Capítulo 11

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Volver a una rutina que ya no tenía sentido fue, por mucho, una de las cosas más difíciles de volver al distrito.

Era inútil fingir que muchas cosas habían cambiado en el camino, entre ellas, mi oportunidad por mantener a raya los disturbios en los distritos. Sus imágenes siempre se repetían en mi mente. Algunas, sobre personas tan indiferentes, conformándose con vivir la misma vida miserable de siempre y otras, con la furia ardiendo en sus miradas, exigiendo un cambio, arriesgándose para lograr obtener lo que por décadas el Capitolio nos había arrebatado. Libertad.

Volver a casa luego de la Gira fue poco soportable. Fingir que todo había salido de acuerdo al plan, pretender que la inquietud echando raíces en mi conciencia no existía, ocultar la paranoia que me mantenía despierta por las noches... ¿Como es que el presidente creía que yo calmaría a los distritos? ¿Podría haberlo hecho? Supongo que no.

Era un causa perdida desde el principio, y quizás ese era un pretexto suficiente. A veces, me dedico a pensar en en si llegaran a arrestarme por lo que sea, si me meteran un balazo en la cabeza o dejaran que siga con la farsa.

Ahora que el peligro parece tan latente, que he visto por mi misma de lo que el presidente Snow hablaba, a través de las pantallas en casa del alcalde me queda claro que no hay un lugar seguro.

Ni siquiera el bosque se siente como debería. No puedo controlarme, la tranquilidad no es para mí por ahora.
Este sitio que era mi lugar secreto y que ahora, gracias a las paranoias en las que me he consumido, siento que fue contaminado, incluso aquí Snow me podría haber espiado. Lo hizo cuando se enteró del beso entre Gale y yo, vigilarme en cualquier otro momento en el que me sentía segura, me hace sentir enferma.

Reunirme con Gale en cualquier otro punto demasiado obvio en nuestra rutina no parecía buena opción por eso, he sugerido el único lugar que todavía se siente como mío. La pequeña cabaña cerca del lago. El crepitar de la madera me ha distraído hasta ahora, mirar las llamas la consumiendola, ¿Lo mismo me sucederá a mí?

Quiero pensar que hasta ahora, nada ha sucedido, que el presidente lo ha actuado contra mí todavía, pero sé que podría hacerlo en cualquier momento.
Por fortuna, Gale aparece minutos después por la pequeña puerta de madera, teniendo que agarcharse para poder entrar y encontrarse conmigo.

Su sola presencia hace que el sitio parezca aún más pequeño, inclinándose casi todo el rato para encajar entre las desvencijadas paredes. Sin demoras avanza y deposita su bolsa de caza a su lado mientras se sienta junto a mí en un pequeño banco viejo, mirándome de a ratos mientras espera que diga algo, que le explique porque hemos tenido que encontrarnos aquí.

—Debemos escapar—le suelto al fin tratando de parecer tranquila y que con esas palabras, entienda la urgencia de mi petición.

Gale arquea las cejas, sin entender. Su expresión sigue siendo casi la misma.

—¿Y eso?— pregunta, enderezándose en la pequeña silla. Poco a poco su gesto abre paso al interés.

—Han pasado cosas... No estamos a salvo en el distrito. Nadie lo está, en ningún lado— tomo aire para contarle lo que tanto temo, es hora de que él también lo sepa y esté preparado.

—El Presidente me amenazó directamente, vino a mi casa antes de que comenzara la Gira de la victoria para decirme lo que buscaba de mí, el deber que tenía de arreglar las cosas. La gente no cree mi romance con Peeta, por eso...

—¿Tú debías hacérselos creer?— añade como si fuera del clima de lo que hablamos, mientras revisa la bolsa y saca par de manzanas que comienza a pelar con calma. Asiento con la cabeza, y espero a que hable de nuevo.

El Resplandor Del Sinsajo (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora