El asiento con porte ©

Prólogo

Un corazón nunca envejece, sintonía hermosa que nunca dejará  de ser clásica. Dos corazones logran conocerse. Esos defectos que salen cuando tú estas con alguien y quieres superar, donde quedo aquella frase llamada, ''si sabes amar dará igual lo que tengas'', por que el cariño suele cambiar, si sabe amar.

¿Dónde se proviene la irrelevancia del error sobre la misma?, te sientes a gusto con esa persona y te esmeras en dar lo mejor. No existe la perfección sin elementos que ayuden a orientarnos y es ahí donde estará nuestra libertad. Ambos sexos dirán lo contrario, no cambies su contorno exigiendo y reclamando, aquella persona de quien te enamoraste perdidamente puede entenderte. El mundo gira y sus alrededores ofrecen noción, algo imperfecto pero demasiado perfecto para nosotros. Esa lucha por aceptar la pérdida de aquel amor aunque te cueste el doble, puedes encontrar la mejor respuesta dentro de tu corazón, mundo que ambos decidieron emprender con tropiezos cotidianos. Maduramos más con los daños que con los años, se trabaja y fortalece a base de hacer lo que nos demuestran. Alguna vez te has puesto a pensar si esa persona te ama infinitamente, por esa simple razón, se debe empezar por ir construyendo ese amor uno mismo. Desarrollamos poco a poco nuestra paciencia y así convertirnos en alguien más fuerte, descubriendo esa chispa vital para nuestro propio oxígeno, olvídate de esa ansiedad y soledad, no se necesita nada más que la fuerza de voluntad para ser feliz. Admira a la maravillosa época de tal amor, cuantas veces podemos observar fijamente a todas esas parejas disfrutando de su afecto y otras cuantas discutiendo, algunas apagadas y unas encendidas con la flama de la pasión y el amor incondicional. Ellos fueron testigos de sus errores y aquellos recordatorios victoriosos, donde todos estos dilemas negativos nunca servirán para nada.