EPILOGO.

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DOS AÑOS MAS TARDE:


-¡Thea, date prisa por favor! –oí el grito desesperado de mi marido desde el otro lado de la puerta del baño.

Resople histérica. -¡Déjame hacer esto tranquila!

Junto con mis manos temblorosas tome el pequeño aparatito largo del lavamanos, donde lo había dejado hacía más de media hora; me aterraba la idea de verlo.

Cerré los ojos, colocándolo en mi pecho y respiré profundo. No podía ponerme histérica en estos momentos, y rece porque lo que estaba pidiendo fuera cumplido.

Muchas cosas habían pasado en estos dos últimos años. Yo estaba en mi tercer año de carrera en la Universidad estatal de Los Ángeles, mientras que Adam ya había terminado hacia unos meses la suya; ambos ahora vivíamos juntos.

El abuelo de Adam había fallecido hacia un año y medio ya, casi cuando ambos nos egresábamos del instituto y a pesar de que fue una gran pérdida para él, poco tiempo después su padre le comunico que su abuelo le había heredado una gran casa en los Ángeles; Adam no tardo en aceptarla.

Yo había decidido rentar un departamento cerca de mi Universidad ya que desde California se me hacía difícil asistir siempre, era un largo viaje. El departamento era demasiado pequeño para mi gusto, pero podía arreglármelas por mi sola; había conseguido un empleo de medio tiempo en un Supermercado y eso abarajaba los costos que tenia.

Estaba dentro de todo bien.

Pero una noche donde Adam y yo cumplíamos nuestro segundo aniversario, el me sorprendió con una cena a la luz de las velas en su casa y a media noche, me propuso casamiento.

No me basto pensar la respuesta a eso, lo amaba. Ambos habíamos pasado por tanto estos últimos años, que ya nada me bastaba en pensar lo contrario hacia él, sé que me quería de la misma forma que yo a él; y si con eso nos mantendríamos siempre juntos, así lo quería.

Y ahora aquí me ven, no hace falta explicar que luego de eso nos mudamos a la casa. Ambos nos turnábamos con nuestros respectivos trabajos, y con las tareas de la casa, sin sumarles los exámenes que me tocaban que por lo general eran bastantes.

Pero eso no nos impidió seguir con nuestras vidas, y ser felices.

-Aquí vamos. –murmure abriendo los ojos lentamente y poniendo aquel aparato frente a mi; mis ojos se abrieron como platos al verlo.

No lograba creerlo. Simplemente no podía hacerlo. Miles de lagrimas salieron inevitablemente, creando un mar básicamente. La alegría era inmensa.

-¿Thea? –hablo irritado. –Si no sales de ahí ahora mismo entr-

Antes de que terminara su frase, salí y ambos nos miramos fijamente. Su rostro reflejaba desesperación con una pizca de esperanza.

-Se-Se.. –tartamudee y negué con la cabeza, largando una carcajada. –Seremos papas.

Adam abrió los ojos como platos y luego sonrió ampliamente, donde me atrajo de un movimiento a sus brazos y alzándome en el aire; no podía dejar de reírme. Iba a ser mama.

Después de tantos tratamientos, y análisis donde nada salía bien y donde posiblemente nunca podría ser mama, a menos que adoptara a un niño; todo cambio. Esta vez sí estaba embarazada y no se trataba de un sueño, era real.

Tendría un niño con Adam y eso no podía hacerme más feliz.

*****

-¿A dónde vamos, cielo? –pregunte sin poder ver absolutamente nada.

Mi mundo dado vuelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora