Recetas para un mal de Amores.

Hot Cakes Japoneses

Dedicado a:

@Jalonsa_15, por hacerme reír en un comentario.

-¡Nos vemos la siguiente semana chicos!- dije alegre al ver que todos mis alumnos llevaban orgullosos sus bandejas de cupcakes.

-Chef Alfonso, ¿quiere probar uno de mis cupcakes?- dijo Roy, el más pequeño del grupo, además de ser muy tierno por sus grandes mejillas regordetas y rosadas.

-Seria un honor.

El pequeño se acerco a darme el cupcake y ambos caminamos hacia la salida del salón, mientras cerraba la puerta, pude ver que Roy caminaba a paso rápido con su madre, quién lo esperaba sonriente en la recepción, fue inevitable sonreír, incluso pude recordar las primeras clases de repostería que tuve, fueron con la mejor repostera que conozco, mi mamá. Tal vez deba ir a visitarla...

-¡Alonso!- gritaron a mis espaldas.

Todo mi cuerpo se tenso, sabía quién era, no quería voltear, pero tampoco podía salir corriendo de la escuela, respiré hondo y use mi mejor sonrisa falsa al voltear.

-¡Hola Jos!

-Hola... te he estado buscando toda la semana- dijo el ojimiel.

-Lo siento, he estado muy ocupado con los cursos- mentí.

Desde que vi que Jos y Rebeca estaban en el aeropuerto, entendí que había vuelto, seguramente se había encontrado mientras él estaba arreglando las cosas de su universidad. Debía marcar mi distancia.

-Almorzemos juntos, tengo mucho que contarte y...

-Lo siento Jos- interrumpí- pero tengo que ir a comprar algunos ingredientes, son para la clase demostrativa de este mes.

Cada mes, la Chef Paulina hace una clase demostrativa para que más personas se animen a tomar cursos de repostería, este mes, haremos cupcakes de globos de nieve, pan de frutas y casas de dulces, toda una celebración navideña.

-Alón, ¿esta todo bien?- pregunto Jos.

-Claro- dije aun con mi sonrisa falsa.

-Me estas evitando Alón... - dijo el ojimiel con una pequeña sonrisa triste.

Pude sentir que mi corazón se quebraba como paleta de caramelo que cae de una piñata, era imposible resistirse a esos ojos mieles y más aun si hace ese puchero de tristeza. Una voz interior empezaba a regañarme por lo que iba a decir.

-Si quieres puedes acompañarme...- dije intentando no mirarlo a la cara.

Su sonrisa apareció y con ella, mi corazón se volvió un chocolate totalmente derretido. Quería estar lejos de Jos para poder disminuir mis sentimientos por él, pero tampoco podía vivir sabiendo que esa mirada encantadora estaría triste por mi culpa.

...