CAPÍTULO 71

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CAPÍTULO LXXI.

Laura: Para evitar que pienses en ella he decidido que... Debemos ir a una discoteca a que conozcas a algun chico o alguna chica, quién sabe, pero ya va siendo hora de que te olvides de ella...
Aída: ...
Laura: Sé que es duro, pero para eso estaré yo a tu lado.

*narra Aída*
Le guiñé el ojo y le hice una sonrisa algo forzada, pero era mi amiga y no quería que se preocupase por mí, yo tenía que superarlo sola.

Ese mismo día, por la noche, sobre las diez, llamó Laura a la puerta de mi casa para recogerme en coche e ir a la discoteca más cercana. Estaba muy nerviosa por si iba a conocer a alguien o, quién sabe, puede que me encontrase a algún amigo por ahí.

Minutos más tarde, ambas llegamos a nuestro destino: la disco. Sin embargo, aparcamos en un callejón vacío que me daba muy mal rollo. Parecía que fuese de un barrio muy antiguo, pues las paredes de las casas parecían que se fuesen a caer de un instante a otro. Tenía algo de miedo, pero por suerte estaba acompañada de Laura y gracias a ella pude seguir adelante y no echarme para atrás y regresar al coche.

Tras unos minutos en el callejón, llegamos a la puerta de la disco. Esta puerta estaba cubrida por dos agentes de seguridad que evitaban que entrasen menores en el recinto. Laura y yo tuvimos un poco de mala suerte, pues había bastante cola y entraríamos media hora más tarde de lo previsto.

Tras terminar la cola, entramos en la discoteca. Estaba bastante llena y eso me producía cierto agobio. Laura se puso a buscar un hombre o una mujer, pero nadie de los que me presentaba me atraía. Cuando menos me lo esperaba, una voz de hombre dijo mi nombre y, a girarme, quedé impactada, pues era Daniel.

*narra Daniel*
Había venido con unos amigos a la disco, cuando de repente vi entre toda la multitud a Aida. Fui a saludarla y le pedí un baile. Ella me aceptó.

Al principio ambos estábamos muy bien, pues nos mirábamos fijamente a los ojos, nos sonreímos... Todo iba sobre ruedas. Sin embargo, a medida que ida pasando el tiempo, la cara de Aída estaba cambiando, y no precisamente para bien.

Se estaba poniendo triste y ni sabía cómo animarla, así que me acerqué a ella y la intenté besar, pero no salió bien, pues se fue corriendo al lavabo. ¿Qué le estaba pasando?

Un secreto debajo de las sábanas [Dulcealba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora