Capítulo 8.

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Bianca.

Abro los ojos de golpe. A causa de la punzada de dolor que me ha dado ahí abajo.

Ha pasado casi una semana y media, y no se me pasa.

David no quiere que vaya al médico, ni que un médico venga, porque van a saber lo que pasó. Él es consciente de que me violó, y no le importa una mierda.

Son solo las cuatro y veintitrés de la mañana, y a veces son punzadas constantes.

Tengo a un monstruo durmiendo al lado mía, cuando duerme tiene cara de bueno y todo.

Ojalá se quede dormido para siempre.

Me levanto, con mucho esfuerzo ya que a cada movimiento que hago parece que me destrozan por dentro del dolor, y voy hacia la cocina.

Abro la nevera y saco la jarra de agua.

Cojo un vaso, y me echo agua.

David: ¡Bianca!

Oh, oh.

¿Por qué no sigue dormido?

Paso de responderle.

Noto pasos hacia aquí.

David: Ah, bueno, estás aquí. Venga a la cama.

Bianca: Déjame sola.

David: A mí me hablas bien, o te hago lo de la otra vez, me da igual que te duela o lo que mierdas te pase.

Me tenso al instante.

Con manos temblorosas, dejo el vaso en el fregadero.

Y me dirijo al cuarto, al llegar al lado de David, me pone el brazo en la cintura, para caminar junto a mí.

Odio su contacto.

(...)

Abro los ojos, al notar unas leves caricias en mi cara.

Sonrío, pero al saber de quién proviene, ceso la sonrisa y abro los ojos de golpe.

David está sonriente al lado mía.

David: Te he traído el desayuno a la cama, cariño.

Buag, odio que me diga apelativos cariñosos.

Frunzo el ceño.

Me siento, y me pone una bandeja que contiene: un gofre con chocolate y nata, una tostada con mantequilla y jamón, Nesquik, y un zumo de naranja natural.

Es el desayuno que me preparaba a principios de todo, cuando salimos por primera vez.

Se me llenan los ojos de lágrimas, al ver el monstruo en el que se ha convertido.

David: ¿Te has emocionado? Es el desayuno que te solía preparar, ¿te acuerdas? - Asiento. - Quería pedirte perdón por mi comportamiento en este tiempo.

Let me love you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora