CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO XXIII.

*narra Aída*
Ella era... La novia de Alba. Efectivamente, la chica que apareció en el momento más inoportuno de mi vida: cuando quería declarar mi amor hacia Alba. Por eso la odiaba tanto. No estaba Alba junto a ella, con lo que decidí hablarle para preguntarle dónde se encontraba.
Aída: Oye, ¿eres tú la novia de Alba?
Chica (entre risas): ¿Qué Alba? Jajaj
Aída: La chica con la que estuviste ayer.
Chica: mase llama Alba? Jajajaja no lo sabía.
Aída: ¿Qué mierdas dices?
Chica: Sí, chica, solo me apetecía liarme con ella y basta.
Aída: ¿Eres idiota? ¿Sabes que le gustas a ella?
Chica: Qué pena.

*narra Aída*
Inspiré muy profundamente para que no se me escapase la mano y le diese una torta. ¿Por qué existía gente así? Gente que se aprovechaba de los demás, que solo querían lo que les gustaba y lo único que sabían hacer era daño. A pesar de que intentase insipirar fuertemente, le metí una torta que siempre se acordaría de mí. Y sí, la pegué con la mano, ¿o acaso las chicas no podíamos pegar? No todas las chicas éramos unos cielos y angelitos caídos del cielo como la gente se pensaba. También teníamos sentimientos y nos merecíamos ser libres de hacer lo que queríamos. Tras ese gesto que le hice a la chica, le di la espalda y ignoré todos los insultos que recibí de su parte, pues su opinión me daba igual. Pensé en ir a casa de Alba y contarle todo el engaño en que estaba sometida y lo equivocada que estuvo compartiendo tiempo con ella. Sin embargo, al llegar a su casa, cuando llamé al timbre no contestaba nadie. Llamé un par de veces más, pero no se escuchaba nada. Decidí irme a mi casa, pues como era tarde puede que estuviese dormida y no la quería molestar. Por el camino hacia mi casa no paraba de pensar en Alba... No sabía si le sucedía algo o que estuviese metida en algún lío, y eso me preocupaba... Pero al final llegué a mi casa. Todo estaba apagado y mi familia ya dormía, con lo que me fui a mi habitación y cerré los ojos para descansar aunque fuese solo un rato. Al final no pude descansar mucho porque, sobre las tres de la madrugada, esuché un sonido que me despertó, como si me estuviesen llamando o llamasen al timbre... Alucinaciones.

Un secreto debajo de las sábanas [Dulcealba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora