Capítulo 7.

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Estela llega al aeropuerto y Manuel estaba sentado esperando. Se miraron con tanta pasión y lo abrazó, de esos apretones que congelan a la otra persona.

—¿Qué es lo que está pasando?, puedes confiar en mí, ¡aquí estoy para ti! —exclamó Manuel.—

—Mi madre contactó a mi amiga Karen y le mando una carta, pero no hablemos de eso ahorita —respondió Estela—. Ya tendremos tiempo para hacerlo.

Manuel Observándola, cogió su maleta, se dirigieron al auto y ella le mando un mensaje de texto a Karen avisándole que iban en camino.

—¿Desde cuándo tú conoces a Karen? —preguntó nuevamente Manuel.

—Desde la universidad, es una de mis grandes amigas y me tuvo insistiendo que me tomara unas vacaciones y es lo que estoy haciendo ahorita, sin imaginarme todo lo que me pasaría —reafirmó Estela acariciándose el cabello—. Desde ayer no pude dormir, tengo muchas cosas rondando en mi cabeza. Sin embargo, dime, ¿cómo está todo con tus negocios, lograste concretar alguno a tiempo?, no espero quitarme mucho tiempo valioso.

—¡Ha sido un caos completamente!, tengo que revisar varios contratos los cuales necesito tener en completo orden para poder revisar todas las estadísticas —respondió Manuel y cogió con fuerza el volante del auto—. Y supuestamente, ya debería tener listo gran parte de este proyecto, no estoy muy bien emocional y profesionalmente. La vida siempre tiene altibajos, y mi novia (Beatriz) con sus celos atormentándose me está volviendo muy difícil nuestra relación.

Estela observó fijamente a Manuel mientras conducía y le acarició su mano, empezaron a platicar de gustos en particular para volver a conocerse. Al unirnos a otra persona, interiormente buscamos en ella lo que nos falta. Lejos de ser algo negativo para la relación, esa búsqueda puede ser muy provechosa y revivir cada aspecto del pasado. La afinidad con el otro nos hace sentir seguridad y nos movemos en un terreno que dominamos, pero también puede resultar asfixiante si todos los espacios propios se comparten y no se encuentran con el tiempo necesario. Un ex amor puede convertir el día en un infierno.

Ya se encontraban en la casa de playa...

¡Quiero que me hagas el amor! —ordenó Estela.

—¡Aquí!, pero de que hablas Estela —contestó Manuel sorprendido y nervioso.

—¡Aquí y ahora!, hazme de nuevo sentir mujer, quiero sentirte y hacer el amor —reafirmó Estela y empezó a besar su cuello y desabrochar su camisa—. Fue una escena como salida de una película de romance, ellos se sentían muy bien y la piel de ambos lograron entrar a un clímax de seducción y calor.

—¿Cuánto tiempo tienes esperando este momento y volver a sentir mis labios mojados? —preguntó Estela.

—Todas las noches, mi corazón anhelaba tus latidos, ese cuerpo, ese aroma, tu mirada —respondió Manuel con entusiasmo—. Me has regalado un hermoso y prestigiado momento a tu lado. ¡Gracias Estela!

Ambos se empezaron a poner la ropa de nuevo y ella se pintaba los labios de ese color que volvía loco no soló a Manuel, sino a varios hombres en su agenda.

Por otra parte, Pablo miró su teléfono y sintió esa inercia de llamarla, se arregló y se puso elegante para salir con sus amigos. Subiéndose al auto...

—¿No querías llamar a Estela? —preguntó uno de sus amigos.

—No, presiento algo malo y es mejor darle su espacio —respondió Pablo y se puso la corbata—. Pero en fin, yo puedo entenderme y miraba las calles de la cuidad.

Aunque tenía un nudo en la garganta, no le llamo a su novia, sentía ese vació que nace cuando se nos pierde algo. Era muy liberal, aún así, su imaginación lo traicionaba un poco y esto lo llevo a sentirse disgustado.

—Yo también disfrutaré, el tiempo es corto mi querida Estela —reafirmó Pablo—.

El asiento con porte © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora