♥ Sus pupilas vieron las suyas entre el gentío y se perdió como satélite en el cosmos, Jong Dae tenía no solo magia en la mirada, si no también en la voz.
♥ Inspirado en el subway de Madrid.
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¿Y esa canción?-preguntó Sehun mientras se acercaba masticando un chicle hacia su amigo.
Su amigo solo bajó la vista al mismo tiempo que guardaba la guitarra en el estuche viejo, Sehun notó que el ambiente no estaba muy rosa y que la razón estaba bajo su hombro al lado de la muchacha que ahora rondaba su cabeza.
América tomó la mano de Sehun y este la llevó algo lejos de la pareja que ahora parecía sentir cierta presión y no era para menos, aquella "caridad" había tenido a Jong Dae bastante afectado. Nunca pensó que algo podría golpearlo tanto hasta que la vio ponerse nerviosa frente a su hermano, le había parecido algo tonto pero simplemente había sentido que con ella podría todo fluir y ser especial. Sentía un pequeño dolor en el pecho y sentía como su acolchonado corazón empezaba a descocerse.
Jong Dae –susurró esta cuando este estaba guardando los billetes en su bolsillo- yo... lo lamento.
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Este alzó la vista avergonzado por lo que había pasado, aquella pared que había formado en todo ese transcurso de horas se cayó a pedazos como vidrios rotos que se rompen ante un impacto. Sus pequeños ojos vidriosos lo conmovieron tanto que tuvo que dar dos pasos cerca de ella para poder entrar en su aura mágica, Adele solo le dedicó una sonrisa sincera de disculpas, sin embargo, el descubrió que había algo detrás de eso.
Oye... está bien –le dijo este.
Por un momento creyó que toda esa presión la afectaba, los ojos de la pecosa recorrieron vergonzosamente cada esquina del subway, quería ocultar toda la avalancha de lágrimas que tenía contenidas en los ojos.
Se quiso preguntar porque y quiso también preguntárselo pero no lo hizo, sabía que no era tiempo todavía para entrar a ese campo que estaba dispuesto a conocer pero no en ese momento. Quiso recuperar esa sonrisa inocente entre los juegos de la tarde y quiso sentir aquella sensación de control y calma que sintió la primera vez que la vio caminar hacia él.
De verdad lo siento –volvió a decir para luego girar en su eje.
Cuando le dio la espalda sintió nervios y el mundo quería resquebrajarse ante sus piernas delgadas, algo tenía que hacer para detener ese sentimiento tan repentino de perdida. La cogió por el brazo, cogió su cara chompa de color azul marino y la atrajo hacia él despacio para no lastimarla.
