Capítulo 16

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El aire huele a hierbas y madera.
Toda la habitación se ha llenado de un intenso aroma gracias al té que mi madre ha preparado para ahuyentar el frío, encendiendo también la chimenea.

Es una tarde tranquila, demasiado. Prim ha terminado sus deberes, cruzada de piernas encima de la alfombra y mirando de vez en vez la televisión en transmisión obligatoria para todo el país.

—¡Van mostrar tu seción de fotos!— exclama, negándose a dejar ir su emoción. Desde que volviera del colegio, no ha dejado de repetir que la transmisión se tratara de mi y los planes de la boda.

Aunque sé que conoce el trasfondo, está emocionada, genuinamente interesada con la ilusión que todo el asunto de los preparativos le causa.

—Han tomado las fotos apenas ayer—respondo frunciendo el ceño sin mucha convicción. Aún puedo recordar el espantoso peso de las pomposas telas.

Prim me mira, encogiéndose de hombros.

—Eso es lo que oí en el colegio— dice todavía demasiado entusiasta— ¿Tú que crees, Peeta?

Por un momento podría haber olvidado que estaba aquí, solo una fracción de segundo. Su mano sobre mi rodilla, cálida y reconfortante no puede pasar como un gesto desapercibido.

Ahora que pasa tanto tiempo en casa, Prim ha tomado mucha, demasiado confianza, cosa que le ha hecho darse cuenta que usualmente, ella y Peeta son muy similares. Su opinión suele parecerle muy importante.

— Quizás. Supongo que si lo has oído es una posibilidad— contesta sonriéndole a Prim, que asiente satisfecha de que le dé la razón.
Peeta le da un último sorbo a su té, encogiéndose inocentemente de hombros cuando lo miro.

—Si estás tan seguro que se trata de la sesión podrías quedarte— sugiero, intentando desafiarlo para hacer que se quede un poco más.

—Lo siento, Kat— se disculpa en un susurro, esbozándo una mueca triste. Aprieta cariñosamente mi rodilla, dejando su taza de té sobre la mesa. —Si no es muy tarde, podría pasarme después y claro, si tu madre...

—Siempre eres bienvenido aquí, Peeta— interviene mi madre con amabilidad.— Sobre todo si Katniss te quiere aquí.

—¡Eso significa que siempre puedes venir!— exclama Prim con tono juguetón, levantándose del suelo.

—Eso es un honor— contesta Peeta, riéndose con mi hermana de la expresión de enfado que supongo debo tener.— Pero me tengo que ir.  Gracias por la cena señora Everdeen, adiós Prim.

Su sonrisa no desaparece mientras está despidiéndose de ambas, mi hermana le sonríe de vuelta, agitando su mano en forma de despedida desde el sofá, donde se ha hecho un ovillo.

— Deberías quedarte a ver la sesión con nosotros— insiste ella una última vez, levantando las cejas— Así podrías ver lo bonita que se ve Katniss con esos vestidos ¡Eran muy bonitos!

—Estoy seguro que se verá preciosa. Posiblemente lo vea en la panadería donde tengo que ir ahora, y cuando vea el vestido que más me guste, te llamo y te digo que tal me ha parecido.

—Bien— acepta Prim ligeramente más animada.— Yo ya tengo mi favorito, y mamá también, a Katniss ninguno le ha gustado mucho, de hecho...

Me quedo allí, mirándolos. Es extraño darme cuenta como dos partes de mi vida, ajenas y al mismo tiempo, con completa relación han conseguido unirse y formar parte de mi nueva vida diaria. Me vuelve loca la manera en que ambos conviven, lo bien que se llevan, y lo mucho que Prim adora que él pase tiempo aquí con nosotras.

Quizás debido a la soledad en la que las tres siempre hemos vivido, a lo que estábamos acostumbrada, o tal vez es que la presencia de Peeta siempre logra ser encantadora. Es solo que, verlo encajando de manera tan natural es sobrecogedor.

El Resplandor Del Sinsajo (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora