Le di un codazo al nuevo para que dejase de mirar de aquella manera a mi amigo, indicándole con la mirada dónde se encontraba lo que buscaba. No tardó en irse, y por mi parte yo me quedé en el sitio. Seokjin me miró, con los ojos tristes. Sus dos acompañantes no sabían lo que hacer. Se habían quedado observando la situación y ninguno se molestó en decir nada. Vi por el rabillo del ojo cómo cruzaban una mirada, los dos con la misma expresión, y después miraban al más mayor.
-Luego... Hablamos. -No estaba enfadado, no quería parecer enfadado. Realmente era solo una coincidencia, pero no me hubiese preocupado de esa manera si mi amigo no estuviese a punto de estallar en lágrimas. Su nariz estaba comenzando a enrojecer y sus ojos comenzaban a relucir con la luz de la calle que se colaba por las grandes ventanas acompañada por la de las bombillas que se encontraban en el propio lugar.
Tomé su orden y les traje lo que ordenaron, con normalidad, procurando que el pelinegro no se acercase mucho a la mesa de la que me estaba encargando yo mismo. Me resultó muy conveniente que Seokjin pidiese un batido de fresa, era curioso que le gustase la fruta que daba los zumos de su mismo color favorito. Hoseok pidió un café latté mientras que Namjoon pidió un americano y un pedazo de tarta, que supuse que compartiría con los demás. Incluso con el chico de rosa.
Ugh.
Esperaba que no hiciesen la típica escena de parejas en la que se dan de comer el uno al otro, con la típica frase de "di aaaah". Cómo detestaba ver eso.
Antes pensé, antes ocurrió. Observé cómo el chico más alto de la mesa se inclinaba hacia delante con un pedazo de tarta de queso, conduciendo la cuchara a los labios del que estaba sorbiendo con una pajita su delicioso tentempié. ¿En serio iba a hacerlo?
Por algún motivo me dirigí hasta la mesa, con paso firme y rápido. Algo dentro de mí no quería presenciar aquello. Sí, podría haberme dado la vuelta para no verlo y simplemente esperar unos segundos para poder concentrarme en el sitio de nuevo. Por poder, podría haberlo hecho.
Aprovechando que la cuchara se encontraba en el punto más alto de su trayectoria, me incliné suavemente y me interpuse entre Seokjin y Namjoon, y con una sonrisa, abrí la boca para devorar el pedazo tan delicioso que había preparado el cocinero.
-Delicioso, ¿no crees? -Tenía una mano apoyada en la mesa, que sujetaba mi peso, la cual retiré en cuanto me aseguré bien de capturar en mi cabeza la cara con la que se había quedado el causante de mi distracción. -Ya sabes que siempre me como el último pedazo.
Antes de alejarme soltando una sonora risa, miré al que no se había sacado la pajita de la boca y me relamí los labios para no perder ni un poco del sabor que podía proporcionarme la comida, o eso quise creer. Este me estaba mirando desde la mesa, y justo después de que dejase de embobarme con su embriagadora mirada mi vista se dirigió a la comisura de sus labios la cual portaba un pequeño color rosado producto del líquido que estaba bebiendo. Saqué una servilleta pequeña que guardaba en el bolsillo y le limpié aquel desastre con el pulgar bajo la blanquecina tela manchada del color de las fresas.
Menudos labios, lo poco que pude palpar de ellos me causó una sensación de lo más agradable. Eran esponjosos y grandes, y la forma que hacían cuando se curvaban de esa manera era preciosa.
Basta de pensar en labios ajenos, Yoongi. Primero los de Hoseok, ahora los de Seokjin. ¿Es que eres un fetichista, o algo así?
Continué mi jornada con normalidad hasta que llegó la hora de cerrar. Mis amigos se habían quedado charlando, supuse que a esperarme, lo que agradecí enormemente. Había olvidado que mi deber era acompañar a Seokjin a su casa, y aunque estuviese cansado, su esfuerzo había sido demasiado como para decirle que no en el último momento. No podía negar que estaba preocupado y ese era un factor importante. Podrían acompañarle mis otros dos amigos, pero... Era algo que habíamos decidido los dos, no era correcto no cumplir con ello.
Guardé mis cosas en la taquilla que me pertenecía desde hacía ya unos años, no sin antes cruzarme con Jimin y dedicarle una mirada asesina. No la percibió de esa manera, pero tampoco me importó. Solo quise hacerle sentir incómodo, por lo que no intercambié palabra alguna con él, o no tenía pensado hacerlo.
-Esto, Yoongi... -Se atrevió a hablarme. Muy valiente por su parte, pero ya debía tener buena razón para hacerlo. Le estaba cogiendo manía a lo tonto porque en realidad no tenía razones para hacerlo. Quizá eso era lo que me hacía detestable frente a los demás. -Gracias por lo de hoy. Me has ayudado mucho. ¡Espero que mañana me sigas tratando así!
-No hay de qué, mi deber al fin y al cabo es ayudar a los nuevos. -hubo silencio durante unos segundos. Cerré la taquilla con un golpe algo sonoro, lo que le hizo sobresaltarse y girarse hacia mí. -Jimin, tú... -¿Realmente debía preguntárselo a él? No le conocía de absolutamente nada. Entonces pensé en Seokjin. No, no, no podía enterarme por alguien que no fuese él. -No es nada. Mañana nos vemos. -Me di media vuelta y salí por la puerta, sin darle tregua para que me dijese nada.
En efecto, a la salida estaban mis amigos. Seguían conversando, tenía curiosidad sobre lo que podían haber estado diciéndose durante tanto rato.
-Ya estoy libre. ¿Os váis a casa? -Mi arte para echar a los demás era inimitable. Sutil y sincero, quizá esas eran las palabras que me describían.
-Sí, ¡Nam me va a acompañar! Las calles son un peligro para alguien tan guapo como yo~. -Hoseok, nunca cambiarás. Me reí por lo bajo, realmente lo dijo en broma pero sabía cómo sacarme una sonrisa. -Seokjin, pásate por casa cuando quieras, y puedas. ¡Tae estará encantado de verte! Cuando estemos juntos, claro, aún no compartimos piso. -O sea, que pensaban hacerlo. Bueno, al menos, no era mala noticia. Les tendría más cerca el uno del otro.
Nos despedimos con la mano, y cada uno puso rumbo a su destino. Yo, por mi parte, comencé a tiritar disimuladamente.
-No te has traído chaqueta. -Quizá el chasquido de mis dientes había sido algo obvio. -Ten, pero a la próxima no seré tan amable.
-No, no, estoy bien, no hace falta... -Tarde. Se había deshecho de su sudadera y me la había puesto en la cabeza, como si fuese un perchero. -Gracias. -Le contesté, mientras me ponía la prenda encima. Me quedaba grande, más de lo que pensaba. Me había fijado en que tenía unos hombros anchos pero no imaginaba cuánto. Él llevaba una camiseta negra de manga larga debajo, por lo que en parte me sentí aliviado. No pasaría mucho frío por mi culpa.
-Te queda bien. -sonrió, y me agarró del brazo tras dar unas cuantas pisadas tras asegurarse de que no había mucha gente por la zona. Seguía teniendo miedo, por lo que no me opuse en absoluto a lo que hiciera. Es más, si no me hubiese agarrado del brazo, le hubiese pasado el brazo por la cintura. A la próxima debía estar más espabilado. -Aunque, más que bien, te queda mejor que... que a Jimin.
En ese momento giré mi rostro bruscamente hacia la dirección en la que se encontraba el suyo. Iba a ser un viaje de lo más nostálgico, ¿verdad, Seokjin?
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«Tan malo como parece» - Yoonjin
Fiksi PenggemarUn estudiante, músico rebelde y dedicado, acaba en un psicólogo por obligación. Él está sano, pero quizá aquel chico de la esquina de cabellos castaños no lo esté. ¿Lo que hace es... sacar fotografías al suelo mientras tiembla? -Fanf...