Ya habían pasado más de diez días desde que Seokjin había llegado a su destino, días que había sentido eternos, días a los que acompañarían más aún ya que estaban realizando un photobook y una serie corta en diferentes lugares del país antes de ir a Estados Unidos y saber si el castaño tendría que mudarse a otro continente o se quedaría donde en un principio le había conocido. Por suerte podíamos hablar todos los días gracias a que él tenía contratadas llamadas gratis, por lo que más de alguna vez se había quedado dormido cuando nos contábamos cómo habíamos pasado el día, o incluso llegábamos a comentar lo que habíamos comido solamente por escuchar más tiempo la voz del otro.
Para mi alivio, no estaba haciendo nada en todo el día literalmente. No necesitaba ir a clases y no empezaba a trabajar hasta un par de semanas después. Había empezado a quedar con Namjoon para ir a todos aquellos sitios a los que no habíamos podido ir entre clases, a veces nos llevábamos al grupo aunque la ausencia del menor de todos se notó, se había ido de viaje al poco tiempo de irse Seokjin pero al menos no estábamos tan apartados los que no teníamos a nuestra persona especial como antes de que se fueran.
Un día perdido entre los demás, mientras volvía a casa después de haber ido a comprar algunos alimentos, me crucé con Jackson, que salía de trabajar. Era un empleado fijo y muy amigo del jefe por lo que casi siempre estaba cerca de mí, era un buen amigo al que recurrir si algo me pasaba.
—¡Anda, si es Yoongi!
—Buenas, Jackson, ¿sales ya de trabajar?
—Sí, he cumplido por hoy. —Su sonrisa era una de las cosas más cálidas que me podía regalar. Nunca me cansaría de decir lo buena persona que era y su facilidad para animar a los demás. —¿Esta noche vienes
—¿Dónde?
—¿Jooheon no te llama? Desde que reapareciste en el local han estado esperando que vuelvas. Y a un tal Jimin también.
—¿Ah, sí? Podría pensarlo...
—¡Venga, anímate! —No me había dejado terminar del todo, y me había empezado a insistir. Si algo había aprendido de permanecer con Jackson era que cuando empezaba a presionarte con algo, o aceptabas o te podías pasar el resto de tu vida aguantando hasta que dijeses que sí.
—Pero solo por hoy. Agradece que me sepa de memoria mis canciones y solo tenga que calentar la voz.
—Sí, sí, ¿a las once en la puerta de la cafetería? —Y también, otra cosa que debías aprender sobre el rubio era que en cuanto obtenía lo que quería, ignoraba todo lo demás.
—Llama cuando llegues.
—¡Lo haré, nos vemos!
No está mal darse unas vacaciones de vez en cuando, pensé. Quizá me entretendría rapeando mientras esperaba a que Seokjin volviese, o que al menos supiese si se iba a quedar o no. No podía pasar todos los días sufriendo, ya que le deseaba lo mejor desde la distancia y que pudiese obtener el trabajo. Sin duda, que lo aceptasen haría que su popularidad aumentase aún más y le diese más oportunidades a la hora del trabajo.
La noche cayó como una manta sobre el cielo, aunque no anocheció hasta bien entradas las diez. Se notaba que poco a poco estaba entrando el verano y con él las madrugadas tempranas y los anocheceres tardíos. Puntual, Jackson estaba esperando en la entrada del bloque de edificios de mi apartamento.
Después de hablar con Seokjin y darle las buenas noches, bajé y nos dirigimos andando al lugar. Había un largo camino pero nos gustaba recorrer la ciudad juntos. De alguna manera, con él me sentía seguro fuese por donde fuese, aunque nuestra altura fuese prácticamente la misma. Su expresión podía intimidar a cualquiera que se nos cruzase por la calle, y no sería la primera vez que su voz ahuyentase a varios que se acercaron con malas intenciones a nosotros en el pasado.
Por fin, llegamos al sitio. No necesitamos decir nada a nadie para poder acceder, ese lugar era como la casa de nuestra segunda familia, incluso los nuevos empleados sabían de nuestras caras y no ponían en duda dejarnos acceder sin poner pegas.
Jooheon había cambiado la ambientación a una rojiza, como su color de pelo, y abrazó al rubio en cuanto le vio, intercambiándose unas palabras inaudibles para mí debido a la persona que estaba deleitando a los presentes con su voz en el escenario.
Pronto sería mi turno.
Y cuando lo fue, hice una de mis mejores presentaciones.
Amaba rapear una de las primeras canciones que compuse; Agust D, y por lo visto el público también. Sentí que había descargado todas mis penas y mi angustia por la separación de mi ser querido en esa canción de un momento a otro, poniendo la rabia en mis cuerdas vocales y transmitiéndola por doquier, bañando a los oyentes con una infinita despreocupación y liberación de mí mismo. No valoré lo necesaria que era la música en mi vida hasta que no me percaté de que sostenía el micrófono en mis manos y la base de la canción se estaba apagando poco a poco, dando paso a que las luces se fuesen atenuando para finalmente apagarse y dejarme vía libre para bajar y disfrutar de las siguientes presentaciones que se harían esa noche, entre ellas la de Jackson, el cual se encontraba rodeado de chicas en la barra a las que nunca hacía caso mientras hablaba con el pelirrojo que ayudaba a servir bebidas. Me enternecía lo bien que se llevaban, eran amigos de la infancia, casi como hermanos, pero esa ternura se escapó cuando una de las pretendientas se le intentaba acercar a robarle un beso, que avispado rechazó con soltura alegando que tenía que prepararse para salir a cantar. En su lugar, me reí. Nadie pensaría nunca que alguien como Jackson, despreocupado y libre, estaría detrás de otra persona incluso desde antes de que yo mismo le conociese.
Cuando tomé asiento en la barra esperando a que el empleado me sirviera alguna bebida, noté cómo un hombro de un chico chocaba con el mío. Todo se hubiese acabado en una disculpa de no ser porque su rostro me era tremendamente familiar y me traía demasiados malos recuerdos.
Nos quedamos mirando, él portaba una expresión relajada mientras que la tensión se podía medir en mis músculos. Sentí que sabía que nos encontraríamos, que por alguna razón acabaríamos cara a cara sin oportunidad de vuelta atrás.
—Tiempo sin verte. —Escupió, con una sonrisa en los labios que delataban su malicia en ella.
—Pensé que te habías quedado con mi hermano, Chanyeol.
El simple hecho de pronunciar su nombre me heló las venas. Esa iba a ser una noche bastante insoportable.
ESTÁS LEYENDO
«Tan malo como parece» - Yoonjin
Fiksi PenggemarUn estudiante, músico rebelde y dedicado, acaba en un psicólogo por obligación. Él está sano, pero quizá aquel chico de la esquina de cabellos castaños no lo esté. ¿Lo que hace es... sacar fotografías al suelo mientras tiembla? -Fanf...