♥ Sus pupilas vieron las suyas entre el gentío y se perdió como satélite en el cosmos, Jong Dae tenía no solo magia en la mirada, si no también en la voz.
♥ Inspirado en el subway de Madrid.
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Adele seguía de pie frente al pequeño escenario mirando como la mentira había llegado tan lejos, quiso ponerse a llorar cuando vio a Sehun susurrarle algo al oído a Jong Dae que parecía estar perdido entre sus pensamientos mientras se acercaba al micro que estaba al centro.
La muchachita dio un paso al frente pero al instante Luhan la tomó del hombro haciéndola retroceder, no tuvo que girar la cabeza para oír con claridad la risa que se mandó, era malévola y su corazón dolió más en ese momento.
Su plan había salido a la perfección.
Querido diario... He conocido al amor de mi vida –susurró Luhan mientras giraba a verla con una sonrisa como si le dijese algo sumamente tierno- su nombre es Kim Jong Dae y toca la guitarra en la Estación Central del metro.
Luhan...
Sí "pecosa" –dijo sonriendo- yo tengo tu diario.
Adele se vio obligada a mirar al frente cuando este la apretujó por detrás y se quedó de piedra cuando su novio la miró entre todos los invitados, estaba claro que no sabían cómo reaccionar.
El muchachito golpeó ligeramente el micro con dos dedos y luego miró a las personas que estaban ahí, no entendía nada y desde el momento en que vio al tal Luhan abrazar a su pecosa se dio cuenta que estaba metido en algo horrible, su corazón también dolía pero debía continuar con todo.
Giró la cabeza ligeramente hacia Sehun que se acercó con una expresión seria, este le entregó su guitarra y le guiñó un ojo pero no sirvió de nada aquel gesto, estaba destrozado.
Jong Dae respiró hondo, cerró los ojos y los abrió sin dejar de mirar a la pareja al centro.
Buenas noches con todos –susurró ligeramente desviando la vista hacia los que supuso eran los padres de la pecosa- mi nombre es Kim Jong Dae y junto con mi amigo Sehun hemos venido a cantarles a la pareja que hoy estará comprometiéndose.
Jong Dae sabía perfectamente sus nombres pero trató de darse un respiro para buscar el papel que Luhan le había dado luego de estrechar la mano de Adele, ahí yacían sus nombres.
Luhan y Adele –susurró alzando esta vez la vista hacia ellos.
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