Activity X |Laughing Jack|

10. Sonríe.

Laughing Jack

Oh, vaya. Vendrán más "amigos". Tendré más diversión, los volveré mis amigos.
-Oye Chrissie -chilló la morena-. Tengo algo que decirte.
Su voz es un fastidio.

-¿Sobre qué? -preguntó Chrystalle-.

Oh, Chrystalle. Mujercita ingenua.

-Sobre los asesinatos.

Chrystalle abrió los ojos como platos.
Una sonrisa se divisó en mis labios.
-Dime, Ally...

-Hay algo de lo que no sabíamos. ¿Sabes lo que son los Creepypastas?

¿Creepypastas? Esta chica no piensa con racionalidad.
-Creepy... ¿Pastas? ¿Es broma, Ally?

La morena vio a Chrystalle con sus negros ojos.
-No. Son... ¿Seres? No sé cómo llamarlos. Seres que son asesinos, por haber sufrido anteriormente, por locura, o por gusto.
-¿Seres? ¿No son humanos? -preguntó Chrystalle, abriendo los ojos-.

Oh, pequeña Chrystalle. Aquí viene la parte divertida.
-Algunos sí. El punto es que estos asesinatos me parece que tienen que ver con ellos... Especialmente con Jeff the killer.

-Jeff the killer... He escuchado algo sobre él -dijo Chrystalle-. Lo voy a checar -agarró su celular y en esos momentos perdí mi cordura-.
Divisé el switch de la casa, y lo apagué.
Fui a verlas a través de la ventana. Era hora de la diversión.
Introduje una de mis negras garras, abriendo la puerta de la casa.
Escuché cómo las chicas se estremecían. Podía sentir sus palpitaciones.
No podía verlas, pero no hacía falta: podía sentirlas, y ellas a mí.
Agarré a la primera chica por las muñecas, sin importar quién fuera, y le puse un pañuelo con una droga somnífera en su boca. A los pocos segundos dejé de sentir su forcejeo para escapar. Una sonrisa se divisó en mi rostro.

-No la mataste -chilló la voz de la morena-.
Oh, era ella. Muy bien. Chrystalle se viene conmigo y ésta mocosa se queda aquí, pero antes de ello, le daré una lección para que deje de chillar como una desgraciada rata de alcantarilla.

-Por supuesto que no, mocosa -escupí-. Con ella me divertiré. Contigo... Simplemente marcaré tu final.

Antes de que articulara algo, la tomé por los brazos y los troné. Ella chilló de dolor.
-Cállate. No hagas ruido, te irá peor.

Tajé su pierna con mi cuchillo.
Desde la oscuridad podía ver el reluciente cuchillo manchado con la inmunda sangre carmesí de esta humana chillona.
-Bebe de tu sangre -le ordené, acercando mi cuchillo a su boca-.

Ella lo hizo.
-Muy bien, mocosa engreída. Aquí está tu recompensa -dije tallando con mis garras una cruz en su mejilla-.

Un grito de dolor estremeció la casa.
-¡Cállate! -ordené y le di un golpe en su estómago-.

-Por favor -dijo con un hilo de voz-, no nos hagas daño.
Reí ante su súplica.

-El dolor es mi motor. El verte sufrir y el ver tu cuerpo putrefacto siendo carcomido por las ratas, después de haberlo sido torturado despiadadamente, es mi alimento. Quiero romperte. Quiero despedazarte. Quiero escuchar tu último grito sofocante antes de morir. Quiero ver cómo te ahogas con tu propia sangre y cómo tus intestinos son estirados y aplastados por mis propias manos. Quiero oler tu putrefacto cuerpo, que apestará menos que todas las mentiras que han salido de tu boca.

Le di un fuerte golpe en la nuca, para dejarla inconsciente.
Tomé a Chrystalle con mis brazos, lista para llevarla a mi mundo.
Pero escuché sirenas. Sirenas de coches de policías. No. Todavía no puedo arriesgarme tanto. Solté a Chrystalle rápidamente.

-Estúpidos los humanos. Deben saber que las sonrisas no sólo se crean por la felicidad, sino por la hostilidad y la maldad. Eso te demostraré, Chrystalle. No serás una ingenua humana como los demás, mientras seas mi presa. Y si no hay algún otro remedio, te mataré despiadadamente, sin siquiera haber jugado contigo.
Quiero oír el crujir de los huesos de mis presas. Quiero romperlos. Quiero despedazarlos. Quiero que sonrían, pidiendo piedad. Quiero que sonrían, aguantando sus lágrimas. Quiero que sonrían, mientras agonizan. Quiero hacerlos sonreír... Y que vean que no sólo hay una forma para sonreír. Esto no se quedará así.
Y salí de ahí, entre humo negro y caramelos de colores.