CAPÍTULO 15

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CAPÍTULO XV.

*narra Aída*
La verdad es que no sabía qué hacer... Creo que iba a hacerlo. Pero, cuando ya mantenía pulsado el dedo en el móvil para enviar, me negué a pedirle disculpas y borré todo el mensaje. No tenía nada del que disculparme. Si quería recuperar mi amistad, que me viniese a buscar.

*narra Alba*
Ya denuncié el robo y mi doctor me dijo que, tras un día, ya podía volver a salir a la calle y seguir mi rutina de cada día. Durante el tiempo que estuve en el hospital, no paré de pensar en Aída... Pero se la manera con la que se comportó conmigo no fue nada correcta. Si quería disculparse, que me viniese a buscar, yo no iba a ir tras ella.

Al día siguiente...
*narra Aída*
Necesitaba sacarme a Alba de la cabeza. La necesitaba olvidar. Mandé un mensaje a Gigi, ya que ella me hacía reír mucho y seguro que me olvidaría de Alba.
Aída: Gigi, quieres tonar una copa esta tarde-noche y charlamos?
Gigi: Creo que puedo, ahora te lo confirmo... Sí, sí que puedo
Aída: ¿A qué hora te paso a buscar?
Gigi: Ocho y media. Al portal de mi cada.
Aída: Más te vale que estés preparada, que siempre te tengo que esperar!
Gigi: Ya vigilo el tiempoo... Jajaj

*narra Aída*
Ya eran las nueve y media y Gigi seguía sin aparecer, qué raro... Si  embargo, cuando menos me lo esperaba, ella salía por el portal y me saludaba. La saludé yo también e hice una sonrisa algo forzada.
Ya nos dirigíamos al bar. Una suscriptora me paró para hacerse una foto conmigo. Ese gesto me alegró ya para todo lo que quedaba de día... Me alegró que me reconocieran por la calle.
Al fin llegamos al local. La verdad es que había mucha gente y me estresaba casi no poder moverme. De repente, vi a alguien entre la multitud que me llamó la atención. ¿Era mi hermano con una chica? Espera... esa chica me sonaba. Con ese pelo rubio, corto, maquillada, bien vestido... ¡Gigi!
Miré al lado mío y ya me había abandonado mientras me empanaba mirando a la nada en el bar. Cerré la boca de lo abierta que estaba de la sorpresa y me fui a por ella. ¡Ya lo que faltaba, que me quitase al hermano! Aunque yo la quería mucho.
De camino hasta donde se encontraba Gigi, el bolso se me cayó al suelo de lo mal cogido que lo tenía en la mano. Me agaché para recogerlo, pero no lo pude hacer porque una persona, muy amablemente, cogió y el bolso y me lo dió.

X: Toma, aquí tienes. (Me dió la espalda)
Aída: ¡Muchas gracias!
¿Oye, tú eres...?

Un secreto debajo de las sábanas [Dulcealba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora