Estabilidad...

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P.O.V Daria

Esta sensación que sentía desde hace semanas nunca la había sentido, me sentía querida y respetada por una persona a la que yo también le tenía cariño. Se que yo le había dicho te quiero, pero yo no se lo que es esa sensación.

Mi relación con Helena había mejorado mucho en estas ultimas semanas, quien lo diría. Al principio, solo la quería para mi como una más a la que follarme, pero había cogido cariño a esta adolescente.

Había quedado con ella al salir del instituto para ir a mi casa y estar un poco más tranquilas, últimamente oía muchos cuchicheos de los alumnos y no me olía muy bien, pensaba que los rumores habían terminado.

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Una vez las clases terminaron, esperé a Helena dentro de mi coche, para que no vieran que subía conmigo.

Mientras la esperaba, empecé a pensar el tema de la putita personal de Helena.
La policía había estado en el instituto varios días y habían interrogado a los profesores sobre el tema de la profesora de biología, Carmen.

Nunca volvió de Texas, nadie sabía nada de ella. Desde eso, Cristina y Germán no se habían acercado mucho a Helena, no se si por miedo o por no levantar sospechas. Yo tampoco sabía mucho del tema ni me interesaba, si esa maldita gorda estaba muerta muchísimo mejor.

-¡Hola! -acababa de entrar Helena al coche, sonriente como siempre, sacándome de mis pensamientos.

Se acercaba a mi para darme un beso el cual correspondí.

-¿Vamos?

-Vamos

Al llegar a mi casa, rodee el coche y le abrí la puerta para que pudiese salir. No se porque cuando iba con ella un impulso hacia que yo hiciese esa acción. Yo nunca había sido así.

Fui a coger el correo y había una carta igual que muchas otras, con amenazas, todas enviadas por la misma persona. No quería que Helena la viese osea que me la guardé, más adelante la leería.

Entramos  a la casa y al igual que la primera vez que estuvo aquí, bebimos un vino tinto. Cuando ya estábamos un poco mareadas comenzamos a besarnos.

El beso se iba intensificando cada vez más, las prendas poco a poco iban desapareciendo. Yo me quité las gafas que hoy me había puesto, ya que me daba pereza ponerme las lentillas y seguidamente comencé a besar todo su cuerpo, desde su cuello hasta su coño.
La giré y comencé a dar pequeñas mordidas en su espalda.

Cuando llegué al cierre del sujetador, se lo quité con la boca. Al acabar, ella se giró mirándome y sonriendo. Le quite esa sonrisa tan preciosa que tenía atacando sus labios.

Mientras dejaba pequeñas mordidas y chupetones en su cuello, empecé a bajar mi mano hasta la entrada de su vagina, primero​ introduje un dedo, luego dos y hasta tres. Cundo ya tenía los tres dedos introducidos comencé a hacer movimientos repetitivos, cada vez más rápidos.

Cuando llegó al orgasmo la besé atrapando su labio inferior con mis dientes. A continuación la cogí de la mano y fuimos a mi habitación de juegos para continuar la diversión. Nos dirigimos enseguida a mi gran cama.

Cogí una de las barras espaciadoras que tenía para mantenerle la piernas abiertas, una vez colocada las subí hasta atarlas a un gancho que había arriba de la cama. Cuando al fin le tenía abierta de piernas ante mi, empecé a comerle el coño.

Una vez se corríó, fui a coger una bala vibradora y se la introduje en marcha

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Una vez se corríó, fui a coger una bala vibradora y se la introduje en marcha. Mientras el instrumento hacía su función, comencé a morderle los pezones, su espalda se arqueaba de placer.

De pronto, cuando ya se había corrido otra vez, la desaté y tomó el control ella.

Me tumbó en la cama y se posicionó sobre mi. Comenzó lamiéndome los pezones y poco a poco iba bajando. Cuando llego abajo empezó a comerme el coño, haciendo pequeños círculos con su lengua sobre mi clítoris.

Me introdujo tres dedos a la vez y comenzó a sacarlos y meterlos a gran velocidad.

Una vez me corrí nos quedamos las dos sobre la cama mirando el techo, y yo me puse a pensar en comenzar una relación con Helena.

Yo no tenía nada de experiencia en esos temas, pero estaba cogiéndole cariño demasiado rápido a esta chica y no estaría nada mal salir con ella, aunque para ello tenía que solucionar cabos sueltos.

Uno de los obstáculos era... Paula.
Tenía que deshacerme de esa niñata.

Entre pensamiento y pensamiento el sueño comenzó a vencerme.

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Hoy era sábado, osea que no tenía que ir a trabajar y podría empezar mi plan para acabar con Paula. Solo tenía que dejar a Helena en su casa y después llamar a uno de mis contactos para localizar a la zorra de Paula.

Una vez Helena ya estaba en casa yo me dirigí en mi coche a la dirección que me habían dado para encontrar a Paula.

Ella estaba por las calles de al lado del instituto, espero que no estuviesen muy transitadas, si no, mi plan fallaría.

Justo cuando iba a pasar por la calle en frente del instituto, la vi cruzar mirando su móvil, despreocupada.

No tenía en mente hacer esto, pero espero que funcione.

Presioné el acelerador del coche hasta el fondo y me dirigí rápidamente en dirección a ella. Entonces, su cuerpo impacto en el morro del coche, pero en vez de salir disparada como pensaba, pasó rodando por encima del capó y por el techo del vehículo.

Cuando escuché su cuerpo caer contra el suelo que quedaba detrás de mi coche, miré por el retrovisor su cuerpo inmóvil.

No pude evitar sonreír ante mi gran acción.

Profe, te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora