2. Mente destructiva.

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Chrystalle

Abrí cansinamente mis párpados, los sentía muy pesados. Estaba en una caja blanca con dos cuadros inútilmente puestos para alegrar la habitación. Es deprimente la situación.

-Chrystalle -murmuró roncamente Theo-.

Debajo de sus grises ojos, tal cual cristales por los cuales tu reflejo era más vívido pero siniestro, se admiraban unas ojeras marcadas.

-No te quedaste tanto tiempo dentro -le dirigí una mirada de preocupación a Theo, porque ya sabía la respuesta-.

-Tres malditos días, Chrystalle -declaró notoriamente enfadado-, estaba jodidamente preocupado por ti; no sabíamos si ibas a despertar o a dormir por siempre.

Una chispa de esperanza brotó dentro de mí.

-Sabíamos? -pregunté-.

-Alysha y yo. Querida, ellos no saben nada -dijo Theo, apenado por mí-, no podrían venir. Yo estoy aquí para ti.

-Claro, les importa más sus malditos trabajos -opiné, furiosa-. Les importa más el dinero que su hija en un hospital, a la que le pudo haber pasado un infarto cardíaco o cerebral o una fractura; y ellos ni se enterarían de la compañía de sus amigos y capaz se olviden de dónde vivimos.

-Estás siendo drámatica, Chryst. Aquí estoy yo para ti en cualquier momento en cualquier lugar.

Abrieron la puerta rápidamente y la dejaron entreabierta.

-Srta. Chrysler y... ¿Es usted Theo Chrysler? -preguntó la enfermera con voz chillona y cabello rojo vivo rizado y ojos olor marrón oscuro, y Theo asintió-. El Doctor ha dado órdenes de dejarlos salir -sonrió y se marchó inmediatamente-.

Theo y yo nos miramos y él me sonrió. Mientras tomaba mi cambio de ropa, me bajé cuidadosamente y me vestí, mientras Theo abría la botella con agua y la bebía al mismo tiempo que revisaba los mensajes que me había mandado Alysha anteriormente.

-¿Chrys? -preguntó Alysha detrás de la puerta-. La enfermera dijo que despertaste.

-Adelante -afirmé con un grito mientras terminaba de vestirme-.

Se escuchó un chirrido al abrir la puerta.

-Chrys, yo... -comenzó a decir Alysha, perpleja- pensé que estarías peor.

Me reí.

-Siempre tan directa, ten cuidado, rompecorazones -le dije y ella miró de reojo a mi hermano-.

Arqueé una ceja.

-Qué pasó esa noche?

-No lo sé -respondió Alysha, alarmada-. Cuando llegué a tu casa, estaban las luces prendidas y había una nota pegada en la puerta.

Fruncí el entrecejo.

-Qué decía?

-No estoy preparada para visitas. Hay un río de sangre corriendo rápidamente por mi cabeza.

Yo nunca escribiría algo así, soy más explícita en esos asuntos.

-Alysha -intercambiamos unas miradas fijas-, iré a mi casa.

-Yo voy contigo... -antes de que ella dijera más, salí rápidamente por la puerta y corrí por el pasillo, mientras veía mi reflejo en los ojos de los doctores y las enfermeras, mientras escuchaba murmullos que no se podían entender.

Azoté las puertas de cristal del hospital al salir, y se escuchó un fuerte choque.

Sin voltear atrás, corrí por la inmunda soledad pavimentada hasta llegar a mi casa.

Revisé en mis bolsillos y encontré las llaves.

Abrí sin cuidado la puerta y la dejé abierta.

Más tragedia y soledad no puede cruzar esta entrada silenciosa

Subí rápidamente las escaleras.

>>Hay un río de sangre corriendo rápidamente en mi cabeza<<. No se me podían olvidar aquellas frases tan traicioneras.

Abrí la puerta de mi recámara y miré mi cama.

Encima estaba la fotografía de mi madre con mi padre. Con mi verdadero padre.

Ahora lo entendía todo. "Río de sangre corriendo rápidamente por mi cabeza".

Mi cabeza la ocupo en estar concentrada en la destrucción. La destrucción de mi familia; mi pena y mi dolor seguía acumulándose en una fotografía.

Y la parte literal, había un río de sangre corriendo por mi cama y por la fotografía.

Mi cama chorreaba sangre y la salpicaba en el piso. Esto era un río de sangre en mi cabeza.

A un lado de la fotografía, había una pieza de lo que puedo decir carne, cruda pero fresca y sangrienta, que por cada palpitación de ésta, me sentía más cerca..., era una masa sangrienta, la herramienta esencial de cada ser humano en vida, lo que nos mantiene respirando y viviendo cada segundo, por más miserable que sean algunos. Era un corazón, el que participaba en crear una gran parte del río sanguinario. Cuando di un paso más para acercarme, la palpitación desapareció. Ese es el secreto de la vida. El vacío.

Activity X |Laughing Jack|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora