En el despacho mejor

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Llegó el lunes, Irene me mando un par de mensajes pidiéndome que le explicara donde había estado y por qué había mentido a mis padres.

Y ahora que pensaba, Daria no me había dado su numero, aunque sería raro tener el número de mi profesora, ya es raro de por si hacer cosas sexuales con ella...

Hoy no me tocaba clase de física y química, una pena la verdad, tenia muchas ganas de verla y sentirla otra vez junto a mi.
Llego la hora del patio, estaba con Irene hablando de todo lo que paso:

- ¡¡¡¡La de física y química!!!! ¿Qué dices? Desde cuando te molan las maduritas, o desde cuando te molan las chicas, no entiendo nada, a ver, entonces has pa....

Le tapé la boca porque cada vez estaba subiendo más su tono de voz.

- ¿Te quieres parar un momento? A ver, te he dicho que no se lo digas a nadie, eso incluye que no lo grites a los cuatro vientos.

- Vale... me tranquilizo, lo que pasa, es que es bastante impactante la verdad...

- Ya lo se.-dije sonriendo al recordarla.

- ¿Entonces, te mola?

No le acabe de contestar ya que allí estaba ella, acercándose poco a poco hacia nosotras.

- Hola chicas, Sandra, ¿Puedo hablar un momento en mi despacho contigo? Es sobre tu examen y el rendimiento que llevas en la clase.

- Claro.

Me gire antes de irme a mirar a Irene, tenia una cara como de "I'm fliping"

Ya llegábamos a su despacho, no sabia muy bien por qué ahora, justo ahora me decía de ir a su despacho, igual me diría que todo había sido un error y que no me va a subir nota o tal vez iba a decirme simplemente que me caía su asignatura.
Al cerrar la puerta se abalanzó sobre mi y empezamos a besarnos salvagemente, me quito la camiseta rápidamente, entonces cuando paramos para coger aire después de ese beso, se quitó la camiseta, la lanzó y fue directa a un armario, un armario el cual, yo creía que solo habría folios, exámenes, anotaciones y cosas así, pero levanto uno de los estantes y saco una correas de cuero y un látigo de color rojo oscuro.

- Ven aquí.-dijo con tono autoritario.

No dije nada y fui directamente.
Apartó, bueno, mas bien, tiró todas las cosas que había encima de su mesa, y me ató manos y pies a las patas de la mesa, fue a la puerta y cerró con pestillo, con el látigo empezó a darme muy duramente en la vagina y el culo a la vez que decía:

- Oh si, vas a ser mía Sandra.

De repente paró de azotarme y vi que volvía al armario, entonces sacó un maletín grande y negro.
Yo seguía atada a la mesa, abierta de piernas y abrió el maletín delante de mi, tenía un montón de vibradores de todos los colores y de un montón de tamaños distintos.
Cogió el más grande, era de color negro, me lo metió a presión por el ano, y gemí fuertemente.
Empezó a sacarlo y meterlo, cada vez con más velocidad. Lo dejó dentro de mi en marcha, lo estaba gozando mucho.
Cogió otro del mismo tamaño más o menos y lo empezó a introducir en mi vagina, esta vez lo sacaba y lo metía más rápido, sentí que me había corrido y de repente me mire la vagina y caía algo de sangre, me acababa de desvirgar, que sensación más buena.
Entonces Daria se quitó los pantalones lo más rápido que pudo y empezó a masturbarse delante de mi.

Profe, te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora