22. Sin Escapatoria.

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Sin Escapatoria.

Ningún hombre conoce lo malo que es hasta que no ha tratado de esforzarse por ser bueno. Sólo podrás conocer la fuerza de un viento tratando de caminar contra él, no dejándote llevar.

Clive Staples Lewis (1898-1963) Escritor británico.

1.

El hombre de cabello lila apretó la mandíbula, enfurecido luego de escuchar el informe de su segundo al mando.

El teniente había sido preciso, nadie había sobrevivido a un ciclón de aquel tamaño. Si estaban en lo correcto y Amyas se había adentrado en la tormenta no lograría salir... ni él ni ninguno de los civiles.

— Siga en curso — ordenó con determinación.

— ¿Pero Comodoro?

Blas levantó el rostro y le dedicó una mirada fulminante que le hizo tragar saliva, aterrado, luego le hizo los honores y se dirigió a cumplir la orden.

Ya había permitido demasiadas atrocidades en nombre de una maldición que estaba seguro que el mismo Williams había creado, no iba a permitir que más vidas se perdieran. Iba a evitar que esas personas murieran aunque tuviera que morir el mismo.

— Por justicia — susurró con determinación. Se puso de pie y salió de la habitación con resolución. Pensaba dirigir aquel ataque personalmente, aunque eso implicara insubordinación contra Taka no me o contra las mismísimas estrellas ancianas, si tenía que revelarse contra el gobierno para hacer lo que creyó que haría sirviéndoles, estaba dispuesto a volverse un criminal. Los dados habían sido lanzados.

2.

Cuatro de los cinco barcos frente a ellos los rodearon, de manera que un grupo considerable de hombres uniformados de manera ligeramente conocida abordaron al Merry. El ataque comenzó a cernirse sobre los muchachos, quienes espalda con espalda habían comenzado a responder con fuerza en la pelea.

Los chicos se separaron para comenzar a atacar. Cortes, patadas y algunos disparos eran la orden del día. Nadie dejaba de atacar, la orden había sido clara, "— Cánsenlos, no los maten". Así que los invasores estaban haciéndolo lo imposible por mantenerse de pie y seguir peleando contra ese par, pero las olas y las habilidades combinadas de los chicos estaban impidiendo que pudieran trabajar con tranquilidad. Ahora debían estar en el tercer encuentro con los mismos soldados, quienes se levantaron otra vez y volvieron a embestir.

Sanji miró ligeramente nervioso al grupo de enemigos que les estaba atacando, seguramente eran entre cuarenta y sesenta hombres, pero lo que de verdad le preocupaba era el hecho de que estaba pasando lo mismo que cuando los atacaron en Eris.

Se separó de Zoro en un elegante salto y quedó en medio de un grupo en la proa del Merry. Se apoyó en sus manos con firmeza y comenzó a girar velozmente repartiendo patadas que enviaban a los hombres fuera del barco. Apoyándose en su mano derecha lanzo una potente patada que envió a uno de los soldados, de regreso a un barco enemigo, a una velocidad impresionante, la fuerza fue tal que al impactarse contra el mástil lo hizo caer provocando que el navío comenzara a hundirse mientras los hombres abordo se pasaban a otro de los barcos.

Se incorporó con calma y encendió un cigarrillo con algo de dificultad debido a la inmensa lluvia. Se giró a ver la cubierta al escuchar el sonido que hacían las espadas de Zoro al hacer cada corte, un rápido movimiento del espadachín había hecho volar al resto de los invasores fuera del barco. Se apoyó en la barandilla y saltó hasta quedar frente al peliverde.

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