cuando tosí sin querer, tapándome la cara todo lo que pude para evitar contagiarle lo que quisiera que tuviese.

Sentí cómo su mano subía por mi espalda ligeramente y sus dedos acariciaban la tela de la camiseta vieja que me había prestado para evitar arrugar mi ropa y poder usarla al día siguiente. De poco sirvió ya que mis planes no eran ponerme en pie por mucho que quisiese, mis músculos tenían menos intención de moverse que una montaña separando el límite entre dos países.

Sin intercambiar palabra, Seokjin subió la mano que tenía atrapada bajo su propio cuerpo y la llevó hasta mi frente. Yo la noté algo fría, el estar cerca de cuarenta grados, o eso pude calcular antes de comprobar nada, no ayudaba a que sintiese algo que me proporcionase un mínimo de confort en lo que se refiere a calidez. Sus dedos eran más suaves de lo que recordaba, me acariciaban despacio y hacían que mis delirios se hiciesen más notorios causando que mi cordura se viese afectada por el contacto ajeno. Esos labios regorditos que tanto me gustaban estaban esbozando un bostezo a la vez que recobraban su estado de preocupación.

No, Yoongi, no pienses en cosas indebidas.

Pero tenía excusa, nunca mis hormonas se hacían con el control de mi cuerpo, o al menos de mi cabeza. Por una vez no iba a pasar nada. No era con Hoseok, entonces, ¿qué importaba? no iba a salir lastimado, ya que el que estaba deshaciéndose de las mantas que le cubrían para ir a por una toalla que poner en mi frente estaba soltero, sin ataduras, libre de prejuicios.

Namjoon.

Mierda, mierda, y mil veces mierda.

No, no, ¿mierda por qué? solo eran pensamientos y podrían haber sido con cualquier otro que hubiese despertado a mi lado aquella mañana. No era mi culpa ser tan bonito como lo era él. Era mi amigo, no debía pensar en él de esa manera. No me gustaba ni nada parecido, solo me atraía físicamente, era inútil negarlo.

Por fin se decidió a hablar cuando sus piernas quedaron cruzadas al encontrarse sentado en el borde de la cama, con un cuenco pequeño con algo de agua que dejó en el suelo para sacar de él una monísima tela rosa empapada con agua que depositó en mi frente aprovechando que estaba boca arriba con los ojos cerrados, intentando dormir para dejar de volverme loco yo solo.

-Buenos días. Esto te refrescará un poco. ¿Necesitas que llame a Nam para decirle que no vas a clases hoy?

No, no quiero que hables con él.

-Sí, mejor díselo. Yo estoy un poco indispuesto... siento hacer que te ocupes de mí.

-No te preocupes, me ofrecí yo solo a cuidar de ti. Esto es lo que me toca. ¿Qué hubieses hecho solo en tu piso? -Soltó una mínima risa antes de ponerse en marcha al exterior de la habitación.

Yoongi, ¿qué te pasaba? Fue porque te le encontraste a él al abrir los ojos y no a otra persona por lo que pensabas así. Fue eso, incluso si hubieses visto la cara de Taehyung habrías pensado lo mismo. Seguro, seguro.


El día transcurrió con la normalidad que puede tener un día para alguien que está sin moverse de la cama. A veces perdía la noción del tiempo de lo que dormía. Otras, me desmayaba sin más. Seokjin me había puesto el termómetro antes de ponerse a hacer sus cosas y dejarme solo y había marcado la horrible cifra de 39.7. Podría haber sido peor, siempre que mi metabolismo fallaba por esas fechas cogía una que no bajaba de cuarenta.

La situación se vio de lo más entretenida cuando llegó la hora de comer. Me sentí de lo más obligado a meterme la cuchara en la boca con la sopa que se me había preparado especialmente. Era deliciosa pero cuando me encontraba lleno hasta el último de mis cabellos de virus mi estómago se cerraba de una forma en la que ni el agua pasaba por el nudo que tenía en su entrada.

Llegó la tarde, y con esta las visitas. Namjoon vino a visitar a Seokjin con la excusa de querer visitarme a mí. No iba a estar preparado para la reprimenda que estaba esperando oír de su parte con el tan querido "código de los colegas".

-Con que durmiendo con la princesa. No tienes suerte ni nada. -No noté ni el más mínimo tono de queja en sus palabras, más bien fue un intento de animarme.

-¿Aprovechando para tirarle los trastos de nuevo? -Arqueé una ceja, aunque mis extremidades estuviesen indispuestas mi cara podía seguir expresando lo que mis palabras encadenaban con ellas.

-Realmente quiero verte. Además, no estoy haciendo nada.

-Lo sé, me lo comentó ayer. -Sonreí como un bobo al decir aquello.

-¿Te gusta la idea de que no lo esté intentando? Esa cara me dice que tienes más interés en él que yo.

Mi expresión cambió radicalmente. No, estaba claro que no. ¿Por qué todos se encargaban de juntar algo que no existía? Suspiré con pesadez y me revolví en el sitio para seguir con la conversación. Más le valía no cabrearme o mi fiebre comenzaría a subir por momentos.

-Es mi amigo, solo eso. Que no me guste nadie no significa que me vaya a fijar en el primero que pase.

-¿Y Hoseok?

-Hablé con él, y bueno... -hice una pausa, preparándome para su exclamación en cuanto le contase lo que venía. -Resulta que no me gusta, que estaba celoso del tiempo que Taehyung pasaba con él. Y... bueno, digamos que lo que hizo que me diese cuenta fue el beso que me plantó.

-¿¡Que hizo qué!? -casi gritó. No acostumbraba a ser tan escandaloso, no era bueno para su imagen de chico calmado y con las ideas claras.

-Tranquilo, Taehyung lo sabe. No lo hizo con otras intenciones, solo me quiso ayudar, y lo hizo.

-¡Vaya! Eso no me lo contaste ayer. ¡Con lo interesante que se ha vuelto esto!

Esa voz nos distrajo totalmente de nuestra conversación entre dos. Levanté mi vista por encima de Namjoon y encontré los, algo apagados, ojos de Seokjin mirándonos fijamente como si estuviese prestando atención a cada palabra que salía de nuestra boca. ¿Desde cuándo había estado escuchando? La puerta había estado abierta y era su casa, pero un motivo que no pude explicar fue el que realmente hizo que mi corazón diese un vuelco al recordar que había descubierto el pequeño secreto que le había ocultado el día anterior con tanto recelo y no el hecho de habernos espiado sin permiso.

Sentí a mi estómago revolverse, sensación que subió hasta mi pecho oprimiéndolo como si le hubiesen golpeado como un jugador golpea una pelota de fútbol.

«Tan malo como parece» - YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora