Capítulo 19.

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Cada vez que Estela observa el mar, una ola la escucha... Dime si te encuentras cercas del valor para volvernos a mirar. Todos esos secretos tenían demasiadas pretensiones más allá del arcoíris y más cerca de la brisa. Su blusa deja al descubierto el vientre, perfecta sus camisas de cuadro y muchos hombres viven con el ombligo desorbitado.

Manuel levanto su teléfono y le marcó a Estela, no dejaba de pensar en ella...

—Hola, ¿estás ocupada? —preguntó Manuel y toma asiento en su cama.

—Hola, estoy bien, ya descansando un poco, tuve un día muy largo en el trabajo —respondió Estela mientras se daba un masaje en las piernas—. Usaba esas fragancias terapéuticas.

—Entiendo, yo también estoy trabajando bastante —contestó Manuel—. Tengo estrés pero ya estoy listo para cenar y tomar un descanso. Estoy pensando mucho en ti y aquellos deliciosos momentos juntos, mañana tengo que hablar con mi novia y le pediré que terminemos con nuestra relación.

—Hmmm, ¿estás seguro? —preguntó Estela levantándose y caminando alrededor de su habitación—. Creó debemos analizar más a fondo nuestras prioridades, estoy muy confundida Manuel y eso no quiere decir que no disfrute estar contigo, no encuentro la mejor manera de sobrellevar mis prioridades. Yo no he visto a mi novio, me siento incómoda con todo esto, se revivieron tantas cosas y no quiero tomar una desviación apresuradamente.

Ella tiene muchas dudas, y no la dejan en paz desde aquella tarde en el aeropuerto...

—Okay, entiendo, tengo que irme a dormir —respondió Manuel con una notoria tristeza en la voz—. Te llamo mañana, la batería del celular está descargándose. Evidentemente, le incomodaron esas palabras y no pudo evitar sentirse un poco mal, lo mejor será posponer la charla para después.

—Manuel, estoy siendo sincera contigo, discúlpame pero necesito analizar varias cosas, cuídate mucho —contestó Estela—. Pudo interpretar que lo hirió con su respuesta y optó por dejar la plática inconclusa y otro día poder hablar con calma.

Después de hablar con Manuel, su estado de animo se vio afectado y para su desgracia en la televisión estaban transmitiendo películas de Romance las cuales a ella le gustaban mucho pero en ese momento...

—¡Parece que el universo en este instante no quiere estar a mi favor! —exclamó Estela.

Apago el televisor y en eso recibió un mensaje de texto de Pablo...

—Hola Estela, necesito verte—. 

Ella simplemente ignoró el texto y no estaba dispuesta a lidiar con más drama.

Eran alrededor de las 4:00am y no podía dormir, no podía tener un segundo de paz y reposo su cabeza. Se levantó de la cama, camino a su cocina para prepararse un té para poder conciliar el sueño. Sentía la enorme necesidad de un abrazo de su padre y escuchar que todo estará bien como en aquellos viejos tiempos cuando era pequeña.

No encuentra el rincón perfecto, donde quedaron todas esas cosas hermosas que solían gustarle, solo distingue besos luminiscentes aquí y allá. Consciencia plana como los pies de un elefante, contempla pequeñísimos pasos desde su último punto de partida. Quiere acampar en medio de la naturaleza para volverse su último espectáculo como un estacionamiento sin valet parking. Solo ignorar las presencias que argumentan saberlo todo y la nada hace escala en el fondo. Escandalosos comentarios que ofrecen sorpresas todas las mañanas.

Varios hombres que trabajan en la compañía tienen una mala impresión de Estela, no se atreven a declarar nada negativo pero murmuran entre ellos que es una mujer fácil de llevar a la cama, ya sabemos que su estilo de vida un poco extrovertido, al salir de la oficina es una mujer liberal y lugares nocturnos que ha frecuentado provocan este tipo de especulaciones, pocas veces ha sucedido que se le pasan las copas. Esas bocas se llenan de tanta fantasía y eso a ella no le importa.

Finalmente, el viernes comienza y ella se encontraba en la oficina y Patricia recogió un ramo de Rosas, con un poema.

—¡Hola Estela, esto es para ti, lo dejo el repartidor en el lobby! —exclamó su secretaria—.

—¿Otro más? —preguntó Estela—. Simplemente lo recibe y al darse la media vuelta y cerrar su oficina lo tira en el contenedor de basura. Un comportamiento cruel, es dueña de su tiempo y todos esos hombres en gran medida serán ridiculizados. Tiene el control de todo y eso le agudiza su crueldad femenina. Ganarse sus sonrisas y provocar su atención es difícil.

Salió de su oficina y mientras espera el elevador para subir al penthouse de su padre...

—Hola Estela, ¡ya tenemos nuevos diseños para las cremas de la siguiente temporada! —exclamó el coordinador de diseño gráfico—.

—Muy bien, perfecto, déjaselos a Patricia y los mantengo informados de cuál voy a escoger —contestó Estela y se metió al elevador—.

Mientras llegaba con su padre, no dejaba de pensar en una noche en específico donde Manuel y ella hicieron el amor.

—¡Buenos días guapo! —exclamó Estela y abrazo a su padre—.

—Hola princesa, que bueno que viniste, estaba a punto de mandarte a llamar, tengo una noticia que te gustara mucho —contestó su Padre—. Habrá una serie de convenciones en Italia de tratamientos de belleza, se darán lugar las más prestigiosas marcas de estos artículos, entre todas ellas nosotros. Estaba pensando mandarte a ti y que elijas a 2 acompañantes. Alguien nos debe representar y que mejor que tú, mi sensual hija.

—Hmmm, no te parece es muy pronto para otras vacaciones jejejeje —respondió Estela con una risa serena, pícara y controlada—. Me parece perfecto, yo estoy encantada.

—Prepárate entonces, debes estar en 2 días viajando —contestó su Padre—. Te servirá para aclarar tu mente, te noto un poco ausente y has recibido una noticia importante respecto a tú madre, no hemos tocado el tema. Será lo mejor que aproveches las mini vacaciones de un mes y aclares tus ideas. Ella tiene pensado venir en una semana a la ciudad.

—Como siempre el señor Leguizamon con sus misterios. —contestó Estela—. Es broma, yo voy a disfrutar estos días, me llevaré a Patricia y Rodolfo. Bueno, me voy a preparar y dejarte los estados de cuenta listos para una última revisión.

Recibe un mensaje de texto de Pablo...

—Por lo visto, estás demasiada ocupada para responder los mensajes—. Yo creo que lo mejor es darnos un tiempo, no te quiero fastidiar. Búscame cuando así lo desees. Al terminar de leer el mensaje le marcó enseguida... 

—¿A qué se debe la hostilidad? —preguntó Estela—. Te iba a llamar, estoy retomando mis obligaciones. Y al respecto de tu petición. Okay, eso es lo que yo necesito ahorita, tiempo y espacio. La relación se encuentra al borde de la rotura y parece a ti no te importa en lo más mínimo. Tengo que viajar a Italia y regresaré en un mes.

—Wow, vaya que tus obligaciones son estresantes y agotadoras —respondió Pablo con un tono de voz agresivo—. Es lo malo, todo esto se puede evitar si tú dejarás esa prepotencia y sentirte la única mujer en el planeta. Nunca te gusta perder el control y tienes mucha razón, nuestra relación está al borde o mejor dicho estamos en el precipicio. Lindas vacaciones, chao.

Pablo colgó el teléfono y Estela se quedó enojada y se metió al baño y derramó unas lágrimas. Una vez más, nuestra querida guerrera se siente impotente. Aunque Pablo no tenía mucha noción de escribir poemas ese precisó momento arribó a su mente lo que una vez le escribió en su piel después de hacer el amor...

Me diste un beso y siento una felicidad y poco a poco ese calor se esparcirá por todo mi ser. Tocando tu cuerpo como si fueras un rompecabezas de marmol, tu voz me excitaba. Ese tono agudo, mientras mordías mi cuello. Me elevo a un paraíso eterno, donde me permitió alcanzar esa lujuria que escondía mi alma, todo mi cuerpo tiembla y una cascada desbordo dentro de ti.  —Antuan Martínez

El asiento con porte © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora