32: Destrozada.

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Este capitulo es un poco fuerte. Trate de expresarme lo mejor que pude, así que espero que puedan tener una buena lectura. Disfruten el capitulo. 

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Un mes después..


Había pasado un mes, y a pesar de que para todos había pasado como una ráfaga de luz, para mí fue todo lento. 



Mi alma se había oscurecido junto con mi corazón. Ya no sentía, no podía hacerlo. Todos mis huesos dolían, dolían tanto que llegaba a pensar a veces que lo merecía.
No podía ver mi reflejo en el espejo sucio de mi pequeño y húmedo cuarto. Me sentía sucia, usada. 



Millones de cosas habían pasado aquí adentro y me era difícil de analizarlo. 



Sobre todo una en especial que nunca más iba a poder quitarlo de mi cabeza. De mi cuerpo. 



Una que llego para romper mi alma en mil pedazos. 



Flashback: 



Me encontraba sentada sobre el suelo frio. Mi cabeza se sentía como una moto sierra, no cesaba el dolor.


Luego de verlo nuevamente la furia se hacía presente en mis venas. Lo odiaba, lo odiaba más que a nada y nadie. Deseaba su muerte. Quería verlo sufriendo como yo, suplicando piedad. 



Aunque eso lo viera lejano. 



Sentí mi estomago rugir y resople. Tenía hambre. Lo único que me habían dado ofrecido había sido agua. Me mantenían así, a base de liquido.
Había bajado de peso, lo notaba en mis pantalones ahora holgados y al levantar mi blusa, se asomaban algunas costillas sobre mi piel. 



Las lagrimas nuevamente cayeron por mis mejillas. 




La puerta se abrió de golpe haciéndome sobresaltar y al girar la cabeza, mi estomago dio vueltas. 



-¿Cómo te sientes, bella? –hablo Dereck mostrando interés. 



Un interés falso. 



-¿Desde cuándo te interesa mi bienestar? –le cuestione amargadamente. 



Rio mostrando sus perfectos dientes. –Tienes razón.. –asintió y se hinco frente a mí. –He venido a cuidarte. 



-No necesito de un guardaespaldas. –espete.


-Puede ser.. –afirmo. Bajo su mirada hacia mis piernas y una sonrisa perversa salió de su boca.Con tan solo observarlo, tuve una arcada. -Has cambiado bastante.. -dijo.  Poso un dedo sobre mi mentón, bajando suavemente por mi cuello y terminando en mis pechos. 

Mi mundo dado vuelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora