42-Límites

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La noche no tardó en caer, y menos tardamos nosotros en meternos en el coche para regresar a nuestras casas. Habíamos cenado en el pueblo al que pertenecía el puerto abandonado, un gran restaurante pasaba desapercibido entre casas tan pequeñas, ¡el chef debería haber estado en la ciudad! No hubiese tardado en hacerse famoso, sin duda.

Estábamos en la gasolinera cuando dejé de pensar en el beso que me habían dado esa tarde. Todavía recordaba los esponjosos y suaves labios que tanto había querido probar, el nerviosismo que había sentido, las ganas de reducir aún más el contacto físico... Simplemente había sido perfecto. Quién diría que Min Yoongi, frío y sin sentimientos, había dado uno de sus mejores besos frente a una puesta de sol, como en las películas.

Namjoon se bajó a echar gasolina, mientras que el resto dormían excepto Seokjin y yo. No dejaba de mirarle desde el asiento trasero, su espalda ancha nunca dejaba de fascinarme y más de una vez me había quedado embobado con ella, aunque más que con ella, era con Seokjin con quien mi mirada se perdía entre sus mechones y ojos del mismo color café tan único que a mis ojos se apreciaba. Cuando quise darme cuenta, por alguna razón el que se encontraba fuera del coche se disponía a fotografiar al que tuve el placer de haber probado horas antes, y por algún motivo me moví para centrarme en la foto y crear un recuerdo bonito que poder colgar en la pared.

Seokjin lo notó y me habló, a diferencia del que hizo el rol de fotógrafo, pues decidió terminar su tarea de llenar el depósito y nos dejó a solas con la cámara.


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—Sales muy guapo. —No quitaba la mirada del papel, al igual que yo, curiosamente fijándonos en el contrario. Apoyé la cabeza en el respaldo del asiento en el que se situaba él para observarla sin cansarme, y aprovechando que nadie miraba nos dedicamos un corto beso antes de escuchar la manecilla de la puerta del copiloto abrirse. —Espero no dormirme mañana y que Tae no se canse de esperarme.

Había quedado con Taehyung de ir juntos al aeropuerto, siendo el más joven su chófer ya que no quería cansarse conduciendo. Más que nada sonaba a capricho, pero ¿quién iba a negarse a esa cara de cachorro que hacía al pedir las cosas? Aunque con Tae no había sido el único con el que había concretado horarios. Saldrían de casa sobre las nueve de la mañana, y antes de meternos en el coche para volver el castaño me había separado del grupo para proponerme ir media hora antes a su casa para pasar un rato los dos a solas antes de que tuviera que marcharse.

No recordé mucho de la conversación en la parte de delante del vehículo cuando me acurruqué en el hombro de Hoseok para dormir y prepararme para lo que me esperaba el día siguiente, que no iba a ser poco.

~

Otro domingo en el que me levantaba antes de las diez. Juré que no descansaría hasta que el responsable pagase por todo el daño que estaba haciendo a mi reputación como "rey del sueño" que tantos años había tardado en construir. A esa hora no se habían puesto en pie ni los pájaros, y solo había ancianas caminando por la calle con un carro de la compra con ruedas en la mano para ir a comprar al mercadillo semanal de la ciudad. Di gracias de no ser una anciana y tener en mente otras cosas que hacer ese fin de semana.

«Tan malo como parece» - YoonjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora