-¿Thea? –llamo el hombre robusto. -¿Estás bien?
No podía responder a esa pregunta. Me encontraba perpleja, anonada. No podía reaccionar.
-Váyase de aquí. –murmure retrocediendo. –No sé quién es usted, pero déjeme en paz.
Tenia que admitir que estaba bastante asustada. Ese tipo había acosado anteriormente a una pequeña niña, ¿Qué era lo que quería conmigo? Al mirar sus ojos cafés oscuros una ligera brisa de esperanza se entro en mí, pero eso era todo, ligera.
Una de las cosas que había aprendido a la fuerza aquí dentro, fue no confiar en nadie y eso hacía. En cuanto algo decían, yo huía.
Quería retomar mi camino, pero por una extraña sensación mi cuerpo todavía se encontraba estancado en el suelo.
-Escúchame, no es lo que crees. –dijo y observo hacia todos lados. –Debo explicarte, pero no aquí. –tomo mi brazo y como una luz fugaz, entramos en un pequeño cuarto. El hombre cerro con seguridad la puerta y se giro para observarme. –Sé lo que debes estar sintiendo en estos momentos, ni siquiera puedo imaginarme tu dolor. Pero estoy aquí para ayudarte.
Fruncí el ceño. -¿Cómo quiere que le crea? ¡Acaba de acosar a una niña! –exclame secamente.
-Baja la voz o nos encontraran. –inquirió. –No es lo que viste, Thea. ¿Quieres que te explique? Lo hare. –bajo el tono de su voz. –Quería sacarla de aquí. Apenas entre aquí, la divise débil ante todos. La mayoría de los hombres la estaban manoseando, gritándole groserías. Quería ayudarla, pero en cuanto lo hice, empezó chillar asustada. –negó con la cabeza. –No estaba manoseándola, estaba queriendo calmarla. Pero es evidente que aquí no pensaran de esa manera, es un prostíbulo.
Analice cada palabra que me dijo. Por un lado quería creerle, quería pensar que no había personas malas en todo el mundo, pero por otra parte era difícil. ¿Cómo podía confiar en una persona como él? Su aspecto no demostraba un hombre descarado ni mucho menos, demostraba que podía ser inteligente y su mirada parecía ser demasiado sincera. Pero yo había llegado aquí confiando en gente que pensé que no me haría daño, ¿Por qué confiaría en él?
-Puede que tenga razón. –admití y me cruce de brazos. –Pero, ¿cómo puedo saber que su palabra es confiable? No lo conozco.
-Se que no me conoces, pero yo a ti sí. Te hemos estado buscando hace tiempo, Thea. –suspiro. –No sabes lo que él ha movido para poder encontrarte.
Lo mire confusa. -¿Quién?
Me observo unos minutos y luego marco en su teléfono. –Creo que es mejor que lo sepas tu misma. –me tendió el móvil, y al ver que no reaccionaba, lo llevo a mi oído.
-Alex. –hablo una voz gruesa bastante familiar. -¿La tienes?
Sentí mi corazón bombear más rápido de lo normal y la respiración demasiado agitada. No, no podía ser. Podía notar un ligero alivio al oírlo. El me estaba buscando, ¡me estaba buscando!
Todos los duros esquemas que me protegían se rompieron, entrando en un llanto de felicidad.
No podía hablar, no articulaba ni una frase. Simplemente no podía.
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Mi mundo dado vuelta ©
Romance«Las mentiras pueden traer consecuencias a lo largo de tu vida. Familia, amor, amistades. Todos mienten. Tu lo haces. Entonces, ¿quien es el culpable? » Puesto #873 el 20/8 en Romance Está demás decir que se prohíbe la copia y/o adaptación. ...