18. Duérmete.

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Chrystalle

Me encontraba mirando la televisión. Sin prenderla. Estaba pensando en todo. ¿Cómo un jodido asesino entró a mi casa? Yo había cerrado todas las puertas. No entiendo de dónde apareció. Ya no me arden las cortadas que me hizo, sólo me duele la caída de las escaleras.

Creo que tendré muchos moretones.

Decido ir a la cocina por alcohol. Siempre tenemos alcohol, Theo suele hacer fiestas los fines de semana que no trabaja.

Saqué una botella de Vodka y me serví un vaso. Me lo tomé rápidamente, tomé otro. Sólo quería olvidar lo que estaba pasando en mi vida. Quería olvidar que estaba metida en un estúpido juego suicida, que me pueden asesinar en cualquier momento, que me siento sola, que no tengo pareja, que empiezo a sentir algo por un asesino. Sólo quiero olvidar un poco de todo. Tomé otro vaso, y otro.

No sé cuántos he tomado, perdí la cuenta. Ya casi me termino la botella. Me siento mareada, escucho risas, miro hacia el cielo y puedo observar cómo el techo da vueltas lentamente.

Decido subir a mi habitación, lentamente. Con dificultades, llegué a mi habitación y me acosté en mi cama.

Inmediatamente, siento un peso adicional en la cama, y volteo y Laughing Jack se encuentra a mi lado.

—Hola -le digo-.

Laughing Jack me sonríe.
Miro sus manos, y tiene una cosa roja carmesí que se ve pegajosa.

—¿Qué es eso de tus manos?

—No querrás saber.

—Tienes razón, no quiero. ¿Qué haces aquí?

—Pasé a verte, ¿no es obvio?

Me río. Sí, qué estúpida pregunta.

—Ya veo. ¿Por qué querías verme?

—Te ves adorable así.

—¿Así? ¿Así cómo? -pregunto, enarcando una ceja-.

—Borracha.

—No lo estoy -digo, haciendo un puchero-.

—Lo que digas, Chrystalle -responde, sonriéndome-.

—No me digas Chrystalle.

—¿Por qué no?

—No me gusta mi nombre. Es que es un nombre muy anticuado y feo para esta época. Tú tienes un nombre más sexy y eso que es uno puesto hace más de dos siglos.

Laughing Jack ríe otra vez, y me doy cuenta de que me gusta su risa.

—Me gusta tu nombre -dice él, pasando una mano por mi cabello-.

—No hagas eso -le digo, sonrojándome-.

—¿Que no haga qué?

—Coquetear conmigo.

—¿Por qué no?

—Porque después me enamoraré de un asesino.

Al decir esto, Laughing Jack abre sus ojos, sorprendido. Yo sólo me río.

—Jack -le hablé-. ¿Te gustan las películas?

—No.

Lo miré haciendo un puchero.

—¿Cómo que no?

—Son una pérdida de tiempo.

—Anda, ve una conmigo -le dije-.

—No.

En ese momento, lo vi directamente a los ojos. Lo jalé hacia mí y lo besé.

Al principio, Laughing Jack parecía sorprendido, pero después, me siguió el beso.

—¿Ahora sí quieres ver la película? -le pregunté, con una risa juguetona-.

Él se limitó a negar con su cabeza.

—Bueno, si no quieres ver una película conmigo, entonces...

—No, Chrystalle -me interrumpió-. Mañana trabajas. Ya duérmete.

—No tengo sueño -le respondí-.

—Duérmete.

—Sólo me dormiré si te quedas conmigo -le dije-.

Él se quedó mirándome, sin decir nada.

—No. Duérmete ahora.

—Quédate conmigo.

Me miró una vez más y se acercó a mí, y depositó un corto beso en mis labios.

—Adiós, Chrystalle.

—Espera... -le dije, pero ya se había esfumado.

Y me dormí, pensando en lo inciertos y complicados que eran los sentimientos y las respuestas de aquel asesino por el que suspiraba. A veces de dolor y angustia, otras, por amor.

Activity X |Laughing Jack|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora