Capítulo 18

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Demasiado aturdida aún, lo único que tengo en claro y por lo que lucharé es por la vida de Peeta, está vez no es por Prim no es por volver ni siquiera por mí, es por él, sé que nunca escribiré esas cartas, no soy buena en eso, como con los discursos para Tresh y Rue.
Sé que no volveré a verlos, así que decido olvidarlos, ya no tiene ninguna importancia lamentarme ni mucho menos guardar sentimientos que solo harían sofríe a ambas partes, entre la bruma en la que se a convertido mi vida sólo tengo claro la supervivencia, por qué sí, viviré pero sólo l suficiente para asegurarme de que Peeta saldrá de esa arena.
Si me dejó arrastrar por sentimentalismos no podré proteger a Peeta y entonces hasta en mi último deseo fracasare, no será fácil lo tengo claro, en la arena protegerlo de los demás tributos será incluso más difícil que si estuviera viendo por mí misma, la lista es grande, llena de todos aquellos que quieren matarlo, los vigilantes, Snow...incluso él mismo con sus deseos de salvarme.
Pero me tengo que repetir como un mantra que en realidad el problema soy yo, yo soy la que a iniciado esto y por lo tanto al morir tengo la esperanza y tal vez ingenua idea de que le dejarán en paz.
Para cuando Effie me llama para cenar estoy vacía, me despoje ya de todo aquello que me llenaba e identificaba, mi identidad quedó atrás y sólo espero poder ser la mortífera asesina que debo ser.

La cena es tan deprimente, la comida como siempre es deliciosa pero siento como si estuviera metiéndome a la boca cucharadas de nada, el ambiente, bueno, posiblemente aquello es lo más difícil...Haymitch apuesto a que le gustaría estar bebiendo en su habitación, Peeta y Effie intentan sin éxito entablar una conversación que ninguno de los presentes quiere avivar.

-Me gus­ta tu nu­evo pe­lo, Effie- comenta Peeta entre bocados.

-Gracias. Lo hi­ce preparar
es­pe­ci­al­men­te pa­ra combinar con la in­sig­nia de Kat­niss- me mira y sonríe, casi como si compartieramos el mismo secreto- Pensaba que podíamos con­se­gu­ir­te algo dorado y qu­izás encontrarle a Hay­mitch un
bra­za­le­te de oro o al­go pa­ra que
pu­di­éra­mos parecer un equ­ipo.

Pobre Effie, pienso, tan ingenua como todos los demás habitantes del Capitolio, sin saber que ahora mi insignia en los distritos es algo tan peligroso como una revuelta misma, su símbolo es exactamente eso, pero claro, en el Capitolio no deja de ser un bonito accesorio de unos juegos bastante interesantes.

-Creo que es una idea ge­ni­al-la anima Peeta sin mucho interés al ver que nadie contesta-¿Qué te pa­re­ce, Hay­mitch?

-Sí, da igu­al-contesta Haymitch que parece en medio de una resaca especialmente fuerte.

Effie suspira al mirarlo, luego recompone su semblante y vuelve a estar tan chispeante como antes.

-¿Qué les pa­re­ce que veamos la
re­pe­tición de las co­sec­has?- nos pregunta sosteniendo la copa en la mano.

El apetito termina por desaparecer con sus palabras, aunque termino por aceptar la idea.
Nos re­uni­mos en el compar­ti­men­to con la te­le­vi­si­ón pa­ra ver cu­ál se­rá
nu­es­t­ra competencia en la are­na.
Ha ha­bi­do se­ten­ta y cinco ven­ce­do­res en la historia de los juegos. Al­gu­nos son tan vi­e­j­os o es­tán tan con­su­mi­dos por enfer­me­da­des, drogas o la be­bi­da que no pu­edo situarlos, me encuentro entre la lástima y el alivio al ver su situación, de alguna manera tenemos ventaja, somos más jóvenes y fuertes, Haymitch mira todo con expresion inexpresiva, Effie en cambio suele soltar comentarios de lástima, sorpresa y tristeza, ni siquiera soy capaz de guardar la mayoría de información de cada tributo.
Algunos son descartados de mi mente al sólo verlos y trato, al menos de poner verdadera atención para los que serán una amenaza potencial. Cuando empieza a hacerse tarde los mayores se van a descansar, me gustaría hacer lo mismo de no ser por que sé que no podré dormir, así que me quedo sin opciones.

El Resplandor Del Sinsajo (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora