25: Secuestro.

241 17 5
                                    



Sentí que me metían dentro de un auto, ya que todavía me tenían con la bolsa sobre mi cabeza. Después de tantas patadas y rasguños, el hombre desconocido me amarro las manos y los pies de tal forma que no pudiera moverme.
Quería llorar, pedir auxilio. Tenía que ser una confusión, o simplemente, quería creer eso. No me sorprendería que esto tenga que ver con las notas que habían llegado a mi casa.
Pero el miedo de igual forma se hacía presente. Mi corazón latía mas de lo normal y mis manos comenzaban a sudar de los nervios.
El auto se encontraba en un completo silencio y debía suponer que alrededor de este también, ya que no se escuchaba absolutamente nada. 



Escuche unos pasos y la puerta de mi costado abrirse. Sentí la presencia de lo que sería tal vez un hombre, y mi cuerpo se estremeció.
No dijo ni una palabra. Solo suspiro y escuche otros pasos más que se acercaban.


-¿Lo tienes? .-oí preguntar al hombre que había abierto mi puerta. Su voz era bastante grave y ronca. Posiblemente debería tener unos treinta años si no me equivocaba.
No oí respuesta sobre el otro hombre que se encontraba allí. .-Ok, hazlo.-dijo el mismo y dicho eso, sentí nuevamente otra cercanía en mi costado derecho.



No podía siquiera hablar o gritar. Estaba paralizada. Por más que había podido estar tranquila ahora mismo en el auto, todo mi cuerpo reaccionaba a lo opuesto. Estaba consumida en nervios, miedo y en shock.
Ahora era cuando me arrepentía de no haber hecho nada cuando recibí esas terribles notas. Si hubiera reaccionado, no estaría aquí seguramente. Pero no. Trate de ocultarlas por el bien de mi madre. No había estado segura de que se trataba todo esto, realmente. Podría haber sido una doble jugada. Por eso mismo no había querido empeorar nada. Ni hacer un gran problema a lo que era seguramente una broma, una maldita broma.



Pero me equivoque. Esto no era una broma. Esto no era un juego.

La mano gruesa del hombre se poso sobre mi rodilla desnuda y di un pequeño temblor. –Por favor..-murmure en un sollozo.



El hombre no contesto. Solo podía sentir cerca su respiración posiblemente agitada. Note detrás de mi nuca como de apoco iban retirando la bolsa que cubría todo mi rostro. Y en cuanto la quitaron, depositaron fuertemente sobre mi rostro un pañuelo con un liquido desconocido.
No pude siquiera reaccionar. Lo único que llegue a realizar, fue un sobresalto.
Trate de negar varias veces con la cabeza, pero mi vista se empezaba a nublar. Me sentía mareada. Mis parpados me pesaban.
Con un poco de fuerza, mire hacia donde se encontraba el hombre. No podía observar con claridad. Su rostro se notaba borroso, pero sin embargo se me hacía bastante familiar.
Quería hablar, pero mis ojos se cerraban. Trate de abrirlos obligadamente, pero la sustancia era más fuerte que yo.


-Te sacare de aquí, Miller .-sentí susurrar sobre mi oído, mientras depositaban un pequeño beso sobre mi frente.
Mi cuerpo tembló y jade. Podía reconocer esa simple vos gruesa en cualquier momento, aunque estuviera profundamente drogada por dios sabe que. No podía ser el.


-Adam..-trate de pronunciar y dicho eso, caí en un profundo sueño negro.



No sabía cuánto tiempo o horas habían pasado. Abrí los ojos con dificultad y sentí mi cabeza como si fuera a romperse. Mi vista todavía se encontraba un poco nublada.
Gruñí y trate de levantarme, pero mi cuerpo no respondía. Palmee con mi mano sobre donde me encontraba acostada y pude divisar que me encontraba sobre un colchón.
Me estremecí al recordar quienes me habían traído hasta aquí. Intente gritar para pedir ayuda, pero mi boca se encontraba demasiado seca. Necesitaba agua.
Así que con toda la voluntad que pude reunir, me senté sobre la pequeña cama. Aparte el cabello pegado sobre mi frente sudorosa, y lo ate en un desordenado rodete. 



Observe con más amplitud de donde me encontraba. Era un pequeño cuarto. En él solo había un pequeño baño. Las paredes estaban llenas de lo que debería ser humedad. En el techo solo colgaba un pequeño foco de luz, que le daba al lugar un aspecto tenue.
Lo que más había llamado mi atención , fue un pequeño ropero que se encontraba puesto sobre una esquina.
Me levante y sentí mis piernas debilitarse. ¿Qué me habían dado? Hice caso omiso a mi debilidad y me dirigí hacia el pequeño mueble de madera. Trate de abrir la puerta, pero se encontraba cerrada con llave.


Fruncí el ceño. ¿Por qué habría un ropero cerrado con llave?


Escuche unos pasos provenientes detrás de mi puerta y mi cuerpo se tenso. No sabía con que me encontraría o para que me querían. Estaba asustada, debía admitirlo.
Corrí los pocos pasos que había hasta el colchón viejo y me senté sobre él.
Oí como abrían la puerta acompañado del ruido de unas llaves y una figura de bastante estatura entro en el cuarto.
Estaba cubierto todo el por ropa negra, su cabello era castaño claro y en cuanto me observo, pude notar unos, bastante llamativos, ojos azules.


-Ten.-dijo en un tono bastante seco, tendiéndome una botella de agua. Su voz era bastante ronca, que hacia estremecer mi cuerpo de miedo.


La tome con mis manos temblorosas. -¿Qué estoy haciendo aquí? –cuestione


-¿Te han enseñado modales tus padres? .-respondió en un tono medio burlón, pero su rostro se encontraba serio.


Alce una ceja y lo mire incrédula.-Claro, entonces te daré las gracias por secuestrarme, drogarme con una sustancia desconocida y por -sacudí la botella- traerme algo para sobrevivir .-comente sarcástica.


Largo una pequeña carcajada, dejando ver su perfecta dentadura.-Escucha -comento- Yo solo estoy aquí para mantenerte ''viva'' –indico haciendo comillas con sus dedos- No estoy a cargo de secuestrarte. Esto es una maldita mierda. –confeso mientras metía sus manos en sus bolsillos-


-¿Entonces qué haces aquí?


-Créeme que no estoy aquí para maltratarte. –respondió- Nos veremos más tarde, Thea .-y dicho eso, salió antes de que pudiera siquiera preguntarle como sabia mi nombre.


Gruñí frustrada. Abrí la botella y con un poco de desconfianza, tome un sorbo. Me recosté sobre el colchón, y deje que mis lagrimas salieran por si solas, así creando un gran llanto.
Quería salir de aquí. Necesitaba abrazar a mi madre, y que esta pesadilla acabe. No quería imaginar cómo estarían mis amigos. Lo último que escuche de ellos, fue el grito de Lila.
Estaba entrando en un pozo, con muy poco probable, salida. 


Tome la pequeña botella de plástico y con toda la fuerza posible, la estalle contra la puerta seguido de un gran grito.Necesitaba dejar caer la ira que recorría todo mi cuerpo. ¿Por qué me querían ami?
Golpee varias veces la puerta, la maldita puerta, pero nadie me respondió.Seguro se estaban divirtiendo con esto. Eso era lo que hacían los secuestradores.
Por mis mejillas caían las lagrimas saladas. Lloraba de impotencia, furia. No debía confiar en nadie de aquí, aunque el castaño me haya demostrado lo opuesto.Todos estaban aquí por alguna maldita razón. Y esa razón, era yo.


Me mantuve unos minutos así. Gritando y golpeando lo que se encontraba frente a mí. Y luego de un momento, me dirigí hacia el pequeño baño. Tenía que resaltarla palabra pequeño en todos lados,porque realmente esto parecía una casa de muñecas.


Abrí el grifo y lave mi rostro de las lagrimas pegadas. Acomode mis mechones de cabello que se hacían presentes en partes de mi frente y me mire en el espejo.
Detrás de mis ojos, se podía notar la furia que en cualquier momento podría salir fuego. 


-Saldré de aquí. –me dije a mi misma en vos alta.

Mi mundo dado vuelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora