La mañana se cernió sobre nosotros con lentitud, permitiéndonos despertar calmadamente, relajándonos y acomodándonos a la luz que poco a poco el sol nos emitía desde la ventana entreabierta de su dormitorio. Cuando abrí los ojos lo primero que vi fue el cuerpo de Seokjin, más concretamente su cuello. Respiraba sereno y tranquilo, y cuando pude ser consciente de lo que me rodeaba noté que me encontraba apresado entre sus brazos, uno descansaba bajo mi cabeza y el otro me cubría hasta atraparme por la cintura. El roce era casi inapreciable, pero a esas alturas era algo normal entre nosotros. Mientras esperé paciente a que despertase, me puse a tocar sus cabellos alborotados que caían por su frente, tapando sus cejas, o parte de ellas. El fino color roble que lucía su cabeza me apasionaba, aunque no fuese nada del otro mundo para mí era un color único y especial del que todos deberían estar celados.
Poco a poco, las pestañas del más alto se fueron moviendo para dar paso a su mirada, que se clavaba mi rostro.
—Siempre me despiertas tocándome el pelo.
—Buenos días a ti también. —El beso no taró en llegar, seguido de unos más pequeños y cortos que inundaban la habitación de suaves sonidos mañaneros. —¿Qué tal has dormido?
—Bien, contigo siempre duermo bien, aunque tengas cuarenta grados de fiebre o estés celoso de tu mejor amigo. —Lo cierto era que las únicas veces anteriores a esa que había dormido con él habían sido cuando aún no tenía claro nada, si me estaba enamorando o si solo era una excusa para distraer a mi mente.
—¿Te duele?
—Creí haberte dejado claro que tenía experiencia. —En un arrebato de picardía, Seokjin se subió encima mío, colocando sus piernas a los lados de las mías, con los antebrazos apoyados en la cama y la cara a pocos centímetros de la propia. —Aunque quizá te haga falta una segunda ronda para que te lo demuestre.
—¿Desde cuándo eres tan rebelde? —Le atrapé la cara con mis manos para atraerla lo poco que faltaba a la mía. Esa vez, el contacto de nuestros labios fue apasionado, nuestras lenguas se movían como imanes que se pegaban entre sí y no faltaron los mordiscos en los inferiores ajenos. Nos deseábamos, desde luego que lo hacíamos, todo eso era un sueño a mis ojos que deseaba que no tuviese fin. —Hace mucho que no estoy abajo, pero contigo podré hacer una excepción. —Entre bocanada y bocanada de aire sentencié mi orgullo, y aunque no fuese mi rol favorito no me molestaba estar bajo los deseos de mi acompañante
—¿Seguro?
—"Te amo, Min Yoongi"—No quería repetirlo, por lo que preferí jugar un poco con él. En cuanto le recordé lo que me dijo la noche anterior intentando imitar su tono sus mofletes cambiaron a un color más rojizo de lo que estaban y se abalanzó a mi cuello.
Sin duda, esa mañana íbamos a estar más entretenidos que ninguna otra.
~
—¿Qué vas a hacer? —Me miraba fijamente. Seguía despeinado, pero entre unas cosas se había hecho la hora de comer, y nunca había estado más feliz de ver a alguien devorando un plato de fideos instantáneos.
—No lo sé, tengo...
—Miedo, ¿verdad?
Sí, tenía miedo, pero no era una novedad; me lo había estado repitiendo desde que vi al miembro de mi familia que menos deseaba encontrarme. Después de terminar de amarnos durante toda la mañana nos habíamos sentado a recargar energías, quizá yo más incómodamente pero era algo por lo que estaba dispuesto a pasar. Mientras le ayudaba a hervir agua y a preparar la mesa le estuve contando todo lo que había pasado desde que se había ido, incluyendo mi pasado y las razones que llevaban a mi hermano a comportase como lo hacía. También le había dicho que el chico con el que me había encontrado a punto de pegarme era Chanyeol, el mejor amigo de Baekhyun, y que aunque no pintase nada en el asunto estaba ahí, acechando para abusar en cualquier descuido.
Sabía de sobra que Seokjin estaría asustado de dejarme solo, pero le dejé claro por todas las maneras posibles que no debía preocuparse, y que Jackson había estado ayudándome todo el tiempo, que estaba bien a su cuidado. Acordamos en invitarle a una cena como agradecimiento por ocuparse de mí, además de los chupitos que le debía.
—Pero no les puedo hacer ver que les temo, o sino harán lo que quieran conmigo.
—Y si...
—¿Propones algo?
—Quizá lo mejor sea que vayas. Piénsalo, no te acosarían y arreglarías las cosas, y no tendrías que toparte más con ellos.
—Pero si lo hago, Baekhyun habrá ganado una vez más. No puedo dejar que...
—Min Yoongi. —Dejó los palillos sobre la mesa y me miró, con el ceño sutilmente fruncido. —Deja tu orgullo de lado, debes afrontar esto. Sabes que todos te apoyamos.
—Yo... —Me callé, realmente tenía razón. Por mucho que lo pensase, esa era la mejor manera de sobrepasar ese asunto. Solo tenía que aguantar unos cuantos días en mi casa y volver, y después podría estar viviendo tranquilamente con Seokjin.
—Pase lo que pase sabes que te voy a ayudar, seas pobre o rico, trabajes o no, te tiñas el pelo o te lo dejes castaño, ¿me escuchas?
—Creo que ya sé por qué me enamoré de ti. —Me rechinaba a mí mismo diciendo esas cursilerías pero de vez en cuando no estaba mal declarar lo que sentía.
De alguna manera, el más mayor era el pilar de mi fuerza y quien me permitía obtener las ganas para dar un paso más en el camino de mi vida. Aunque odiase la idea de separarme de él, no podía depender de una persona y por mucho que el otro tuviese para mantenerme siempre tenía que aprender a valerme por mí mismo. No debía vacilar y tenía que mantener el equilibrio de mis decisiones, al fin y al cabo así había logrado que el chico frente a mí estuviese prendado detrás de un rubio que le tiene miedo a una ciudad.
Aunque tuviese conciertos pendientes, no salí en todo el fin de semana de la casa de Seokjin. De alguna manera habíamos hecho un trato; yo hablaba con mi hermano para volver y podía convivir tres días bajo su techo. En momentos parecíamos una pareja de recién casados, aunque no hubo ningún tipo de discusión. El domingo a última hora vinieron Hoseok, Taehyung y Namjoon, y les contamos el resumen de la situación. Como era de esperar, ellos estuvieron al tanto y prometieron cudiarme, como siempre lo hacían, y ellos serían los que me recibirían cuando volviese de Daegu mientras Seokjin estuviese en Japón.
Después de volver ver partir al apoyo emocional de mis bajones, me dirigí en busca del local de Jooheon con la esperanza de reencontrarme con la persona causante de todas mis inseguridades para, de una vez, enfrentarme a sus reglas.
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¡Ey!
Vale, esto es IMPORTANTE.
Aunque sé que quizá el Jikook sea una OTP que no sea del gusto de todos vosotros que me leéis (y lo respeto, por supuesto, cada cual con sus preferencias) estoy escribiendo una historia llamada The Heaven con esa pareja como principal.
¿Que por qué os digo esto? Porque realmente tengo mucha ilusión puesta en ella, llevo mucho tiempo pensando en cómo sería y va a ser una de las mejores cosas que escriba (creo yo).
Os invito a leerla, como siempre. Si os gusta, mirad qué bien, algo más para vuestra biblioteca. Si no, pues nada, qué se le va a hacer.
La cosa es que me gustaría mucho que en especial ese relato llegase a muchas personas, simplemente para que disfrutasen de lo que yo estoy disfrutando al escribirla.
De las demás podéis pasar, pero a esa hacedla caso, porfa (?).
Nada más que decir.
¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
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«Tan malo como parece» - Yoonjin
FanficUn estudiante, músico rebelde y dedicado, acaba en un psicólogo por obligación. Él está sano, pero quizá aquel chico de la esquina de cabellos castaños no lo esté. ¿Lo que hace es... sacar fotografías al suelo mientras tiembla? -Fanf...