20- Nervios

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En ese momento no supe si fue por la fiebre, porque había comido un plato de sopa en todo el día y mi cuerpo me pedía más alimento o por qué, pero sentí un nerviosismo que se me extendía sin parar por todo el cuerpo. Me quedé paralizado en el sitio como una estatua a la par que mi amigo, mientras observábamos cómo nos miraba Seokjin esperando una respuesta de nuestra parte, o al menos, de la mía. ¿Qué debía decir? ¿Cuales eran las palabras correctas, si las había, en ese momento? ¿Por qué me importaba tanto que ese "secreto" hubiese sido revelado?

-Eh... Oh, sí, lo olvidé. -Era obvio que no iba a colar. Fingí una pequeña tos y le di una pequeña patada por debajo de las mantas a Namjoon, pidiéndole desesperadamente que me ayudase a salir de aquello. Para mi sorpresa, más que ayudarme puso cara de que iba a empeorarlo todo. Buena excusa para arruinar un poquito la relación que teníamos Seokjin y yo para meter baza.

Por suerte, antes de que el que estaba siendo víctima de mi violencia camuflada pudiese entonar una palabra, el que teníamos acechándonos dio un paso para adentrarse en la habitación, y después otro, hasta poner su mano en mi frente para comprobar mi estado, no sin decir por el camino lo que se le pasó por la cabeza en aquel momento.

-¿Lo olvidaste ayer que estaba bien y no ahora, con fiebre? Entonces tendrás que ponerte malo para sincerarte, ¿no crees? -Su tono estaba siendo desgarrador, desafiante, como si me estuviese amenazando y en cuanto menos me lo esperase fuese a apuñalarme por la espalda. Acercó su rostro al mío más de lo que los límites nos podían establecer para establecer el mayor contacto visual posible, y en un abrir y cerrar de ojos tenía a Namjoon cogido por el brazo del cual tiró para empujarlo mientras lo seguía hasta el pasillo. -Vas mejorando, descansa un poco y mañana podrás volver a casa.

Cerró la puerta con suavidad, pero firmeza.

¿Pretendía que durmiera después de aquello? ¿Y encima sabiendo que estaría haciendo manitas o lo que fuese que hiciese con el otro? Ya era mayorcito para no andar bajo las órdenes de nadie, ¿no?

Con todas las fuerzas que puse reunir me puse en pie para, supuestamente, ir al baño. Tenía que comprobar si se había cabreado, y si lo había hecho, decirle que no tenía derecho. Al fin y al cabo eran mis temas personales, y yo no sabía aún nada de él. ¿Es que eso no lo llegó a pensar? ¡Solo conocía su nombre, su casa y sus gustos por la música! ¡No era justo! Por el camino les pillé hablando en el pasillo, dirigiéndose al salón, y agarré a Seokjin del hombro tambaleándome sin conciencia.

-Tú, tenemos que hablar. Nam, siento interrumpirte con tu intento de ligue, pero ¿puedes dejarnos solos? -Entrecerré los ojos y le miré con el rabillo de estos. Asintió sin más, en ese momento no me extrañó que no se hubiese negado para no perder el tiempo ganado con mi amigo, y fue a la entrada por su cuenta mientras que yo me encargué de llamar la atención de Jin. De no haber sido porque mis rodillas golpearon el suelo estrepitosamente dudaba de que se hubiese girado. Me cogió por la cintura para llevarme de vuelta a la cama pero antes de que me tumbase, me acomodé sobre el borde de la cama, sentado, junto a este, con la esperanza de poder entablar un mínimo de conversación con él.

Le agarré de la camiseta, por la altura del pecho, y le hice mirarme a la cara. Sus orbes castañas relucían con las luces de colores de las pequeñas bombillas en las paredes. Había pulsado el interruptor por error pero no me molestaron en lo más mínimo.

-¿Te has enfadado? -El enfadado era yo, o al menos mi garganta quería que lo pareciese.

-No.

-No me mientas.

-No te miento, no me he enfadado... -Ahá, ahí le pillé el punto débil. No podía mentir, no se le daba bien. Más que nada, parecía que lo odiase.

-Seokjin, por favor.

-Es que no estoy enfadado. Quizá un poco molesto... ¡Pero eso no importa!

-¿Molesto por qué? ¿Porque no te haya contado lo del beso? -Noté cómo un escalofrío recorría su cuerpo de arriba a abajo. Era más predecible de lo que parecía, aunque a simple vista era un libro completamente cerrado, lleno de sorpresas por descubrir.

-Puede.

-No tienes derecho. -Y es que no lo tenía, ¿por qué narices le molestaba?

-Sí, ya lo sé. ¡Por eso no importa!

-Pues hay algo que sí importa.

-¿El qué? -Su tono sonaba apenado. Él no quería sentirse así y ambos lo sabíamos. Eran simples errores, a veces tu cabeza te juega malas pasadas a la hora de decidir qué expresión debes tomar en respuesta a las consecuencias de los actos, tanto tuyos como de los demás.

-Tú. Tú importas. -No creí que fuese a tener aquella conversación con él. -Seokjin, no sé nada de ti, ¿entiendes? Me duele a mí más que a ti no saber cosas que querría saber. Pero verte temblar me aterra, cuando no quieres salir o cuando desvías mis preguntas sobre tu estado de ánimo, siento como si solo te aportase dolor. ¿Por qué no confías en mí? No te vas a poder librar de una "garrapata" como yo tan fácilmente, no tienes que tener miedo de contarme las cosas. -Tragué saliva, estaba cuidando mis palabras todo lo que podía, pero la pesadez y el malestar no ayudaban. -Quizá he sido yo, que me he tomado muchas confianzas contigo muy rápido y te he asustado. Pero me sentía tan bien hablando contigo... Si quieres que me marche, lo haré, solo tien...

-¡No! ¡No es eso! -Su respiración estaba agitada y su tono también. Le había conseguido poner nervioso, más de lo que pretendí. -A mí también me encanta hablar contigo. Eres un chico estupendo y siempre me tratas muy bien... Es solo que... Mi pasado no es agradable.

-¿Y el mío sí?

-Pues... no...

Por fin se dio cuenta de su problema. ¿Y si la solución para que se le quitase le miedo no era contarle los problemas a alguien ajeno, sino a un amigo? Su primo le visitaba pero no el suficiente tiempo, y solo hablar con una persona, única y exclusivamente con una... Era más cansado que placentero.

No podía sonarme el teléfono en un peor momento. Aprovechando el silencio que se había formado, alargué el brazo para cogerlo y pude darle a la tecla de "descolgar" cuando lo tuve en mi oreja.

-¿Sí?

-Ey, Suga. ¿Cómo vas? -Ese era... ¿Jackson? No me había dado tiempo a leer el nombre de quien me había llamado por lo que me iba a llevar la sorpresa de todos modos. -No tengo mucho tiempo, así que te lo resumiré. Está viniendo mucha gente por las mañanas y me han dicho que te lo diga ya que necesitamos ayuda, te necesitamos, aunque aún estemos en mayo. Además, tendrás que enseñarle cómo funciona todo esto al nuevo. La semana que viene tienes que incorporarte como sea, con tu horario normal, claro. El que cambia es el mío, pero no tengo problemas, ¿podrás? -Fantástico, así sí que no tendría tiempo de avanzar en mi relación con Jin.

-Sí, claro, el lunes estaré allí. -Al menos podría ahorrar algo más de lo normal, y eso estaba bien. -Nos vemos.

-¡Adiós!

Colgué y de nuevo fijé mi vista en el castaño. No me importaba que hubiese escuchado mi conversación, había algo más importante en ese momento que tratar, y nada me lo iba a dejar a medias.

-Bueno, como iba diciendo... -Este chico solo sabía dejarme las frases a la mitad, porque, de nuevo, me volvió a interrumpir sin previo aviso.

-Iré.

-¿Cómo?

-A tu cafetería, iré. Me tendrás que acompañar de vuelta a casa, pero... Prometo contarte más cosas sobre mí por el camino. ¿Qué... te parece?

La mejor idea que había podido tener. Me preocupé en parte por lo que podía pasar si salía mucho, en cómo le podía afectar, pero si lo proponía él mismo no podía hacer menos que confiar. Por un momento sentí que gracias a mí iba a avanzar en la cura de su atormentador miedo.

-Me parece perfecto.

Por fin se respiraba un aire apaciguador y suave. El mundo no quería que discutiésemos, y así hicimos. Nos dedicamos una sonrisa y por fin puse volver a recostarme tranquilo. Solo deseé antes de cerrar los ojos que esa noche volviese a tenerle conmigo, aunque como de costumbre, no tuve el valor de pedírselo.

Eres un cobarde, Min Yoongi.

«Tan malo como parece» - YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora