Granos de Café cubiertos de Chocolate

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Llevo 1 semana sin saber de Jos y Abraham ha estado mucho más distante que antes; casi termina mi turno, hoy saldré temprano para poder cuidar de Braulio, mi papá esta trabajando y mi mamá quiere ir a inscribirse a un curso de repostería.

-¿Alonso, podrías cubrirme unos minutos en el autoservicio?- dijo mi compañero desde la puerta del baño.

-Claro- respondí alegre de poder dejar de limpiar los baños. 

-Sólo tienes que entregar unos pedidos, ya están tomadas las ordenes- me explico.

Asentí, seria fácil. Estaba metiendo a la bolsa de papel la orden para el proximo auto, abrí la ventana y lo primero que vi fue un chico muy lindo, me puse un poco nervioso al verlo, entregue su pedido.

-Gracias- respondió el chico con una sonrisa muy coqueta. 

Estaba a punto de cerrar la ventana.

-¿Disculpa, pero me podrías cambiar el juguete?, es que mi novio ya lo tiene- explico el chico desde el auto y señalando a su novio.

Me agache un poco para ver a quién señalaba y al instante sentí que mi corazón se quebraba.

-Cl-claro...- dije tomando el juguete y buscando otro -¿éste esta bien?- pregunte mostrando el juguete.

-¿Te gusta ese babe?- le pregunto el chico a su acompañante.

-S-sí...- respondió el acompañante.

-¡Que pasen una linda tarde!- dije con un intento de voz animada y cerrando los ojos para evitarle el paso a mis lagrimas.

El auto salio del autoservicio y yo quería correr tras él, debía ser una broma o tal vez alguien muy parecido, no podía ser él... Él no sería capaz...

-¿Alonso, estas bien?- pregunto mi compañero.

-No, la verdad no, ¿podría irme ya?- dije con voz muy baja. 

-Claro, ve con cuidado- respondió mi compañero. 

Empecé a caminar en dirección a la salida, tallando mis ojos lo más que podía para evitar las lagrimas.  

-Alonso, alguien te busca en el estacionamiento.- dijo una de mis compañeras.

Mi corazón dudo, tal vez sea él, regreso porque se dio cuenta que cometió un error y él sólo me ama a mí.  Salí hacia el estacionamiento con el corazón en la garganta.

-¡Alón!- gritaron a mis espaldas.

Voltee y me encontré con la sonrisa más cálida del mundo.

-Jos...- corri a abrazarlo, ya no podía aguantar por más tiempo mis lagrimas, necesitaba liberarme del dolor. 

-Alón, ¿te lastimaste?, ¿qué pasa?- dijo preocupado el ojimiel. 

Las lagrimas no me dejaban hablar, la tristeza de mi corazón me hacia hipar, no quería ni decirlo pero tenía que hacerlo, obligarme a confirmar lo que vieron mis ojos. 

-Abraham esta con otro- escupí.

Me aferre más al cuerpo del ojimiel, mis lagrimas mojaban su ropa, todo estaba mal, todo lo que tenía se había ido.

...

Recetas para un mal de Amores.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora