Capítulo 6.

1.4K 11 0
                                    

Buscamos a una estrella y no podemos alcanzarlas con el dedo, vivir sin ellas, es como caminar con piedras. Estela tiene una lluvia emocional del pasado, queriendo ser interpretada de la mejor forma posible. En eso, su teléfono sonaría...

—Amor, ¿dónde estás?, ¿estás bien?, ¡Respóndeme por favor! —exclamó Manuel—. Tengo un nudo en la garganta, ¡respóndeme!

Estela revisaba sus llamadas  y enseguida recibió el mensaje de texto.

—Hola, ¿dónde estás? —preguntó nuevamente Manuel—.

—Estoy en Miami —respondió Estela y no pudo aguantar sus ganas de llorar—. Es mi pasado que ha vuelto, y siento varias cosas al mismo tiempo. ¿Puedes venir a Florida?

—Dime, no me gusta oírte llorar, ¿qué pasa amor? —preguntó por tercera vez Manuel y no dejaba de ser un buen hombre—. ¿Qué te sucede?, claro que sí, déjame tomar el primer vuelo. Trata de descansar y en unas horas nos vemos.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Karen—. Ella estuvo escuchando toda la charla y espero el momento oportuno—. Perdóname, si no te dije nada, Magdalena hace un tiempo me mando la carta, siempre te insistía a venir y dártela. Han pasado 2 años, ella me pidió que estuvieras aquí para dártela en persona. La última vez que llamo, tiene como 5 meses.

—No te sientas mal, todo esto debe ser incomodo —respondió Estela con una mirada perdida y llena de dudas—. Gracias por ser una buena persona conmigo, te quiero mucho amiga. Ambas se abrazaron y lloraron juntas.

—¡Te quiero mucho Estela! —exclamó Karen.

Estela comenzó a leer la carta...

Hola, hija, primeramente quiero empezar con esto, sé que no fue humano la manera correcta y me aleje de ustedes. En ese tiempo estaba pasando por una mala situación, el cual no quise que nadie supiera para no lastimar a tu papá, aunque con mi escape lo hice. Estuve sintiéndome muy mal, algunos síntomas raros en mi cuerpo. Fui al doctor, y me dieron la horrible noticia que tenía cáncer de seno y eso me devasto. Lo sé, soy una mala mujer y madre. Sin saber nada logre lastimarlos. Yo adoraba a mi familia, los extraño mucho. Los motivos fueron tantos, no quería que cargaran conmigo.

Oscar estaba en su mejor momento, su carrera y su trabajo estaban dando el fruto que él buscaba. Y tú, creciendo tan rápido. No me imaginó lo que debiste sentir pensando que te abandoné. Fue la decisión más difícil que tomaría en mi vida. No tenía autoestima, ni como madre pude vencer tanto miedo en afectarles con tanto dolor luchando esa batalla. Decidí, tomarla a solas. En ese tiempo conocí a una buena persona, mi actual pareja con la que nunca me case, pero no fue necesario. Él sabe toda la historia, se quedó conmigo como un gran amigo incondicional y pareja admirable. Su nombre es David, es miembro de la sociedad benefactora del centro para tratar a personas con cáncer. Aunque mi ceno derecho me lo tuvieron que quitar, logré con mucha fuerza vencer al cáncer. Sentía la necesidad de buscarlos, mi guerrero me apoyaba en todo y hace 2 años logré encontrarlos, y pude encontrar también a Karen, después de hablar por unas horas con ella y comprenderme al grado de decirme que esperara un tiempo para verte y darte mi carta, yo sé la mande por correo.

En la actualidad, soy un miembro activo del centro para prevenir cáncer, ayudo a todas esas mujeres, hombres, pequeños, a poder darle un sentido más pleno a la vida y para que no cometieran el mismo error. Los lastimé , y no tengo cara para verte, pero, por largo tiempo estuve en esta batalla. Espero algún día puedas perdonarme y tu padre también... Los amo, y anhelo con todo mi corazón verlos, especialmente a ti, mi pequeña Estela. Te daré el tiempo que necesites y ojalá muy pronto ese corazoncito pueda perdonarme.

Nunca te dije adiós, simplemente no podía volar, sin mis alas no podía encontrar mi segunda oportunidad.

Atte... Magdalena

Estela sentía un dolor muy profundo que nadie puede explicar, sentía que su corazón explotaba. Después le agradeció a Karen, por la carta y quedarse a su lado para leerla.

—¿Estás bien? —preguntó Karen un poco nerviosa.

—Amiga estoy bien, no puedo creer que tuvo cáncer y lo duro que serían esos días para ella y vencer esa enfermedad sin nosotros —respondió Estela—. No te lo negaré, tenía rencor, y después de leer sus palabras, no soy nadie para juzgarla. Aunque con toda sinceridad, quitarme del corazón todos esos ratos que fueron muy amargos y la falta que me hizo.

—Te entiendo, eres una mujer madura y el destino está aquí y en gran parte la vida misma unirá a la familia para vivir algo muy bello —contestó Karen y la abrazó diciéndole al oído —. Cuando tu madre me contó su historia, me conmoví tanto que te insiste varios días para que tomaras unas vacaciones. Tienes la oportunidad de abrazar a una madre guerrera que te pudo causar mucho dolor con su acción, pero lo hizo por ustedes.

—Con todo lo que ha pasado, no pude contarte que mi ex quiere venir a Miami para verme —reafirmó Estela—. Nos vimos hace unos días, y quiere estar conmigo, porque le conté lo de mi madre, ¿no tienes inconveniente?, estoy con la cabeza hecha un tornado.

—Claro que no, me parece muy lindo de su parte estar contigo en estos momentos —contestó Karen—. Es mejor ir a descansar, dándole un beso en la frente y agachó el rostro y no digo ni una sola palabra más.

Al otro día, Laura llega a la habitación donde estaba durmiendo Estela y brinco a la cama con tanta emoción y gritando...

—Vamos a la playa, la, la, la, ¡Dormilona! —exclamó Laura.

Con tan maravilloso despertador...

—Ok, Ok, ya me levante, tranquila. —contestó Estela—. Acercándose a su rostro y dándole un besito.

No faltaba mucho para que Manuel llegara al aeropuerto, ella ya tenía algunos de sus mensajes en su teléfono.

El asiento con porte © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora