Capítulo 20

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Los mayores nos miran, intentando explicarse que demonios está pasando, pero Haymitch, restándole importancia sigue con la mirada clavada detrás, Effie parpa­dea en la mis­ma dirección.

-Parece que les con­si­gu­i­eron un set a ju­ego es­te año.

Me doy la vu­el­ta y veo a la chica Avox pe­lir­ro­ja que me aten­dió aquí el año pa­sa­do.
Pi­en­so qué ag­ra­dab­le es te­ner una amiga aquí hasta que caigo en cuenta de la imágen completa, el joven a su la­do, otro Avox, tam­bi­én es pelirrojo.
De­be de ser eso a lo que se refería Effie con lo del set a juego.
Después me re­cor­re un escalofrío.
Por­que tam­bi­én lo co­noz­co, de años de có­mo­das conversaciones en el Quemador, bro­me­an­do sob­re la so­pa de Sae la Grasienta, y después ese último dia viéndolo hacer inconsciente en la plaza cuando azotaron a Gale.
Nuestro nu­evo Avox es Da­ri­us.
Haymitch me su­j­eta con fu­er­za la muñeca co­mo si an­ti­ci­pa­ra mi movimiento. Hay­mitch me di­jo una vez que les ha­cí­an al­go a las len­gu­as de los Avo­xes pa­ra que no pu­di­era hab­lar nun­ca más.
En mi ca­be­za oigo la voz de Darius, juguetona y brillante, bromeando conmigo. No como se burlan de mí ahora los otros vencedores, sino por qué nos gustabamos de verdad.
Si Ga­le pudiera verlo... Sé que cualquier movimiento que haga ahora hacia él, cualquier reconocimiento sólo resultaría en un castigo.
Así que só­lo nos miramos a los ojos. Darius, ahora un esclavo mudo;yo, ahora en camino a la muerte. ¿Qué íbamos a decir de todos modos?
Él debería odiarme, si yo hubiera estado allí para detener a Thread, él no se habría adelantado para salvar a Gale, no sería un Avox, mi Avox.
Por­que es más que ob­vio que el presidente lo a colocado aquí a propósito.
Retuerzo la mu­ñe­ca para desasirme de Haymitch y me dirijo a mí habitación sin mirar a nadie más, echando el cerrojo tras de mí. Me siento en un lado de la cama, los codos sobre las rodillas, la frente sobre los puños, imaginándome que estoy en mi antigua casa del 12, acurrucada junto al fuego.
Cuando en algún momento Effie me llama a la puerta para ir a cenar me levanto y despojo del traje, lo doblo cuidadosamente y lo colocó sobre la mesa, con mi corona, en el cuarto de baño me lavo el maquillaje de la cara, me visto con una camisa simple y pantalones y voy por el pasillos hasta el comedor.
No soy con­s­ci­en­te de muc­ho durante la cena, salvó de que Darius y la chica avox son quienes la sirven. Effie, Haymitch, Cinna, Portia y Peeta están allí, hablando de la ceremonia, a este último evitó mirarlo.
La úni­ca vez que de ver­dad me siento presente es cuando vuelco a propósito un plato de guisantes al suelo y, antes de que nadie pueda detenerme me agachó para limpiarlos.
Da­ri­us es­tá jus­to a mi lado cuando empiezo a recoger, los dos estamos brevemente costado con costado, apartados de la vista de los demás. Durante sólo un momento nuestras manos se encuentran con desesperación, puedo sentir su piel, áspera bajo la salsa de mantequilla del plato, en el agarre de nuestros dedos, fuerte y desesperado están todas las palabras que nunca podremos decir. Después Effie me está dando golpecitos desde atrás, porque "¡Ese no es tu trabajo, Katniss!" Y él me suelta.

Poco des­pu­és de ir­me a la ca­ma después de ver la repetición de la ceremonia, oigo un golpe suave en mi puerta, pero lo ignoro, no quiero a Peeta cerca, menos si Darius está aquí, es casi tan malo como si Gale estuviera aquí, además, teniendo en cuenta la situación en la que seguramente nos encontró antes de que Haymitch llegará,, con Peeta besándome el cuello después de semejante drama que arme, imaginarlo viendo semejante escena me horroriza.
Al siguiente día, después de una noche repleta de pesadillas lo que menos me gustaría es ir al entrenamiento algo que sin duda no puedo evitar.
La sugerencia de Haymitch sobre hacer nuestro propio equipo en la arena es inútil, no me fío de ninguno de ellos, cosa que parece crecer con cada hora que pasó entre ellos, al final lo único razonable para mí son Seeder, Mags, y la pareja del tres.
Teniendo en cuenta que los demás parecen ser unidos y dispuestos a apuñalarte por la espalda.
A la hora de la comida, cuando no tengo más opción que sentarme con los demás, dado que ellos así lo han querido, Peeta se acerca a mí por fin, apenas y hemos hablado.
Intercambiamos información, en su mayoría consas informales, y siento que de verdad puedo estar volviendo a la normalidad hasta que saca a colación a Johanna y sus estúpidos apodos.
-¿Por qué es­tás tan en­fa­da­da?-pregunta Pe­eta-Por lo del ascensor? ¿Por lo que hice? Lo si­en­to, no creí que llegaría tan lejos y si te molesto que nos vieran..

El Resplandor Del Sinsajo (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora