Capítulo 14

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Ha pasado una semana desde el incidente con Gale.

Al final, se ha recuperado lo suficiente para volver a su casa luego de unos días, con comida para él y su familia, mientras reunía las fuerzas necesarias para volver a las minas y seguir trabajando. Él no aceptaría más.

Lo ayudaría él y su familia tantas veces como me fuera posible, las mismas, que no alcanzarían para poder retribuir la ayuda que ellos tuvieron muchas veces con nosotros, a pesar de ser más.

Pero ahora ya no se trata solo de agradecimiento, ni estamos en igualdad de condiciones, por mucho que le cueste aceptarlo.
Puedo estar bajo la mirá del presidente, pero sigo viviendo en una cómoda casa, con mucha comida y dinero para solo mi familia.

Gale debe aceptar mi ayuda, lo quiera o no. El invierno es una de las peores temporadas en el distrito y en su condición, sin posibilidad de volver a arriesgarse pronto en el bosque, parece ser su única salida. No podía simplemente creerse que todo lo que hacía era por mera lástima.

A mi también me costaba ofrecerle mi ayuda teniendo ideales casi idénticos. Pero recuerdo con exactitud aquellos días en lo que repartíamos lo que cazabamos de la forma en que creyeramos más necesario.

Aunque no quisiéramos aceptarlo, las cosas habían cambiado, pero yo había pasado por eso, sabía la impotencia que representaba ver a los que quieres sufriendo, muriéndose de hambre frente a tus ojos.

Por otro lado, todo parecía haberse confabulado para empeorar.
Tratándose de agentes de la paz, la mayoría eran personas asquerosas, sin importar que fueran menos violentos que en otros distritos, o que permitieran la caza ilegal con tal de hacerse con unas cuantas piezas de carne para la cena.

Todos representaban lo mismo.
La opresión del Capitolio.

Si bien todos estábamos acostumbrados a ellos, y sabíamos cómo funcionaban las cosas bajo su mando, nada nos preparó para el régimen que llegó con el nuevo agente de la paz en jefe.

Día tras día, todo el aspecto del distrito había cambiado, comenzando desde la plaza, el único sitio que antes parecía tener un poco del encanto que alguna vez tuvo el distrito ahora estaba reducido a ser un lugar en el que las torturas eran impartidas.

Diariamente, la gente ve los castigos ser repartidos. En la plaza, la gente en el distrito sufre, más allá de la miseria y la lucha por obtener algo que llevarse al estómago, tienen que soportar los azotes y torturas. Incluso se le castiga hasta a los más pequeños que, desesperados, siempre han buscado lo que sea que puedan comer.

Con el invierno en pleno apogeo, todos se mueren de hambre y cuando la gente no tiene más opciones entra en desesperación. Incluso aunque los castigos parecen horribles, es dejarte morir o sobrevivir y sé que cometerán los delitos necesarios con tal de mantenerse con vida.

Cómo podemos, intentamos ayudarlos lo mejor que podemos entre Haymitch, Peeta y yo. Siempre tratando de ser cuidadosos pues, de ser descubiertos, el problema no sería para nosotros, lo pagarían ellos. La gente pobre que no puede defenderse.

Con la nueva horda de agentes y reglas en el distrito no queremos tentar a la suerte de nuevo.

En casa, por primer vez, mi familia se encuentra relativamente a salvo. Y, mas cosas con Peeta han sido... Confusas.

No esperaba nada en realidad, no tenía expectativas sobre algo que nunca he vivido, pero tampoco hemos podido hablar demasiado, no estando a solas. Es cierto que nos comportamos completamente amables con el otro desde aquel día, pero la esperada charla entre ambos aún no ha ocurrido.

El Resplandor Del Sinsajo (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora